El Ombligo de Guie’dani, del director Xavi Sala, llegó desde este viernes a las salas de cine comercial y el circuito independiente. La película profundiza en el destierro al que muchos trabajadores indígenas tienen que someterse para buscar “mejores oportunidades económicas”, aunque al final del camino sólo se encuentren con un asalto a su identidad, la discriminación y el clasismo.
Ciudad de México, 06 de octubre (SinEmbargo).– El destierro del hogar por la búsqueda de un mejor futuro es una travesía que no siempre corre la suerte de tener un gran final. La migración conlleva a las personas a enfrentarse a una serie de problemáticas como la necesidad de encontrar su identidad, y desafiar a la discriminación y el clasismo de vivir en un sitio desconocido. Estas tendencias quedan reflejadas en la película El Ombligo de Guie’dani, del director Xavi Sala.
El cineasta nacido en Alacant, Países Catalanes, se inspiró en sus propias vivencias para filmar la cinta después de que visitó el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, hace 10 años. Ahí se encontró identificado con la población que ha luchado por mantener su identidad.
“Me idéntico profundamente con los zapotecos porque es idéntica la lucha. Fuimos conquistados por los mismos básicamente [los españoles], no es muy diferente. Y luego a eso se unió el clasismo y racismo que vivo cada día en la Ciudad de México”, comentó para SinEmbargo, Xavi Sala.
Sala presenta una cinta que muestra el viaje de Guie’dani (Sótera Cruz) y su madre Lidia (Erika López) de Oaxaca a la Ciudad de México para emplearse como trabajadoras del hogar porque en su pueblo no encuentran un buen trabajo. La pequeña zapoteca nunca ha pisado la ciudad y no entiende por qué todas las personas van a prisa.
Todo se va complicando al paso de los días cuando Guie’dani comprende que el regreso a su casa no vendrá pronto. Adaptarse a su nueva vida no es una opción para ella, pues está convencida en no dejar nada de lo que es atrás para sólo ser parte de la casa donde trabaja.
“Salen en búsqueda de mejores oportunidades, y evidentemente muchas veces se encuentran algo peor de donde estaban. Aunque consigan a lo mejor un crecimiento económico, se ven obligadas a renegar de sí mismas”.
“Lo que deberíamos es evitar que salgan de su territorio pensando en que el sueño mexicano o el sueño americano está del otro lado, porque eso no es cierto”, agrega Sala.
Los dueños de la casa donde trabajan Guie’dani y su madre tienen un doble discurso en la cinta. El primero, en las que las quieren hacer sentir parte de la familia, y el segundo, el que las hacen cambiar lo que piensan y cómo son para adaptarse a ellos.
“Se van a encontrar con un mundo donde no van a poder ser ellas mismas, y se van a tener que disolver en este caso, en esa familia que aula su origen, que anula su identidad. A eso se suma en una sociedad que no te ve por igual, sino que hay ciudadanos de primera y de segunda. Hay un clasismo y racismo donde no se te permite tu color de piel porque se te ve de forma despectiva, no se permite tu indumentaria, tu cabello… entonces, digamos que dentro de que la migración es algo legitimo, es una migración de una manera muy injusta que se produce por la falta de derechos y la invisibilidad te genera los conflictos que tienen en este caso las trabajadoras del hogar, pero yo lo ampliaría a muchísimos trabajadores, muchísimas personas indígenas que se ven obligados a migrar”.
“La injusticia es doble, primero tener que salir y luego ser recibido por gente que va a exportarte y se va a aprovechar de ti”.
Después del estreno de la cinta Roma (2018), de Alfonso Cuarón, el foco se dirigió a este sector vulnerable que representan las trabajadoras del hogar por la carencia de derechos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló que los empleadores afilien a las trabajadoras al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
No obstante, aunque es un cambio histórico, 99.2 por ciento de las trabajadoras del hogar en México aún carece de un contrato laboral que las respalde, según informó Organización Internacional del Trabajo (OIT) en marzo pasado.
Para Sala más que un cambio de leyes, las acciones deben nacer de la reflexión de cada individuo.
“Habrá leyes y habrá campañas, y habrá gente en esa hipocresía del ‘sí, vamos a cuidar los derechos’, pero realmente no quieren que cambie nada”.
“En México este año se implementaron muchos derechos, bien pero no los vamos a cumplir, por supuesto que no los vamos cumplir, ésa es la gravedad del asunto”, agregó con decepción Sala.
Sin embargo, Xavi Sala destaca que el cine es un canal que sirve para denunciar alguna problemática que dé paso poner el tema sobre mesa, iniciar un debate e inducir a la reflexión del individuo.
“El cine es un medio impresionante para denunciar o para plantear reflexión. Yo lo que quiero en mi película es plantear una profunda reflexión y hacer preguntas para que los espectadores saquen sus propias conclusiones. Yo doy los elementos para que cada uno pueda concluir pero no doy las respuestas, es mucho más complejo. Yo no soy el que tiene que dar las respuestas y las soluciones. Son los espectadores y la sociedad en general”.
El Ombligo de Guie’dani llegó desde este viernes las salas de cine comercial y el circuito independiente.
