Sandra Lorenzano
06/10/2024 - 12:02 am
Escribir en las hojas de tus alas
“Consuelo y desconsuelo, amor y erotismo, fertilidad y nostalgia, se convierten en estaciones de un conmovedor viaje”.
Si quieres disfrutar del espectacular
vuelo de los colibríes
levántate temprano,
ensabrosa tus labios con miel
y corre apresurado
a sembrar tu milpa de flores.
Cada obra de Mardonio Carballo, autor de estos versos, es una celebración de la palabra poética. En náhuatl, su lengua materna, o en español, la riqueza, el ritmo, la dulzura y fuerza de sus imágenes, abrevan tanto en la tradición indígena mexicana como en lo mejor de la poesía hispanoamericana. Ecos de Lorca, de Machado, de Rubén Darío o de Rosario Castellanos dialogan con Netzahualcóyotl, el rey poeta, o con creadores contemporáneos de Abya Yala como el guatemalteco Humberto Ak’abal o la juchiteca Natalia Toledo.
Escritor, actor, periodista, Mardonio es uno de los grandes divulgadores de las culturas indígenas de México. En medios escritos, en radio o en televisión -donde ha realizado programas tan importantes como “La raíz doble” (Canal 22) o “Xochikozkatl. Collar de flores” (Radio UNAM)-, se ha comprometido con la defensa de las 68 lenguas indígenas que se hablan hoy en nuestro país. Su activismo lo ha llevado a ser parte de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México y a desempeñarse como Director de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas en la Secretaría de Cultura del gobierno federal. Vale la pena recordar, además, su geniales espectáculos poético-musicales con músicos de la talla de Alonso y José María Arreola, y Juan Pablo Villa, entre otros.
Hoy nos entrega un nuevo libro de poesía que es a la vez un maravilloso objeto artístico: Ni Xochitl Ni Kuikatl.[1] El título, que juega con el modo en que los antiguos mexicanos llamaban a la poesía: “la flor y el canto”, se tradujo como La canción de las flores. Nacida a partir de la invitación que le hiciera la editorial francesa JBE Books, la obra es un diálogo entre los versos de Carballo y la propuesta visual, sutil y sugerente de Fernando Laposse, quien trabaja desde hace años con comunidades de agricultores de México en el desarrollo de materiales realizados a partir de fibras naturales. En este caso, el papel fue hecho con hojas de maíz y vid, y en sus páginas conviven las imágenes poéticas con delicados dibujos de insectos, pájaros y flores, en un canto a la diversidad de la vida.
Con cuarenta poemas breves, que parecieran amalgamar la tradición indígena y el haikú japonés, y nueve poemas extensos, el poeta hace de los elementos naturales -árboles, serpientes, plantas- un espejo de las emociones humanas, que a su vez son reflejadas por aquellos. Consuelo y desconsuelo, amor y erotismo, fertilidad y nostalgia, se convierten en estaciones de un conmovedor viaje.
Cuando niño
era un placer ir por los ríos
en busca de lirios
para amarrarlos a las trenzas
de mi madre.
Así nos dijeron.
Como los lirios se multiplicarán
sus cabellos,
no morirá nunca,
así cuenta el mito.
Nos mintieron
hoy no hay más lirios
ni ríos
ni río
ni tú.
Esta orfandad que marca muchos de los versos más recientes de Carballo busca cobijo en los minúsculos elementos de la tierra, como en estos dos poemas:
Cae la hoja / echa raíz nuestro dolor / mañana florecerá.
Libélula / si me monto en tu lomo / llegaré adonde nuestros muertos / aún están viviendo.
Pero de pronto la melancolía se vuelve cuerpo y deseo, guiño pícaro, sensualidad. Huele mi flor / chúpala un poquito / bebe de su agua / abeja / dame un pellizco.
El libro inicia con una suerte de prólogo en el que Alberto Manguel, con la sabiduría y sensibilidad que lo caracterizan, sitúa los versos de Mardonio Carballo dentro de la tradición del “mundo como libro”, en la cual el cosmos -naturaleza, cultura, historia- ofrece los signos que el poeta traduce a palabras: del inabarcable universo al mínimo aleteo del colibrí, lo inefable se vuelve metáfora.
Hay un segundo texto introductorio titulado “Escuchando la canción”, en el que el especialista en las antiguas culturas de México, Patrick Saurin, analiza la obra de Mardonio desde este marco histórico-poético, destacando el cuidadoso trabajo sobre la lengua náhuatl, así como el vínculo con lo “viviente no-humano” considerado maestro de vida: El árbol no se inmuta, / esquiva al viento, / no discute: / baila.
La canción de las flores, publicado en tres versiones: náhuatl-español, náhuatl-francés y náhuatl-inglés, representa, entre otras cosas, el reconocimiento internacional a la muy rica literatura contemporánea en lenguas indígenas que existe en México, lo que también es, sin duda, un modo de reconocer la fuerza creativa de nuestras sociedades.
“Del fuego del corazón de la tierra nace toda creación. Ni xochitl, ni kuikatl es un homenaje a ella. Apenas un acercamiento a la brutalidad de su belleza”, escribe Mardonio. Del fuego del corazón de la tierra nacen las páginas imprescindibles de este libro.
Mariposa blanca:
acércate,
quiero escribir
un recado
en las hojas de tus alas.
[1] Ni xochitl, ni kuicatl. La canción de las flores, París, JBE Books & Oerrier-Jouët, 2023.
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