Por Karla Motte
Ciudad de México, 5 de septiembre (SinEmbargo/WikiMéxico).- Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, el Presidente Lázaro Cárdenas lamentó la agudización del conflicto y además declaró que nuestro país mantendría una posición neutral. A pesar de que la diplomacia de México había entrado en crisis por la política nacionalista revolucionaria -sobre todo debido a la expropiación petrolera del año anterior- el gobierno mexicano logró mantener la política del “buen vecino” con Estados Unidos y la relación entre ambos países se manejó sin mayores conflictos. Además, el avance de las potencias del Eje (conformadas por Japón, Alemania e Italia) propició el acercamiento entre Norteamérica y los países de América Latina, con el objetivo de conformar un frente común en el conflicto bélico.
El sucesor de Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, inició su gestión con la misma línea y continuó con la política de neutralidad ante la guerra. Sin embargo, también declaró que México podría actuar en la defensa continental y por la salvaguarda de las instituciones; así, cuando Japón atacó Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 el gobierno mexicano reforzó la idea de contribuir con la defensa de la soberanía americana.
Pero el suceso que definió la participación de México en el conflicto sucedió el 13 de mayo de 1942, cuando un barco petrolero mexicano fue atacado por un submarino y se hundió en las costas de Miami.
Ávila Camacho se reunió con el gabinete y presentó al Congreso de la Unión la iniciativa de declarar a México en “estado de guerra”; ésta fue aprobada y la noche del 3 de junio el Presidente se dirigió a la nación mediante un mensaje radiofónico en el que explicó que México entraba a la guerra por el agravio del hundimiento del barco petrolero, para la salvaguarda del territorio nacional.
Además pidió a todos los trabajadores que dirigieran sus esfuerzos hacia el aumento de la producción con el fin de contribuir con la guerra, y nombró a Lázaro Cárdenas Secretario de Guerra y Marina, quien a su vez propuso la reorganización del ejército y de la Defensa Nacional.
Bajo este esquema de preparación rumbo a la guerra, en enero de 1943 Cárdenas y Ávila Camacho tomaron la decisión de enviar un destacamento militar al campo de batalla, y eligieron a 300 elementos del Campo Aéreo de Balbuena que conformaban el Escuadrón número 201, quienes fueron conocidos popularmente como los “aguiluchos del 201”.
Ya con el nombramiento de Grupo de Perfeccionamiento de Aeronáutica, fueron enviados a recibir entrenamiento militar a Estados Unidos; posteriormente tomaron el nombre oficial de Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana y recibieron su bandera de guerra en una ceremonia militar protocolaria en la que realizaron una exhibición aérea.
El entrenamiento de los aguiluchos concluyó oficialmente en febrero de 1945 y cuatro meses después les fue asignada su misión en la Segunda Guerra Mundial: apoyar a las tropas estadounidenses haciendo frente al ejército japonés en Filipinas.
Los aviones del Escuadrón 201 eran bombarderos de una sola plaza capaces de atacar con bombas, napalm y ametralladoras. De los 300 aguiluchos 39 estuvieron en el frente de batalla, aunque no libraron combates en el aire sino sólo ataques estratégicos; aun así, el Escuadrón registró diez bajas.
En agosto de 1945 con el bombardeo a las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, Japón se declaró vencido y salió de la contienda bélica, con lo que se verificó el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aunque los elementos del Escuadrón 201 continuaron ejerciendo algunas actividades de resguardo fuera del país, sus miembros volvieron el 18 de septiembre de 1945, y dos días después encabezaron el desfile militar conmemorativo de la Revolución Mexicana. Con un recibimiento popular y oficial de gran algarabía, el Escuadrón 201 se inscribió en la memoria histórica como el único destacamento militar mexicano que ha servido a nuestro país en el exterior.
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