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Chef, fotógrafo y ¿Jedi?: Francesco Mattucci y la comida que levita

07/07/2017 - 12:00 am

Hay algo hipnótico en su cuenta de Instagram. Ahí vuelan pastas, huevos, galletas y utensilios sólo porque el cocinero decidió sacarlos de contexto y como parte de un juego, armar montajes que cambiaran la manera en la que la comida es usualmente vista.

Por Esteban Ordoñez Chillarón, Yorokobu

Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo/ElDiario.es).– Francesco Mattucci congrega en su cuenta de Instagram a miles de personas enganchadas a ver cómo flotan los alimentos y los utensilios de cocina. Su cuenta, Kitchen Suspension, hace volar botellas, sartenes, plátanos pelados, huevos o especias. Hay algo hipnótico en las imágenes: más de 50 mil usuarios siguen la cuenta.

Es un divertimento visual. Mattucci disfruta creando montajes en los que los objetos se levantan al dictado de las manos, como si fuera un maestro Jedi. Le gusta ver volar el pescado y la pasta porque “no coincide con la manera reglada de los retratos y la representación habitual de la comida y los utensilios de cocina”, cuenta a Yorokobu.

Su idea era llevar el caos a un mundo lleno de reglas, “trampear la forma en que habitualmente se fotografían los alimentos”. “El proyecto empezó de manera casual. De una suerte de juego irónico de esparcimiento de objetos en expansión pasó a ser una obsesión por la colocación de los alimentos”, cuenta. Lo que más seduce a Mattucci de la fotografía, como expresó en Gazetta di Modena, es el encanto de la incertidumbre: por eso lanza todo al aire, para ver qué pasa.

La inspiración provino de la ola mediática gastronómica. “Los programas de televisión sobre comida, las competiciones de cocina, la fotografía de comida… Todo esto está en lo más alto”. Algo nos está haciendo girar la vista hacia los fogones, algo nos ha hecho encontrar en los sofritos y las sopas una fuente de espectáculo.

Esa es la tendencia por la que navega Mattucci y a la que aporta matices irónicos que confunden: no sabemos si sus ingredientes voladores vienen a confirmar la obsesión actual por la cocina o si, por el contrario, pretenden ofrecer un contrapunto sarcástico llevando a un extremo absurdo la sofisticación y la autoridad con que se está invistiendo a los chefs, o sea, burlarse de la magia de la cocina.

Otro de los ensambles del chef. Foto: Instagram @kitchensuspension

En lo que se refiere a la representación, Francesco Mattucci encuentra un potencial en la cocina que difícilmente supera otra habitación de una casa. «La cocina es la habitación alrededor de la cual todas las otras habitaciones orbitan en el sentido de organizar los espacios. No es un entorno cerrado, tiene grandes puertas correderas que hacen de ella un set de fotos natural para toda actividad que se ubique dentro, tanto si estás cocinando como llenando el lavavajillas o abriendo una botella de vino», reflexiona.

Desde hace unos años, con el estallido de las redes sociales y la expansión de los móviles inteligentes con cámaras de gran calidad, los platos y las bebidas han ido sumando a su valor nutricional y estético un valor comunicativo. Las recetas que comemos y compartimos configuran nuestra imagen social.

“Hay una transición entre el objeto y la representación del mismo que le altera su papel inicial y su mensaje. Marshall McLuhan, un gran sociólogo de la comunicación, argumentó que el medio es el mensaje. Creo que esta consideración sigue siendo todavía muy moderna”. Mattucci, a la vez, se retrae a Marcel Duchamp con el Portabotellas y a la sopa Campbell de Andy Warhol para fundamentar su interés en la cotidianidad más funcional como fuente de materia artística.

El autor de Kitchen Suspension no es fotógrafo profesional, más bien se define como amateur. Fue, precisamente, la evolución de la fotografía en su faceta esencialmente comunicativa lo que le sedujo para acogerla como una herramienta más de su profesión de gestor de redes.

Hay diversión y juego, pero también planificación. El proyecto fue exclusivamente diseñado para Instagram: “En esta red social se publican 90 millones de imágenes cada día y necesitas algo que pueda sorprender al instante”.

El vino espumoso sale de una botella recreando el hongo de las explosiones nucleares mientras el corcho flota como una sonda espacial a la deriva; una cafetera en marcha se desmiembra en el aire. Estas composiciones atraen a la manera de los discos hipnóticos o los mandalas, nos generan una atención despreocupada que tras cuatro o cinco imágenes resulta adictiva.

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