Indígenas chontales se ponen rudos, aunque pacíficos, con el cochinero de Pemex en Tabasco

04/12/2015 - 6:59 pm

Pemex ha causado una interrupción significativa y daño a los medios de subsistencia en Tabasco. Los indígenas chontales están luchando sin uso de la violencia para lograr que la petrolera estatal se ha responsable de sus acciones, señala Open Democracy en un reportaje de Tomás Ayuso, periodista independiente que ha publicado también en The Christian Science Monitor, L’Express, DR (empresa nacional de radiodifusión de Dinamarca), y VICE.

Por Tomás Ayuso. Publicado originalmente en Open Democracy.

Un miembro de la comunidad Rubicel camina sobre un montículo de tierra elevada formada por la explosión del pozo de petróleo Oxiacaque, ocurrido en 2013. Foto del autor.
Un miembro de la comunidad Rubicel camina sobre un montículo de tierra elevada formada por la explosión del pozo de petróleo Oxiacaque, ocurrido en 2013. Foto del autor.

Ciudad de México, 4 de diciembre (SinEmbargo).- En Tabasco, una catástrofe ambiental se ha desarrollando lentamente. Las décadas de expansión imprudente de parte de Petróleos Mexicanos (Pemex) ha afectado a todos los aspectos de la vida y el sustento de la región de la Chontalpa, rica en petróleo. La primavera pasada, visité las comunidades mayas chontales que viven encima de las reservas de hidrocarburos más importantes de México, para entender cómo han luchado en contra de Pemex y han sufrido la destrucción de sus ancestrales tierras desde que la petrolera llegó por primera vez.

Las comunidades de la Chontalpa compartieron conmigo su historia profunda de su lucha no violenta contra el gigante del petróleo: décadas de marchas, ocupación no violenta y mensajes multimedia. La movilización más reciente fue provocada por la explosión masiva del Pozo 123 en Oxiacaque, acontecida en octubre de 2013. La explosión fue tan fuerte que varias casas de la zona fueron arrasadas y las partes arrancadas quedaron regadas a través de los enmarañados caminos de tierra. La organización basada en la comunidad chontal comenzó en el sitio con cráteres todavía quemados: no era la primera vez que iban a movilizarse en contra de Pemex.

Como periodista que cubre focos rojos en México, me encontré con que el contexto contemporáneo del país -con crimen organizado, impunidad y corrupción- es el contexto en el que los chontales están librando su lucha. El recuerdo de la exitosa movilización de masas en 1996 – la primera de su tipo en el actual Tabasco- puso el modelo para la fase actual del conflicto. Pero me pregunto: ¿cómo pueden las comunidades chontales de Tabasco enfrentar con éxito la impunidad de la compañía nacional de petróleo en este rápido cambio de paisaje del país?

TABASCO: DE “EDÉN” A TIERRA DESECHABLE

Mujer chontal de Tabasco espera en el edificio del Congreso para hablar con representantes del Estado sobre los daños causados por Pemex. Foto del autor.
Mujer chontal de Tabasco espera en el edificio del Congreso para hablar con representantes del Estado sobre los daños causados por Pemex. Foto del autor.

La región es el hogar de los chontales mayas que viven fuera de una red de humedales famosa por su fertilidad, incluso un adagio popular en Tabasco dice que si se tiran semillas en el suelo éstas serán un árbol totalmente florecido al siguiente día.

Tabasco ha sido bendecido con un tercio del agua dulce del país, alimentada por una compleja red de ríos. Este sistema esculpe el estado en un pantano interconectado e hiper-productivo. No es de extrañar que los primeros registros de la región se refieran a Tabasco como “un edén”.

Cuando los enormes campos petroleros que se encuentran debajo fueron descubiertos en la década de 1960, Pemex trasladó la mayor parte de su infraestructura para el estado del Golfo. Tanto el gobierno de Tabasco, como la petrolera, persuadieron a los pueblos de Chontalpa para que compraran la idea de que la producción de petróleo traería la verdadera abundancia del oro negro. Prometieron riqueza para impulsar el desarrollo en la zona que antes no existía y no fueron capaces de dotar.

Desde entonces, Pemex ha plagado el verde estado con pozos en constante riesgo de explosión, conductos de aceite con fugas y asfixiantes chimeneas. El tan pregonado golpe de suerte del petróleo nunca salió de las arcas de Pemex, mientras que los agricultores chontales cargaron con el proyecto de ley ambiental.

Contaminación sin restricciones y la degradación ambiental barrieron a través de Chontalpa en las décadas que siguieron. Fugas de rutina en los pozos instalados apresuradamente sobre acres de humedales ancestrales prestados, lo que antes fue productivo ahora está permanentemente estéril y los ríos con abundantes cauces tóxicos.

He oído varias veces a los chontales decir que desde que llegó Pemex, las personas que han querido expresar una queja han experimentado la misma secuencia de eventos una y otra vez: presentar una queja y esperar a que languidezca en el limbo burocrático.

UNA EXPLOSIÓN ENCENDIÓ LA RESISTENCIA

Rubicel López, agricultor chontal y líder de la comunidad local, se despertó una noche en octubre de 2013, observando un tono naranja de la llama ardiente sobre la línea de árboles. De inmediato corrió hacia el voraz incendio, junto con otros líderes.

Se acercaron lo suficiente para ver que el cráter en llamas de la explosión estaba quemando el petróleo en los ríos y lagunas cercanas. Rubicel me llevó al sitio y señaló que el área alrededor de la explosión -alguna vez un bosque fértil utilizado por los agricultores y con aguas abundantes para los pescadores- había sido envenenado de forma permanente. Allí explicó que la movilización de un año de duración, comenzó esa misma noche.

La mañana después de la explosión, los ancianos chontales de cada comunidad organizaron reuniones en los edificios comunales donde acordaron exigir la rendición de cuentas a Pemex. Rubicel, como anciano de la comunidad, lo hizo la voz del pueblo de Oxiacaque.

Desde el principio, la importancia de la solidaridad y la colaboración a nivel local eran la clave para que más personas se aglutinaran en el movimiento. Una vez organizado, Rubicel y otros ancianos de la aldea llevaron a sus comunidades a ocupar los pozos cercanos al lugar de la explosión para presionar a Pemex a que respondiera. La empresa desalojó del lugar al creciente movimiento, acusando a la gente de buscar limosnas incluso mientras el Pozo 123 todavía estaba en llamas.

La Diputada local indígena, Verónica Pérez, se acercó a construir coaliciones entre los chontales, y en general, con los tabasqueños afectados. Durante los próximos seis meses, miles de personas permanecieron sentadas en la sede de Pemex, incluyendo una ocupación no violenta de 44 días, y continuaron obstruyendo infraestructura vital de la petrolera.

Aprovechando su posición, y fortalecido por estas acciones directas, la legisladora Pérez negoció con Pemex en nombre de Chontalpa, a pesar del riesgo importante que esto significaba para su seguridad.

Después de tener millones de dólares en pérdidas, Pemex estaba listo, a mediados de 2014, para abrir una investigación sobre las reclamaciones de negligencia que rodearon la explosión en Oxiacaque.

Sin embargo, el impulso fue de corta duración. En febrero de 2015, un año y medio después de la explosión en Oxiacaque, la investigación oficial presentó sus resultados. En un movimiento que no sorprendió a nadie, Pemex negó todas las negligencias, y presentó una oferta por un total de 6 millones de pesos mexicanos para la anulación de las 48 mil reclamaciones pendientes presentadas contra la empresa por la catástrofe de Oxiacaque.

Aunque estos resultados fueron muy decepcionantes, la gestión para obligar a Pemex a reaccionar y hacerse responsables de algo, aunque fuera mínimo, fue una pequeña victoria sobre la que se construyó la resistencia continua de los chontales.

LA PREIMAVERA DEL ’96: ESTRATEGIAS DE ÉXITO

Rubicel López comparte un momento de frivolidad con su niño, en su casa, cerca del lugar de la explosión. Foto del autor.
Rubicel López comparte un momento de descanso con su niño, en su casa, cerca del lugar de la explosión. Foto del autor.

La movilización de 2013-2014 no fue la primera vez en que los chontales se unieron para resistir ante la producción de petróleo de Pemex en la región. A principios de 1996, después de décadas de reclamaciones ignoradas, las comunidades chontales estallaron contra Pemex.

Comparativamente, la movilización de 1996 tuvo más éxito que la campaña más reciente por una serie de razones. En ese momento, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se había levantado en el vecino estado de Chiapas contra las incursiones violentas en sus tierras por una mezcla de grupos estatales y paramilitares armados. El EZLN lanzó estupendamente una insurgencia armada para derrocar al gobierno, pero fueron rechazados rápidamente por los militares.

Más importante aún, las comunidades que representaban no apoyaron una campaña violenta. En la comprensión del contexto que cambia rápidamente y que no se alineó con su plan original, el EZLN volvió su lucha hacia el camino de la no violencia.

Los chontales aprendieron rápidamente de la experiencia del EZLN y aprovecharon el impulso y atención de los medios para hacer un movimiento en contra de Pemex. Aunque el EZLN y los chontales no interactúan casi nada, el grupo insurgente emitió declaraciones de solidaridad, ya que consideran sus luchas “similares y convergentes”. Su objetivo era llamar la atención global para la campaña que se desarrollaba en Tabasco.

El segundo elemento importante en un inicio de la movilización en 1996 fue el respaldo del político local Andrés Manuel López Obrador, que empujó a la resistencia civil en contra de Pemex y el gobierno estatal. Su petición de movilizar fue escuchada por las comunidades de toda la región. Prestando atención a su llamado, la totalidad de los pueblos chontales se amasaron para ocupar las instalaciones de Pemex en la zona. Con el apoyo de López Obrador y su entonces partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la transmisión de información y ayuda para coordinar las acciones entre distintas comunidades, los chontales lograron una amplia coalición transversal que ya no podía ser ignorada.

En términos de tácticas no violentas y la estrategia global, la resistencia chontal organizada, tanto en 1996 como ahora, se compone principalmente de protestas, ocupación y obstrucción de sitios críticos, huelgas de hambre y marchas (incluyendo una de 750 kilómetros hasta la Ciudad de México), todo con el objetivo de colocar a Pemex en modo de crisis y presionando para que aborde el daño ambiental causado por la extracción de petróleo.

Estas tácticas han llevado a varias victorias pequeñas desde 1996. Por ejemplo, se abrió una investigación importante para ya no ignorar las denuncias de décadas de antigüedad que los chontales, durante mucho tiempo marginas, habían realizado. En su apogeo. en marzo de 1996. con una amplia cobertura de la prensa mexicana e internacional, el movimiento era fuerte, com más de 30 mil personas, todos unidos para traer la justicia ambiental a Tabasco.

Sin embargo, un sinnúmero de reclamaciones fueron investigadas, y la extracción sin restricciones que azota las comunidades chontales solamente continuaron a la alza. La condición de históricamente ser un intocable, desde sus inicios hasta la actualidad, pronto le permitió a Pemex ignorar las demandas de los chontales, una vez que la atención mediática se movió hacia otro lugar.

ABRIRSE CAMINO ANTE LA IMPUNIDAD

Las presentes condiciones hacen que las estrategias de los chontales se hayan deteriorado en los últimos 20 años. El contexto sociopolítico cambiante en México ha visto un aumento en el crimen organizado, la impunidad y la descomposición acelerada en el Estado de Derecho. Con la explosión del pozo también se dio el desvanecimiento de la memoria colectiva, los chontales ya no tienen un “momento” para aprovechar o figuras prominentes en pie de lucha junto a ellos. Sus esfuerzos de resistencia han crecido lejos de la sociedad civil y otros grupos involucrados en luchas similares en México.

Por otra parte, la intimidación, dirigida en forma de violencia, principalmente por grupos delictivos y la presión hostil por parte de los gobiernos locales, ha sido abrumadora. Las amenazas veladas contra la sociedad civil se han convertido en bronce. Por ejemplo, mientras que promocionaba una subasta de campos de petróleo a empresas extranjeras en una estación de radio local, el vocero de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), Liliana Díaz Figueroa, declaró: “Los líderes locales deben ser eliminados para el beneficio de estas empresas”.

Por otra parte, con empresas extranjeras que llegaron a desarrollar los yacimientos de petróleo restantes, el aliado de mayor tiempo de los chontales, la CODEHUTAB, la principal organización de derechos humanos en Tabasco, siente que su capacidad para organizarse en contra de la producción de petróleo es “menos eficaz”. Pemex aprendió de los 44 días en que su sede estuvo ocupada; trasladaron su sede a 800 kilómetros de regreso a la Ciudad de México. Esto significa que los organizadores necesitarían más recursos para atacar el centro neurálgico de Pemex.

Junto con las duras realidades económicas de trabajar en las tierras agrícolas contaminadas, aunadas a una época de sequía histórica, los chontales se han ido desmoralizado.

REAGRUPARSE DE NUEVO PARA MOVILIZARSE

El asesor legal de la CODEHUTAB, Armando Dorantes, comentó que la organización ha pasado a desempeñar un papel más central en ayudar a las comunidades locales chontales, entrenándolos en la organización y las acciones no violentas. La CODEHUTAB cree que el actual sistema político está desacreditado, y que la única manera de luchar es confiar una vez más en otros miembros de la sociedad civil.

Rubicel, la CODEHUTAB y otros veteranos organizadores chontales están desarrollando una estrategia conjunta para dar a conocer y reconstruir alianzas. Dorantes sugiere que la construcción de una red chontal de ancianos fue la parte fácil. Ahora Dorantes y el resto de CODEHUTAB tienen la intención de construir una amplia coalición de organizaciones de todo el mundo que apoyen la lucha por la justicia.

Su enfoque se ampliará de Pemex para abarcar a las compañías petroleras extranjeras que están próximas a llegar también. Él admite que esta será una batalla cuesta arriba, pero, como el EZLN, para sobrevivir, el movimiento debe adaptarse al contexto actual.

En una última conversación con Rubicel en su casa de Oxiacaque, visiblemente cansado, subrayó por qué sigue luchando: “Yo solía decirle a mi hijo que la tierra nos pertenece y llevarlo a verla. Me preguntó después de la explosión cómo lo voy a llevar de nuevo. Yo le dije ‘No puedo hacerlo'”.

“Al saber que fue destruida, insistió e insistió. No me dejó hasta que un día me lo puse sobre mis hombros y caminé hacia lo que quedaba. Y yo le dije ‘esto es lo que le queda.’ Así que me pregunté, ¿qué esperanza tiene mi hijo si no nos unimos y luchamos?”.

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