Crónica: ¿Cuál es la historia del Claustro Sor Juana?

06/01/2019 - 12:05 am

“En el ámbito del saber, el alma no tiene sexo”, dice Sor Juana y hoy es vista como la primera feminista de México. Lo cierto es que esta mujer, declarada recientemente ilustre, tiene una literatura maravillosa a la que hay que leer todos los días. El Claustro Sor Juana Inés de la Cruz, sita en José María Izazaga 92, Centro Histórico, tiene unas paredes inmensas y muchos jóvenes que estudian todos los días. ¿Vamos a conocerlo?

Ciudad de México, 6 de enero (SinEmbargo).- Pasar todos los días frente a sus paredes, pensar en que ahí estuvo Sor Juana Inés de la Cruz, a la que algunos (bueno, muchísimos) llaman “la gran escritora del Siglo de Oro” y “la primera escritora mexicana”.

No soy sorjuanista, es como decir, no abrevo en esas aguas tan cercanas a México, tan lejos de cómo me eduqué, pero poco a poco he ido entrando en esa personalidad rebelde y contestataria, en esos versos que iluminan más allá del tiempo.

Hace unos cuantos años, tuve oportunidad de mostrar una exhibición de futbolistas; eran fotos de Andrea Staccioli y recuerdo todavía esos muros entrados en años, llenos de historia, con la energía y el futuro de Francesco Totti, de Paolo Maldini.

“El claustro” siempre me pareció como una institución de vanguardia, ir a dar saludos al ex juez Eugenio Zaffaroni, en el marco de la Cátedra de Derechos Humanos Abuelas de Plaza de Mayo o cuando recibió la presea Sor Juana, Estela Carlotto, la fundadora de la institución. Todos recuerdos gratos, como cuando voy al restaurante Zéfiro, que funciona allí como fruto de una labor incansable para dar empuje y permanencia a la Universidad.

Las paredes dicen algo y todo es solemne y al mismo tiempo libertario en el Claustro. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

“Dimos en el clavo”, me cuenta Carmen Beatriz López Portillo, que hizo todas las salas y antesalas del mundo hasta que el plan educativo cobrara forma y garantizara a la carrera de Gastronomía como algo propio del Claustro.

La primera piedra fue puesta en 1585, cuenta Carmen, en un ámbito donde todo está puesto por algo, donde los adornos están donados, donde no puede saberse si antes fue una discoteca, donde “Tin Tan” (Germán Valdés) filmó una película.

Por allí anda Luis Torres, el Director de Difusión Cultural en Universidad del Claustro de Sor Juana y por allí andan los gatos, tan característicos en esta Universidad donde, seguramente, nunca encontraremos ratas ni otros insectos nauseabundos.

El “Smirna Dancing Club” así se llamaba la discoteca, donde al parecer hubo un asesinato y clausuraron el lugar. Así comenzó el deterioro del Claustro, “las plantas creciendo por todos lados, las piedras cayéndose, empezaron a vender todas las herrerías”, cuenta Carmen.

“Es la casa de Sor Juana, hay que rescatarla”, fue el mandato de la sorjuanista Margarita López Portillo, quien consiguió una instrucción de Luis Echeverría Álvarez, en 1970 y a partir de allí a hacerlo efectivo, algo que demoró unos cuantos años.

En 1975 hicieron la expropiación del terreno y allí comenzaron los trabajos de restauración.

Una de las tantas imágenes de Sor Juana, en una escultura de bronce. Foto: Crisanto Rodríguez

“Se dice fácil, pero fue muy complicado. Finalmente, después de un año de discusiones, se dice cómo hacer la planta. Los trabajos de restauración duran hasta 1978”, dice la rectora, quien recomienda que veamos la película Argamasa y piedra, sobre los arreglos.

Se crea una institución civil llamada “Claustro de Sor Juana” y se da un decreto de destino para que se cree un Centro Cultural, un archivo histórico, se hace una investigación en Sevilla y en 1979, hace 40 años, se entrega la primera parte del edificio y se consolida parte del otro edificio.

“Yo tuve algunos desencuentros con Margarita, pero si no hubiera sido por ella, de su persistencia, de su tenacidad, hoy no tendríamos Claustro Sor Juana”, advierte Carmen. Es cierto. Más allá de diferencias ideológicas, de pensar en para tal o cual Partido, hay un interés sorjuanista que rescató el convento y levantó el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz, que hoy es ilustre.

“Sor Juana es la defensa del derecho de la mujer, es alguien que hace 300 años se atrevió a poner en cuestión al poder”, dice la rectora. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, ILUSTRE

El lunes 26 de noviembre, a pocos días de que dejara el Gobierno el Presidente Enrique Peña Nieto, se firma el decreto por el que Sor Juana Inés de la Cruz, nacida en San Miguel Nepantla (hoy perteneciente al Estado de México) el 12 de noviembre de entre 1648 y 1651 y murió en la Ciudad de México el 17 de abril de 1695, víctima de la epidemia de tifo que asoló al Convento de la Orden de San Jerónimo, es declarada mujer ilustre por su aportación destacada en los campos de las ciencias, de las artes y de la cultura nacional.

¿Qué significa esto?

“Sor Juana es la defensa del derecho de la mujer, es alguien que hace 300 años se atrevió a poner en cuestión al poder. Era inaudito en esa época. Hace tantos años esa famosa carta atenagórica, escrita en noviembre de 1690 como una crítica al sermón de Mandato del portugués António Vieira sobre las finezas de Cristo, es un pedido de libertad. Un pedido de Sor Juana a Cristo diciéndole: -No me pidas bondades ni favores, hazme libre”, cuenta Carmen López Portillo.

“En el ámbito del saber, el alma no tiene sexo, dice Sor Juana”, remarca.

“Me da mucho gusto que se reconozca como mujer ilustre a Sor Juana, me hace muy feliz, creo que se tardaron un poco, aunque aparece en los billetes de 200 pesos y se la vuelve a reconocer, lo que es maravilloso”, dice la rectora.

Uno de los tantos patios del Claustro. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

“Ahora bien, cuando las senadoras nos plantean el hecho de llevarse los restos a la Rotonda de las Personas Ilustres, le contesto lo mismo que te contesto hoy: Una carta de Sor Juana Inés de la Cruz dice que quiere que sus restos reposen en el mismo lugar donde están mis hermanas. Su última voluntad es querer reposar aquí, donde pasó su vida. No le vamos a corregir la plana a Sor Juana. Lo que dijo Octavio Paz: Ya basta de hacer monumentos y dediquemos recursos para la investigación”, finaliza Carmen López Portillo.

Un recorrido por el Claustro de Sor Juana, que no recibe un solo peso del gobierno, que se mantiene gracias a la Universidad, que tiene una revista Inundación Castálida (dirigida por Moramay Kuri) que en este último número está dedicada a Margo Glantz, quien recibió la reciente Medalla Sor Juana, nos hace pensar en esa reflexión de Octavio Paz: leer más a Sor Juana, una de las principales representantes de la literatura castellana del Siglo de Oro.

Neptuno alegórico (1680), Carta atenagórica (1690), Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691); para teatro escribió los autos sacramentales El cetro de José; El mártir del sacramento, San Hermenegildo y El divino Narciso (1689) y dos comedias: Los empeños de una casa (1683) y Amor es más laberinto (1689). Asimismo, destacó en la poesía, dentro de ésta, se encuentra la compilación de Inundación castálida (1689), y el poema filosófico Primero Sueño (1692), son sus obras.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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