Un estudiante de San Luis Potosí recorrió América, de Alaska hasta Argentina, en 115 días y cinco horas, marca con la que estableció un nuevo Récord Guinness. En entrevista, el pedalista explicó que en México existen deportistas aptos, pero que “no sabemos ubicar” debido a que en el país hace falta una adecuada administración en el deporte. En ese sentido, el ciclista planteó que las instituciones deben tener gente profesional para que identifiquen a los prospectos deportivos.
Por Rubén Pacheco
San Luis Potosí, México, 7 de agosto (SinEmbrago/El Pulso).- En un país donde la juventud está abrumada por la inseguridad, el desempleo, la indiferencia y demás obstáculos para el progreso, Carlos Santamaría Covarrubias, estudiante universitario potosino decidió convertir la teoría, la aritmética y la física de las aulas que diariamente lo acompañaban, en una travesía humana contada por pocos y destacada a nivel mundial.
El resultado de las integrales y el cálculo diferencial pasó a segundo término cuando Carlos aspiró los aires argentinos, aquellos donde Diego Armando Maradona se regocija o Gustavo Cerati respiró por última vez, esa última parada histórica trascendió fronteras: el oriundo de San Luis Potosí había roto la marca de un escocés que en 125 días recorrió América, de Alaska hasta Argentina. Esta vez el joven mexicano estableció el Récord Guinness en 115 días y cinco horas.
Cansado de pedalear, con los dedos meñiques de los pies deformados por la presión ejercida y las llantas desgastadas de su bicicleta color negro, Carlos Santamaría sonrió mientras volteaba al cielo, como quien recibe la bendición del Todopoderoso, pues aquella salida de Alaska concluía con dolor muscular severo, temperatura y deshidratación.
Atrás quedó la gélida Alaska, los osos grizzly de Canadá, los maras salvatruchas de El Salvador, las dunas de Perú, las grandes altimetrías de Colombia, la inseguridad de México, el rencor de Panamá por la eliminación en la Copa Oro con un penal falso, recuerda el hombre más veloz en cruzar América en un biciclo.
Si bien en la niñez su máximo regocijo era estar actualizado de los videojuegos y romper las marcas, además de practicar el taekwondo, una tarde al ver la bicicleta antaña de su abuelo se despertó una chispa, cual explosión de Usain Bolt cuando rebasa a sus contrincantes en la pista de tartán, Carlos se dio cuenta que había despertado el deseo de pedalear sobre la carpeta asfáltica: era un hecho, estaba por iniciar un trayecto kilométrico.
Más tarde ese recuerdo se cristalizó, antes de viajar por todo el continente americano, el pedalista de fondo realizó viajes de Alaska a México, y de San Luis Potosí a Acapulco, ambos en biciclo en 2012. Además, en 2013 sumó otra distancia: San Luis Potosí a Belice y de regreso, por lo cual, no era descabellado aventurarse de polo a polo.
Solo los expertos del ciclismo pueden equiparar lo hecho por Carlos Santamaría con el fenómeno del Tour de France, el estadounidense Lance Armstrong, tomando en cuenta que durante la preparación el potosino careció de apoyo gubernamental del Instituto Potosino del Deporte (Inpode).
Si bien podría suponerse que el reto sobrehumano tiene un secreto escondido, el viajero sobre ruedas desglosa una fórmula simple: aplicar física básica consistente en distancia y velocidad para determinar el tiempo de traslado, verificando los vectores a través de Google Earth.
A sus 24 años de edad, expone que: “Aquí nos falta administración en el deporte. Yo creo que tenemos gente apta pero no la sabemos ubicar. Necesitamos lugares como el Inpode que apoye a los chavos, a mí no me apoyaron y por ahí (puede que) tengamos alguien que tenga un buen proyecto deportivo, afiliado a alguna federación y no se le esté dando el apoyo suficiente”, señaló.
En ese sentido, el ciclista planteó que las instituciones deben tener gente profesional para que identifiquen a los prospectos deportivos. “No nos quedemos apagados. A pesar de que estamos en una generación de situaciones adversas que están en México con mucha violencia, se puede salir adelante”.
EL FILOSOFAR DE UN INGENIERO
Si bien por su formación académica el resultado es algo inevitable, Carlos señala que es una persona que le gusta filosofar, por ello, valora situado detrás de su bicicleta que no todo se trata de conceptos e ideologías materiales, sino de rebelarse a la lógica humana establecida, aquella recalcitrante idea de valer por el capital.
“La vida es corta y hay que ser aguerridos a lo que queremos. No es una carrera de velocidad sino de resistencia. Soy un chavo de 24 años, y quizá la gente diga ‘hiciste algo muy grande’. Aun no entiendo de qué se trata la vida, sólo hay que entender que pese a las adversidades, es necesario seguir adelante”, enfatiza.
Reconoce que al principio sonaba ridículo plantear recorrer América en un vehículo impulsado solamente por la fuerza de sus piernas y abdomen, sin embargo, la mentalidad y el deseo de romper fronteras mentales y geográficas lo llevaron a conquistar cada oficina migratoria de los 14 países que recorrió.
De los millones de rostros observados y muestras de atención, se dice sorprendido por lo ocurrido al llegar a Panamá, pues a su récord se le pudo restar cuatro horas ya que en territorio canelero le hicieron ver su suerte, es decir, pagó factura por el “robo” hecho a la selección de ese país a manos del árbitro que favoreció al tricolor en la Copa Oro.
Después de observar que estaban jugando con él, cuestionó cuál era el problema de su ligera estadía y si les caía mal, obteniendo una respuesta franca y directa de las autoridades migratorias: “Por supuesto que no nos caen mal: nos robaron una Copa Oro, no recuerdas el penal de Guardado”, le recordaron con muecas de enojo.
Para concluir, aun extasiado de alegría y al mismo tiempo fatigado de la travesía, Carlos Santamaría Covarrubias comentó su última gesta: “Me tomé una foto justo donde Forrest Gump decide detenerse y decir: ya estoy cansado. Él estaba cansado y se regresó a su casa, y a mí todavía me faltaba medio América por recorrer”.
