Ulises Granados Quiroz, profesor investigador del ITAM, enumeraba en su documento “México y el Acuerdo de Asociación Transpacífico” de 2014, seis ventajas que veía en este tratado para nuestro país: (a) pertenecer al bloque que representa el 40% del PIB mundial (b) con casi 800 millones de habitantes (c) en la economía más dinámica, (d) que en el grupo esté EE.UU., nuestro mayor socio comercial, (e) amarrar nuestro crecimiento económico a importantes socios comerciales y (f) eliminar el proteccionismo global.
Para tener un panorama completo habría que leer los 26 capítulos que no han sido revelados de los 29 que integran el documento. Lo digo porque, a la luz de la experiencia –que es historia–, el TLC con Estados Unidos y Canadá no nos cumplió lo prometido y hoy tenemos menos desarrollo y más pobreza. “Estábamos mejor cuando estábamos peor”, dijo un viejo sabio de pueblo.
Otra mala noticia es que Estados Unidos lidera esta alianza entre Australia, Brunéi, Singapur, Chile, Australia, Perú, Vietnam, Malasia, Japón, México, Canadá y el mismo Estados Unidos, así que tenemos elementos para sospechar que la cosa no viene a nuestro favor.
Volviendo al sexto punto de la lista de Granados Quiroz, “Buscar formas de combatir el proteccionismo a nivel global, asegurando accesos preferenciales a los productos mexicanos”, el final resulta ingenuo. Desde el TLC, cada vez exportamos menos e importamos más. También merece atención la frase “combatir el proteccionismo”. La vemos ya muy normal, de tanta repetición, pero la verdad se asoma si en vez de aplicar la terminación “-ismo” lo dejamos en “protecciones”. ¿Comercio internacional sin protecciones…? ¿Ante ese grupo de países? ¡Bolas!
En el mundo es motivo de alarma algo que en México es común. Me refiero al hecho de que este acuerdo se esté cocinando a puerta cerrada, sin la participación ni el conocimiento de la gente, y sobre todo que no sean los gobiernos, sino los poderes económicos privados los que están regenteando este circo. El proyecto ya va muy avanzado rumbo a que -otra vez- el ciudadano común salga perdiendo.
Se está fraguando, de facto, un gobierno mundial en manos de las corporaciones globales. El proyecto cuenta con el firme rechazo de activistas por internet, sindicatos de trabajadores, organizaciones ecologistas, agrupaciones de consumidores e instituciones de salud, lo mismo que los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Paul Krugman. El contenido del documento es materia oculta incluso para los parlamentarios de los países involucrados. Hasta ahora se conocen sólo tres borradores difundidos por Wikileaks.
¿Qué repercusiones puede tener el Acuerdo? Una que se conoce consiste en poner trabas a los medicamentos genéricos para abrirles paso a los de patente. Otra increíble: dar a las empresas la facultad de demandar a los Estados que implementen políticas que causen una disminución en sus ganancias (leyendas contra el tabaquismo, regulación sobre los etiquetados de alimentos, restricciones ambientales, etc.)
Y el candado de acero: dado el alcance del tratado, una vez ya puesto en marcha será prácticamente imposible modificar lo firmado. Además, Estados Unidos tiene potestad para rechazar los ajustes que los demás países hagan para cumplir el acuerdo. Es un poder que pasa por encima de la soberanía nacional de sus socios. Es decir que se avecina un gobierno mundial en manos de los grandes capitales globales. Ni más, ni menos.
Julian Assange, creador y líder del portal Wikileaks, lanzó una convocatoria para recabar donaciones y juntar 100 mil dólares, con el fin de ofrecerlos a quien filtre el contenido de los 26 capítulos ocultos del ATP. “No más secretos. No más excusas. Abramos el ATP de una vez por todas”, instó Assange.
Fuentes: La Jornada, 3 de junio; El Diario de El Paso, 4 de junio; Wikipedia; Wikileaks; PanAm Post (Eugenio Marí, Acuerdo Transpacífico: ¿Beneficiará a Latino América?), 3 de junio de 2015; “Stop the APP”, Communications Workers of America.
