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Gustavo Sosa Núñez

06/10/2019 - 12:02 am

¿Cambio climático o crisis climática?

“El cambio climático es el mayor reto que afronta la humanidad”.

“El cambio climático es el mayor reto que afronta la humanidad”. Foto: Fridays For Future CDM, Facebook

El cambio climático es el mayor reto que afronta la humanidad. La comunidad internacional así parece haberlo entendido. El tema incrementa su presencia en la agenda pública de distintos países, aunque a diversos niveles. Como ejemplo está el plan recientemente propuesto por el gobierno alemán en el que busca destinar 60 mil millones de dólares para apoyar la política climática de ese país y lograr su objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030. Dicha propuesta es vista como un gran logro por unos, pues incluye impuestos y permisos a la emisión de dióxido de carbono. Sin embargo, la oposición política y expertos académicos consideran que el paquete de estrategias propuesto por la Canciller Angela Merkel es limitado en su alcance y carece de ambición.

Ese mismo día, el viernes 20 de septiembre, hubo manifestaciones en el contexto de “Fridays for Future”, y Berlín acaparó un número importante de manifestantes de diversos orígenes. Otras ciudades de ese país y alrededor del mundo experimentaron marchas similares exigiendo acción política para combatir el cambio climático.

En la semana posterior a estas marchas se reunieron jefes de estado para la Cumbre sobre el Clima de 2019 de la Organización de las Naciones Unidas y la Semana del Clima en Nueva York. Previo a la reunión (que no despertó el interés de varios gobernantes que están a favor de mantener el statu quo energético, a base de combustibles fósiles); el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) publicaron un informe científico que indica que las causas y consecuencias del cambio climático (aumento de temperatura, del nivel del mar, de emisiones de gases de efecto invernadero, acidificación de océanos, etc.) no han dejado de aumentar. Aquí también se apersonó la sociedad civil para presionar sobre la urgencia en la toma de decisiones para una transformación real e inmediata, una que vaya más allá del discurso. Incluso el sector financiero ya entiende lo inquietante de la premura por actuar y prepararse para las modificaciones climáticas que se avecinan, como lo menciona un análisis sobre cambio climático presentado en esos mismos días por Goldman Sachs.

En Nueva York destacó la participación de Greta Thunberg, una niña sueca convertida en activista ambiental que ha acaparado reflectores a nivel mundial por su entusiasmo y pasión por el tema. Su discurso y antecedentes personales son criticados por quienes no están de acuerdo en sus posiciones, consideradas por ellos como radicales. El ataque se enfoca en la mensajera y no en el mensaje. Así, se critican puntos irrelevantes del tema, buscando desviar la atención del tema en cuestión. Si la crítica es por lo radical de su discurso, la urgencia de atender el tema no demerita su postura. Buscar argumentos para denostar a la niña sólo abona a esa radicalización que se busca contrarrestar.

Aun con este empuje, los gobiernos de los países más contaminantes se empeñan en denostar el tema y a sus promotores. El caso de Estados Unidos es conocido, donde la administración federal ha mostrado una renuencia firme y constante a considerar el tema como parte de su política pública, incluso a simplemente mencionarlo.

Así, aun cuando haya pancartas, protestas y cánticos a lo largo y ancho del mundo, y aun cuando haya discursos gubernamentales basados en evidencia contundente sobre el tema; la realidad es que los actores poderosos del sistema capitalista están lejos de abonar a la solución, más allá de acciones magras – vendidas como grandes logros.

Esta postura ocasiona que muchos jóvenes alrededor del mundo exijan un futuro diferente al que proponen la política y la economía actuales (business as usual) – como se mencionó al inicio de este texto –, uno en el que el cambio climático y la injusticia ambiental no se incrementen vertiginosamente.

Estos posicionamientos, así como la urgencia por actuar, obligan a preguntarse si debemos seguir haciendo referencia a un “cambio climático” ante el cual desarrollamos lentamente estrategias de mitigación y adaptación; buscando retardar la modificación del statu quo cuanto más sea posible. O bien, quizá sea momento de cambiar el discurso para buscar detonar una apremiante concientización sobre la urgencia del caso. Cambiar la definición y el discurso hacia una “crisis climática” puede tener sus bemoles para los gobiernos del mundo, pero puede asistir a un cambio de paradigma en la conciencia de las poblaciones del mundo.

¿Cuál concepto debe ser el adecuado? ¿Cambio climático o crisis climática?

Gustavo Sosa Núñez
Doctor en Ciencia Política por la Universidad de East Anglia, en Norwich, Reino Unido. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Nivel 1. Sus intereses de Investigación incluyen el análisis de políticas​ públicas ambientales, sus resultados y procesos de convergencia a nivel regional. Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @gssosan / @institutomora

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