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Hilda García

07/08/2013 - 12:00 am

Sin margen de error

Emilio Chuayffet, Secretario de Educación Pública, reconoció apenas hace unos días que los libros de texto gratuitos que serán entregados a los alumnos de primaria para el próximo periodo escolar tienen 117 errores ortográficos. Para sortear el problema, decidió esta misma semana hacer un acuerdo de colaboración con la Academia Mexicana de la Lengua a […]

Emilio Chuayffet, Secretario de Educación Pública, reconoció apenas hace unos días que los libros de texto gratuitos que serán entregados a los alumnos de primaria para el próximo periodo escolar tienen 117 errores ortográficos. Para sortear el problema, decidió esta misma semana hacer un acuerdo de colaboración con la Academia Mexicana de la Lengua a fin de evitar errores para el próximo periodo escolar.

De acuerdo con la versión oficial, como parte de este proceso de corrección y mejora en los libros de texto, se elaborarán manuales que serán entregados a los profesores en los que se indiquen los errores que contienen los libros y junto con los alumnos quienes corrijan estas fallas, mencionó el funcionario. Sin embargo, ¿por qué no hay un responsable?

Se abren nuevos acuerdos con un organismo adicional en vez de hacer funcionar lo que ya tenemos en la misma administración pública. Me agrada la participación de la Academia Mexicana de la Lengua, pero ¿es que acaso no tenemos organismos que están a cargo de los libros de texto?

Cuando se habla de educación se habla del aparato productivo de un país, del crecimiento económico de una familia o de la satisfacción por aprender, compartir o disfrutar una buena lectura, una buena charla o tomar una decisión democrática.

Los libros de texto, los únicos que muchas veces tienen los niños en edad escolar, vienen con errores.  Y ¿cómo es que esto puede ocurrir cuando tenemos una Secretaría dedicada a la educación y se sabe que cada año inicia un ciclo escolar? ¿Cómo puede ocurrir cuando existe toda una Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos fundada desde 1959 y que, asumimos, sabe hacer su trabajo?

Para Chuayffet es un hecho “imperdonable” que haya tantos errores, pero no asumió ninguna responsabilidad como funcionario de Educación, y a prácticamente ya un año de que el PRI ganó las elecciones, acusó al gobierno de Felipe Calderón de haber impreso los 255 millones de ejemplares con todo y errores.

Según Chuayffet, cuando ellos llegaron al poder ya no había forma de parar la impresión de esos libros porque no hubieran estado a tiempo para el ciclo escolar. Y ya que tampoco fue culpa de la SEP ni del actual gobierno, tampoco fue, en voz del Secretario, responsabilidad de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. Siendo así la cuestión, ¿quiénes tienen la responsabilidad de hacer buenos libros que permitan a los niños educarse? ¿Desde enero de este año no pudieron tomarse decisiones importantes que evitaran la salida de esos libros o al menos de revisarlos antes de su impresión por gente competente, por toda una cuadrilla de correctores y académicos y no por un freelancer de tres mil pesos como dijera el mismo director actual de la Comisión?

Enfrascados en el debate, el Director General de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, Joaquín Díez-Canedo, le puso más carne al asador. Para él, según declaraciones hechas al periódico Milenio, no sólo no vale la pena buscar a los responsables de los errores porque “podría tratarse de un corrector de estilo freelance que gana tres mil pesos (235 dólares)”.

¿Qué? O más bien debería ser ¿QUÉ? ¿Eso es lo que se paga a una persona con tal responsabilidad? ¿Cuánto gana un empleado fijo de la Comisión? ¿Es que acaso no hay un personal o tienen todo un departamento que pueda corregir errores y estar al pendiente de la educación de millones de niños y jóvenes en el país?

De acuerdo con su propia página oficial, la Comisión, en el apartado al que se refiere sobre su historia, dice: “Así nació la idea de crear la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG), con la visión de que el libro de texto gratuito, además de un derecho social, fuera un vehículo que facultara el diálogo y la equidad en la escuela”.

Si el libro de texto es un derecho social que debería permitir la facultad al diálogo y a la equidad, razón de más para enojarse por 100 errores o 50. Lo importante es que si queremos tener un México sin tantos “ni-nis”, un México con mayor nivel de competitividad comercial o con una mejor calidad de vida para sus habitantes, la educación no debería tener ningún margen de error.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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