Ciudad de México, 4 agosto (SinEmbargo).- Además de ser considerado el mejor guitarrista de flamenco del mundo, Paco de Lucía es un enamorado del sol de México.
“Es el más bonito que haya visto nunca. En los días claros, de sol, cuando hay viento de norte, el agua es una belleza”, escribe en su página oficial.
“Hace 30 años, Playa del Carmen era un pueblecito de pescadores con cuatro cabañas, cuatro fruterías y unos cuantos locos que venían de Italia o de España. Era el sitio ideal para relajarme después de la vida que llevo, tan intensa con tantos conciertos y tantas responsabilidades.
Un buen día decidí instalarme allí y me pasé cinco años. De allí salió Cositas buenas, de un estudio muy pequeño en lo alto de un torreón desde donde divisaba toda la bahía y los mosquitos picaban un poco menos”, agrega.
Ese hombre sensible y artista genial ha llegado intacto a los 65 años, una edad en que se ha permitido salir de Palma de Mallorca, donde vive, para visitar escenarios de Cuba, Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, Chile, Perú y, por supuesto, su México entrañable, país al que regresa luego de 16 años de ausencia.
Se presentará el 5 de octubre en el Palacio de Bellas Artes, lo que sin duda dejará sabor a poco y a mucha gente sin disfrutar de su música y la del septeto que lo acompaña, formado por Alain Pérez (bajo), Antonio Serrano (armónica y teclados), Antonio Sánchez (guitarra), Israel “Piraña” Suárez (percusión), Antonio “Farru” Fernández (bailaor), Antonio Flores y David Maldonado, en cante.
Su gira latinoamericana inicia el 2 de octubre en La Habana, en el concierto de inauguración del V Festival Internacional de Música Leo Brouwer, que se llevará a cabo en la capital de Cuba y donde brillará su destreza con el instrumento y hablará su música, formada por la música de artistas como Carlos Santana, John McLaughlin, Larry Coryell, Al Di Meola y Chick Corea, entre otros y sustancialmente alimentada por su profunda raíz flamenca.
La fabulosa guitarra de Paco de Lucía, Siroco, Fuente y Caudal, el mencionado Cositas buenas, Friday Night in San Francisco, Luzía, resultan discos fundamentales para percibir la obra de Francisco Sánchez Gómez, nacido en el Puerto de Algeciras el 21 de diciembre de 1947 y quien al decir del periodista argentino Mauro Apicella, que lo entrevistó en la víspera para el periódico La Nación, “es un rey, más que rey, especie de patriarca de los guitarristas flamencos”.
UN HOMBRE QUE HA VIVIDO EN LA DUDA
Este hombre que dice haber vivido toda su vida en medio de la duda, no sólo es grande por el virtuosismo con que doma a la guitarra, que suele quedar irremediablemente esclava de su influjo, sino también por haber acompañado en un dúo irrepetible e histórico al genial cantaor Camarón de la Isla.
Juntos, Camarón y Paco, Paco y Camarón, dieron cimiento a la estructura básica del flamenco contemporáneo y a ellos se debe que el género no se haya anquilosado y, por el contrario, fuera disfrutado como una música viva, abierta y generosa por las nuevas generaciones de todo el mundo.
“Salí del mundo cerrado y talibán para decir: bueno, desde este lenguaje voy a componer. Porque no se componía, se tocaba lo tradicional, lo de siempre”, reconoció al periódico argentino La Nación.
De Lucía, que ha bebido y comido la vida a dentelladas, disfrutando del mar, el sol y el pescado que consume a diario, no se ha quedado por ello en el mito.
De hecho, esta temporada de festivales veraniegos en su natal España lo ha visto compartir escenario con su amigo el pianista estadounidense Chick Corea en Vitoria, donde entre otras cosas ejecutaron “Entre dos aguas”, produciendo un hecho musical del presente
“Yendo hacia atrás, mi padre, que era un perfeccionista, hizo de mí un monstruito que sólo ve el defecto. Eso sigue en el espejo, sólo que ahora me consiento un poco más. Soy un apasionado de lo que hago, igual que cuando tenía 30 años”, dice al periodista Apicella, ante quien reconoce su fuerte temperamento y su obsesión por ser aplaudido “por sólo tocar tres notas”.
Alejado de los fuegos artificiales, de las estridencias, joven a los 65, Paco no muestra un ápice de cansancio ni de aburrimiento. “Me sigue gustando tocar la guitarra más que nada, me apasiona el flamenco, me apasiona componer”, dijo a la agencia efe el año pasado.
“Si lo que compongo no es una sorpresa para los profesionales entonces inmediatamente me retiro, yo lo que no quiero es vivir de las rentas, eso siempre me pareció triste”, agregó.
Mientras gira y se hace tiempo para preparar un disco con composiciones de Manuel Quiroga, también proyecta llevar a cabo un álbum de boleros con el panameño Rubén Blades, quien desde su oficina en Nueva York dijo a la agencia efe la semana pasada que se trata de algo “que siempre quise hacer. Hablé con Paco y dejé claro que lo vamos a hacer. Es un genio, un monstruo”.