Mediante un reporte, El Colegio de la Frontera Norte destacó que más de mil personas viven sin servicios sanitarios y bajo pequeñas lonas colocadas en una plaza, banqueta o calle, lo cual no alcanza para protegerlos de un clima que particularmente ha sido frío y lluvioso.
Ciudad de México, 5 de abril (EFE).- Las condiciones de vida en el campamento de migrantes que se instaló hace casi dos meses en la garita de El Chaparral, en la fronteriza ciudad mexicana de Tijuana, son “extremadamente precarias“, denunció un informe de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) distribuido a medios este lunes.
La falta de servicios, entre ellos los sanitarios, el hacinamiento y la falta de espacio son las principales problemáticas que enfrentan los migrantes, mayormente centroamericanos, señaló el documento.
“Más de mil personas viven sin servicios sanitarios bajo pequeñas lonas colocadas sobre la plaza, la banqueta o la calle, que no alcanzan a proteger de un clima que ha sido particularmente frío y lluvioso durante este mes”, se apuntó en el reporte.
Además, señaló que “el hacinamiento en las tiendas y en los estrechos espacios públicos provoca que en ningún momento se respete la sana distancia que debería mantenerse en esta situación de pandemia”.
El reporte “Informe sobre las condiciones de estancia en el campamento de refugiados del Chaparral en la frontera de Tijuana” expuso que en el sitio existe una ausencia de organismos internacionales e instituciones estatales de atención y, ante ello, los migrantes “están generando procesos de autoorganización al interior del campamento para atender problemáticas y la necesidad de servicios”.
Informe sobre las condiciones de estancia en el campamento de refugiados del Chaparral en la frontera de Tijuana.
Un documento realizado por la Dra. Dolores Paris y el Dr. Juan Antonio del Monte, de @elcolef .
Un informe de @Observa_ColefDescarga en ⬇️https://t.co/1gVnTQPVc1 pic.twitter.com/S9i8u6iOFq
— El Colef (@elcolef) March 29, 2021
Destacó la impartición de clases a niños, una cocina comunitaria y la autogestión de la seguridad como algunos de estos esfuerzos.
Al llegar a la Casa Blanca, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un cambio de rumbo en materia migratoria y eliminó el programa “Quédate en México”, el cual obligaba a los solicitantes de asilo esperar en México, muchas veces hacinados en campamentos.
Fruto de esta decisión se desmanteló el campamento de Matamoros, en Tamaulipas, que llegó a concentrar dos mil migrantes.
Pero el final de ese campamento, que parecía anticipar un proceso más humano para los migrantes, “hizo que al mismo tiempo emergiera rápidamente uno similar en el otro extremo de la frontera, en Tijuana, Baja California”, dijo el Colef.
Desde mediados de febrero, más de 300 familias originarias principalmente de Honduras, y en menor medida de otros países centroamericanos, de México, Haití y Cuba, se instalaron en el sitio con pequeñas carpas y tiendas.
El 24 de marzo, Roberta Jacobson, asistente especial del presidente Biden para temas de la frontera sur, llamó a los migrantes a no centrarse en El Chaparral ya que, dijo, esto no agilizará el trámite de solicitud de ayuda humanitaria.
Ese mismo día, México y Estados Unidos acordaron buscar una “migración ordenada, segura y regular” en medio de un creciente flujo de centroamericanos, presiones políticas en Washington y el reclamo mexicano por la vacuna de la COVID-19.