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GGL: Aliados en medios

El periodista Jesús Lemus cuenta cómo García Luna benefició a las televisoras

07/07/2021 - 9:30 pm

La relación entre Genaro García Luna y las dos principales televisoras, Televisa y TV Azteca, fue crucial para que el Gobierno de Felipe Calderón formulara una narrativa en la que se mostraba a la Policía Federal como una corporación eficiente.

Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).– La imagen de una corporación de excelencia que buscó construir Genaro García Luna, como Secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón Hinojosa, en torno a la Policía Federal se valió de una importante campaña mediática en la que Televisa y TV Azteca jugaron un papel primordial, como se plantea en el libro El Licenciado (Harper Collins, 2020), del periodista J. Jesús Lemus.

Un antecedente clave en esta relación con las televisoras sucedió el 9 de diciembre de 2005, en la recta final del Gobierno de Vicente Fox Quesada, cuando el noticiero “Primero Noticias”, conducido por Carlos Loret de Mola, realizó un gran despliegue para mostrar “en vivo” la captura de la banda de presuntos secuestradores y la liberación de sus víctimas.

Después se supo que en realidad todo fue un montaje orquestado por la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), a cargo de Genaro García Luna, con la participación de Televisa, que transmitió para miles de mexicanos el espectáculo mediático en el que detuvieron a Israel Vallarta y la ciudadana francesa Florence Cassez, acusados de liderar la banda de secuestradores de Los Zodiaco.

Tras un conflicto diplomático entre Francia y México, la francesa Cassez fue liberada en 2013 por violación de sus derechos, pero Vallarta no corrió la misma suerte y sigue encerrado sin juicio más de 15 años después.

Ya como Secretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Felipe Calderón, Genaro García Luna empleó a Televisa y a TV Azteca para recomponer la imagen de la Policía Federal —institución que él fundó— a través de un programa de televisión y de una estrategia mediática en las regiones más violentas y con mayor presencia del crimen organizado, explica Lemus en el apartado “Televisa, el gran aliado de la farsa”, de su libro El Licenciado.

El texto da cuenta de cómo el 28 de junio de 2010 la Secretaría de Seguridad Pública firmó un contrato con Televisa para llevar a la pantalla de televisión una serie de ficción que terminó llamándose El equipo, la cual pretendió impactar de manera positiva en la imagen que se tenía en ese entonces de esa corporación, principalmente antes las bajas que había en su interior a causa de la Guerra contra el narcotráfico que inició en 2006 el Presidente Calderón.

No obstante, señala Lemus, ante el nulo efecto que tuvo el programa, García Luna buscó otras fórmulas para su cometido de mostrar una imagen de una policía eficiente. De esta manera, impulsó en estas televisoras una campaña de difusión que hablaba del nuevo modelo de policía y que “ponía énfasis en el re­clutamiento de nuevos cadetes para la seguridad del país”. 

Los pormenores de esta relación de alianza entre las televisoras y García Luna son expuestos por J. Jesús Lemus. SinEmbargo publica el siguiente fragmento del libro El Licenciado (Harper Collins 2020), de J. Jesús Lemus, con la autorización de la Editorial Harper Collins.

El Licenciado de J. Jesús Lemus. Foto: Cortesía Harper Collins.

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TELEVISA, EL GRAN ALIADO DE LA FARSA 

De todos esos enfrentamientos, sin duda los que más golpearon el ánimo no sólo de los encargados de la seguridad a nivel nacional, sino de la población que ya veía perdida la guerra contra el narco, fueron el del 13 de julio de 2009, cuando 13 policías federales fueron masacrados en las inmediaciones del municipio de Nueva Italia, Mi­choacán, y el del 14 de junio de 2010, en Zitácuaro, donde embosca­ron a 12 efectivos. 

De ahí la urgencia de implementar una campaña mediática que motivara a los policías llevados a la guerra contra el cártel michoa­cano y que mostrara ante los ojos de la población a un gobierno con un esquema de seguridad fortalecido, siempre bajo la convicción de que se estaba haciendo lo correcto para frenar a los grupos delictivos, los cuales se habían vuelto incontenibles. Fue así como se ideó la es­trategia de permear en el ánimo de la sociedad a través de un progra­ma televisivo que destacara el valor, la honestidad y el compromiso de servicio de la Policía Federal, sin importar su costo económico. 

El 28 de junio de 2010 se firmó un contrato entre la SSP y Televisa para llevar a la pantalla de televisión una serie de ficción que se titu­laría Policía Federal: héroes anónimos, pero que por razones de mer­cado terminó llamándose El equipo. Esta serie, que constaba de 13 episodios y que García Luna supervisó directamente, tuvo un costo de 118 millones 116 mil 880 pesos. El pago fue acordado por los fun­cionarios de la SSP Alejandro Sosa Arciniega, director de Recursos Materiales y Servicios Generales; María Luisa Olivas Caro, directora de Prevención del Delito y Participación Ciudadana, y Verónica Pe­ñuñuri Herrera, directora general de Comunicación Social, firmantes del convenio con Televisa. 

La obsesión de control de García Luna llegaba a tal grado que él mismo fue quien aprobó el casting de los actores principales de la serie, y a él se le atribuyen la construcción y los nombres de los personajes. Entre esos actores estaban Alberto Estrella, que interpre­tó a Santiago; Zuria Vega fue Magda, la heroína de la serie; Alfonso Herrera era Fermín y Fabián Robles llevaba el nombre de Mateo… Cuatro nombres muy grabados en la psique del secretario de Seguri­dad Pública. 

Promocional de la serie El Equipo. Foto: Captura de pantalla.

La serie no tuvo el impacto deseado. Pasó sin pena ni gloria entre las audiencias. No logró borrar del imaginario colectivo la sensación de derrota que generó el número de bajas de la PFP. Ya no eran úni­camente los 312 policías asesinados en enfrentamientos, sino los 701 policías heridos de bala (247 en 2009, 305 en 2010 y 150 en 2011), registrados como bajas en 27 enfrentamientos que se suscitaron en esos años en Aguascalientes, Baja California, Campeche Chiapas, Chihuahua, Coahuila, el entonces Distrito Federal, Durango, Estado de México, Jalisco, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Mo­relos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, Pue­bla, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Veracruz. Cada uno de esos registros hablaba del fracaso de la estrategia de seguridad del gobierno federal.

Por eso, en 2011 García Luna ordenó intensificar la estrategia me­diática para mejorar la imagen de su guerra: el 13 de mayo ordenó a Televisa y TV Azteca una campaña de difusión que hablaba del nuevo modelo de policía, en el cual, desde su óptica, se había convertido la PFP. Por esa campaña, la cual diseñó Televisa y ponía énfasis en el re­clutamiento de nuevos cadetes para la seguridad del país, se pagaron 7 millones 966 mil 841 pesos, mientras que TV Azteca, por el mismo contenido, cobró 2 millones 175 mil 429 pesos.

Dado que esta estrategia de información estaba dirigida a la so­ciedad y a las filas de la PFP para levantar los ánimos, ello se reflejaba en el convenio firmado con Televisa, cuya petición explícita era la difusión de la publicidad en las localidades asoladas por la delincuen­cia, aquellas que en esos momentos reportaban el mayor número de policías asesinados y heridos en combate. De modo que la pauta pu­blicitaria se focalizó sólo en los 39 municipios más violentos del país, donde, para mayo de 2011, se contabilizaba el 46 por ciento de todos los homicidios dolosos del país, resultado de la lucha entre los cárteles por el control del trasiego de drogas. 

Entre las localidades donde se pidió la transmisión de los anun­cios del nuevo modelo de policía y el llamado al reclutamiento, den­tro del horario estelar de la teleserie El Equipo, estaban Acapulco, Aguascalientes, Cancún, Ciudad Cuauhtémoc, Delicias, Ciudad Juárez, Ciudad Mante, Obregón, Ciudad Victoria, Chihuahua, Chil­pancingo, Colima, Cuernavaca, Culiacán, Durango, Ensenada, Gua­dalajara, Hermosillo, Iguala, Ixtapa­Zihuatanejo, León, Los Mochis, Matamoros-­Reynosa, Mazatlán, Mérida, Mexicali, Monterrey, More­lia-­Uruapan, Nogales, Nuevo Laredo, Querétaro, San Luis Río Colo­rado, Tampico, Tapachula, Tijuana, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa, Zacatecas y Zamora. Eran, al mismo tiempo, las zonas urbanas que se disputaba el Cártel de Sinaloa, del que era aliado la PFP, con Los Caballeros Templarios, el Cártel del Golfo, Los Zetas y el CJNG. 

Esa no fue la cúspide de la estrategia oficial de bombardeo infor­mativo a la sociedad para aparentar una situación cada vez más ajena a la realidad sobre la guerra contra el narco. El 8 de abril de 2011, la representación de la SSP y el área jurídica de las televisoras de Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego firmaron un nuevo contrato de publicidad que dotaba de una imagen a la PFP y su labor de servi­cio social. Se aprovechó la proximidad de las vacaciones de Semana Santa, haciendo hincapié en el profesionalismo de los elementos de la corporación —entre los que permeaba la certeza de complicidad de algunos mandos, encabezados por García Luna, con la cúpula de los cárteles de Sinaloa y los hermanos Beltrán Leyva—. El pago gi­rado a Televisa por ese nuevo convenio fue de 997 mil 825 pesos, en tanto que TV Azteca facturó un millón de pesos. 

García Luna fue uno de los artífices de la estrategia de seguridad de Felipe Calderón. Foto: Gabino Acevedo, Cuartoscuro.
García Luna fue uno de los artífices de la estrategia de seguridad de Felipe Calderón. Foto: Gabino Acevedo, Cuartoscuro.

Ante la imposibilidad de dar buenas noticias sobre el combate al narcotráfico, a manera de contraprestación por las jugosas utilida­des que dejó la campaña de la PFP, las dos principales televisoras del país abrieron los espacios de sus noticiarios para difundir ampliamente las acciones de la corporación contra el secuestro. Uno de los casos más notables fue la desarticulación de la banda de secuestra­ dores Los Gatos, cuya cobertura se mantuvo viva durante tres días en todos los espacios informativos de Televisa y de TV Azteca.

La banda de Los Gatos fue presentada como una peligrosa célula criminal que encabezaba Hilario López Morales, alias el Gato, a quien se le acusaba de por lo menos cinco secuestros en la zona de Zitácua­ro, Michoacán. Ahí se le reconocía no tanto por secuestrador, sino por estar vinculado a la cúpula de La Familia Michoacana, bajo las órdenes de Madrigal Moreno, el Llavero. Este operaba impunemente gracias a sus buenas relaciones con diversos funcionarios federales y del gobierno de Michoacán, entre ellos Ascensión Orihuela Bárcenas, de quien era compadre, según consta en la averiguación previa PGR/ SIEDO/UEIDCS/131/2010. 

El equipo de investigación de García Luna siempre estuvo tras la pista del entonces diputado federal Orihuela Bárcenas, no tanto por los indicios de su conexión con La Familia Michoacana, a través de su compadre López Morales, sino porque, como congresista del PRI, en­tre 2006 y 2009 se distinguió por sus cuestionamientos de la estrategia nacional de seguridad y el desgobierno ocasionado por la administra­ción de Calderón Hinojosa en Michoacán. 

De acuerdo con la citada averiguación previa, que contiene la de­claración del testigo protegido “Emilio” (Onofre Hernández Valdez), Orihuela Bárcenas fue un colaborador cercano del cártel michoacano entre 2006 y 2009. “Emilio” también lo señaló de mantener nexos con Guzmán Loera y con las actividades ilícitas de su compadre el Gato. No obstante, García Luna nunca tuvo elementos para llevarlo ante la justicia, como sucedió luego con el Gato, a quien la PFP buscó por el asesinato de un policía federal, decapitado en la comunidad de La Coyota, cerca de Zitácuaro. 

La PFP nunca contó con sustento judicial que demostrara que di­cho asesinato, ocurrido el 5 de marzo de 2010, había sido obra del Gato. Por eso se valió del testigo protegido “Emilio”, con el fin de imputarle al menos cinco secuestros como copartícipe. Esas declaraciones fueron suficientes para que un juez federal le dictara orden de apre­hensión. Al Gato lo sentenciaron a 60 años de prisión, junto con su cómplice Nabor Pérez Chaires, el Dieciséis. 

Otra información que las dos principales televisoras exaltaron como logro ante la falta de resultados en el combate al narcotráfico fue la desarticulación de la banda de secuestradores La Trokita, que operaba en Ciudad Juárez, Chihuahua, bajo el liderazgo de Rafael Méndez Torres, el Niño. El operativo llevó a la detención del cabe­cilla, junto con César Adrián Aranda Aguilera —el Pato—, Vicente Balderas, Sergio Bernal Granados —el Bolo— y Víctor Hugo García Martínez. 

La difusión televisiva en la zona urbana de Ciudad Juárez se rea­lizó a manera de menciones en los noticiarios de Televisa y TV Az­teca, que cobraron entre 75 mil y 120 mil pesos por cada referencia al caso a lo largo de cinco días, lo cual se acordó mediante los conve­nios de publicidad firmados el 17 de febrero de 2012. Televisa facturó 3 millones 999 mil 785 pesos, y TV Azteca, 3 millones 259 mil 394 pesos. Esta campaña fue maquillada en la orden de adquisición de los servicios publicitarios bajo el nombre de “Juarez1”, a fin de evitar implicaciones legales que beneficiarían a los detenidos por citar sus nombres a costa del erario. 

Genaro García Luna, Secretario de Seguridad Pública Federal y Facundo Rosas Rosas, uno de sus hombres de confianza. Foto: Luis Carbayo, Cuartoscuro.
Genaro García Luna, Secretario de Seguridad Pública Federal y Facundo Rosas Rosas, uno de sus hombres de confianza. Foto: Luis Carbayo, Cuartoscuro.

Al mismo tiempo que los noticiarios mencionaban a los inte­grantes de La Trokita como parte de la campaña “Juarez1”, se difun­dió como logro la captura de la banda de secuestradores Los Rojas, la cual fue inflada mediáticamente al posicionarla como una célula delictiva de alcance nacional, cuando en realidad operaba sólo en algunas colonias de Ciudad Juárez. La encabezaba Rogelio Mora­les Barrientos, alias el Rojas, con la complicidad de Ismael Valadez —el Mayel—, Javier Ribota Talavera, Nancy Lilia Núñez Borja, Feli­pe Arellano González y Yolanda Rueda Román, quienes habían co­metido ocho secuestros por los que pidieron rescates de entre 50 mil y 200 mil pesos. 

Pese a la poca monta criminal de la organización que, a decir ver­dad, fue detenida por la policía estatal de Chihuahua, la SSP no tuvo empacho en firmar, el 27 de julio de 2012, dos convenios de publi­cidad con Televisa y TV Azteca para pagar un millón 999 mil 999 pesos a cada empresa, con el objetivo de transmitir spots de televisión que presentaran a este grupo delincuencial como uno de los principa­les logros a presumir del secretario García Luna, en ocasión del anun­cio promocional del VI Informe de Gobierno de la administración de Calderón Hinojosa. 

Bajo este mismo convenio publicitario, también fueron difundi­dos como resultados exitosos las detenciones de los secuestradores José Antonio Jiménez Cuevas, el Niño, supuesto líder de una banda sin resonancia nacional que operaba en la Ciudad de México y que en realidad era un miembro más de la banda de Los Tiras, ligada a los hermanos Beltrán Leyva; Octavio Sánchez Escárcega, el Charly, a quien se hizo pasar como cabeza de Los Toluca, pero sólo era inte­grante de Los Petriciolet; José Jiménez Cuevas, acusado de encabezar una célula de secuestradores, cuando no era más que un informante y distribuidor de drogas al menudeo en la Ciudad de México al servicio del narcotraficante colombiano Carlos Fabián García Castaño, el Co­locho, también detenido y anunciado como un trofeo. 

Otros detenidos de poca relevancia, pero igualmente incluidos en el paquete de delincuentes a promocionar en la televisión nacional, fueron Francisco Javier Carmona Rangel, el M60, acusado de diri­gir la banda de secuestradores Los M60, así denominada por la PFP y clasificada como encargada de La Familia Michoacana en los mu­nicipios mexiquenses de Ecatepec, Coacalco, Naucalpan y Tultitlan, cuando solamente era uno de los 35 narcomenudistas al servicio de la Tuta en el Estado de México; Manuel de Jesús Lugo Bretón, el Tartas, de quien la televisión dijo ser el jefe de tres organizaciones de secues­tro llamadas Los Tartas, Los Cruz y Los Chatos, pero lo cierto es que era un narcomenudista en la nómina de los hermanos Beltrán Leyva y operaba en la entonces delegación capitalina Gustavo A. Madero.

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