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Tomás Calvillo Unna

08/03/2023 - 12:05 am

La espeleología de la luz

“Hay una arqueología e ingeniería en las vidas de cada uno”.

“La aventura de los cielos”. Pintura: Tomás Calvillo Unna.

Rendija:

El país atrapado, incluso encarcelado en unos cuantos vocablos; palabra e idioma erosionados, arrojados al consumo inútil de los instantes y sus pasiones. La trampa de los adjetivos, la carencia del verbo, los pronombres todos perdidos y la conjugación posible olvidada. La sintaxis de la Nación despreciada. La dignidad del decir, ignorada.

 

No antes, no después;

los apuntes de la eternidad

en la aventura de los cielos

de cada quien;

una historia propia

al alinear los pensamientos

en el devenir de los segundos

y sus minucias erigidas

en concreciones,

ante los portentos de la Luz;

su enjambre terrestre,

ríos y sangre

que descifran la oscuridad,

el velo estampado

de inconclusas batallas.

Hay una arqueología e ingeniería

en las vidas de cada uno,

implícitas definen estilos

y en ocasiones destino.

Nadie carece

de su propia universidad

a pesar de que se ignore;

saber estudiar aquí,

en este lugar,

entre la raíz de la tierra,

su palpitar y su cúspide.

Buscar las oraciones extraviadas

para no perder las huellas

de quienes encontraron el camino;

ligeros de equipaje

no tuvieron temor en quebrar sus espejos,

ante las tormentas de lluvia y arena;

y las más dolorosas:

las psíquicas,

que arrasan sembradíos y huertos,

afectos y tareas,

paisajes, memoria, voluntades

y la esperanza,

este último puente colgante

que cruza los abismos de toda existencia:

el vaivén de las caravanas de familias

en las dunas de sueños y pesadillas;

el desierto del idioma perdido,

sus balbuceos;

las soledades en filas y espirales

adheridas a monótonos edificios

y escarpados rascacielos,

donde se aferran lo últimos alientos

a los muros de cemento del silencio

y sus ventanas de azoro.

Alejar la ilusión que embauca;

permitir a la imaginación que tome su lugar

confiar en sus pasos y sobresaltos,

en ese ritmo que le pertenece;

saber del dilema que acompaña

a manera de sombra este trayecto.

La frescura, su contundencia, nos asiste

en los intersticios que las rutinas opacan:

el filtro de ternura que suele sorprendernos,

su emanación

advierte de ese algo más

tras las cortinas del entendimiento:

el abandono de la identidad asumida;

saber así del impecable conocimiento:

la compasión,

su bálsamo,

el elixir tan buscado…

Pd. Estas palabras escritas en lengua arcaica

sobre los muros que sostienen

la geométrica bóveda de azulejos:

el íntimo homenaje arquitectónico de la aspiración

que enfrenta la orfandad y la niega,

convierte su razón en una fortaleza;

ataja los vientos huracanados

que en unos cuantos minutos recuerdan

nuestra condición de huéspedes.

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