En 2013, investigadores enviaron varias pruebas al laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, y se determinó que poseían una coincidencia genética del 96 por ciento con el COVID-19. Éstas provenían de personas que habían tenido contacto con murciélagos.
Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).- Hace siete años, el Instituto de Virología de Wuhan, en China, recibió algunas muestras de un virus con genética muy parecida a la del nuevo SARS-CoV-2. Dichas muestras provenían de seis trabajadores que laboraban en una antigua mina de cobre, infestada de murciélagos.
De acuerdo con un artículo publicado por el diario británico The Sunday Times, en 2013, investigadores enviaron las tomas al laboratorio y se determinó que poseían una coincidencia genética del 96 por ciento con el COVID-19.
El medio inglés reveló que tres de las seis personas perdieron la vida probablemente contagiados por un murciélago, pues trabajaban limpiando las heces de los mamíferos que ahí habitan.
Al enterarse del caso, la investigadora del Instituto de Virología de Wuhan, Shi Zhengli, se dio a la tarea de estudiar la mina ubicada en la provincia de Yunnan.
La “mujer murciélago” (como es conocida por su familiaridad con esas cuevas) reiteró en un artículo publicado en febrero de 2020, que el COVID-19 era un 96.2 por ciento similar a una muestra del coronavirus bautizado RaTG13, obtenido en Yunnan en 2013. Por lo que advirtió que el SARS-CoV-2 es únicamente la punta del iceberg.
A decir de los científicos disidentes citados por The Sunday Times, las diferencias mínimas que existen entre ambas muestras pueden significar décadas de evolución.
Con relación a esto, el director del Instituto de Virología de Wuhan dijo en mayo que es casi imposible que el COVID-19 se filtrara de sus laboratorios toda vez que no tenían en su poder alguna copia del RaTG13.
Esto en respuesta a las afirmaciones del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su Secretario de Estado, Mike Pompeo de que el virus se había originado en aquel instituto.