Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Híbridos transgresores o sobre la literatura de la Novia del viento

08/09/2018 - 12:03 am

Leonora Carrington sigue ejerciendo una fuerza magnética sobre aquellos que se acercan a su obra. A pesar de ser una pintora célebre, también es una escritora interesante. Para dar a conocer esta faceta de la artista, Lourdes Andrade, quien fuera una de las estudiosas más relevantes del surrealismo, nos comparte la complicidad especial que estableció con la autora desde muy joven, a través de un ensayo excelente sobre la literatura de Carrington.

Por Guadalupe Donají Zavaleta Vega

Ciudad de México, 8 de septiembre (SinEmbargo).- En Leyendas de la Novia del viento de la editorial Artes de México, Andrade entrelaza distintos hilos conductores que nos acercan a comprender la libertad creativa que caracterizó a Leonora. Así, deambulamos entre criaturas híbridas, presupuestos surrealistas, deidades femeninas y recursos rituales para transgredir el mundo profano y acercarnos a la Novia del Viento —como llamaba Max Ernst a Leonora.

Además de acercarnos a las temáticas principales de la obra literaria de Carrington, Lourdes Andrade enlaza su análisis con la conexión personal que sostiene con la artista. De esta manera, nos muestra un mundo envuelto por imágenes de su infancia para hacernos partícipes de la admiración que provoca el estudio del arte surrealista de la Novia del Viento. Andrade nos revela en el prólogo que las fotografías que acompañan sus ensayos fueron tomadas en el convento de Acolman, lugar que la inspiró en su niñez. A los doce años, al ver imágenes de híbridos peculiares se despertaba en ella un sentimiento particular, se dejaba arrastrar por ellos a una realidad distinta. Esto sólo lo volvería a experimentar al conocer la obra de Leonora porque en sus textos encuentra sueños parecidos a los propios: “Entonces descubrí que otra niña había tenido un sueño parecido al mío. Se llamaba Lucrecia, no, Leonora, pero Leonora había soñado a Lucrecia, y Lucrecia, en el sueño, se convertía en caballo. ¡Ya no estaba sola con mis fantasías!” De esta manera, en el libro asistimos a una conjunción, el análisis objetivo de la obra literaria surrealista con la pasión individual de la autora. Andrade nos muestra, en las ilustraciones, a los seres que vio desde su infancia: caballos con cuerpo de sirena, caballos-dragón, pájaros que se enroscan en parejas, demonios y mirasoles, leones con corona.

Entre tantas criaturas fantásticas, tanto las de Andrade como las de Carrington, el ensayo nos dirige hacia la comprensión de los experimentos de la imaginación de la artista. Así, visitamos tópicos como el amor loco, lo lúdico, la búsqueda de lo mítico en culturas arcaicas, y el arquetipo de mujer-niña —que tiene mucho de hechicera, de conexión divina con la naturaleza.

Frescos en los muros de los conventos de Actopan, Acolman e Ixmiquilpan pintados por indígenas. En Lourdes Andrade, Leyendas de la novia del viento, Artes de México, 2001. Fotografías: Jorge Vértiz / Artes de México

El libro se divide en dos capítulos: “Juegos prohibidos” y “La luna y sus consecuencias”. En el primero, el hilo conductor es al anhelo de libertad que acompañó a la autora a lo largo de su vida. Así se revisan cuentos como “La dama oval”, “Monsieur Cyril de Guindre” y “El séptimo caballo”, mediante los cuales comprendemos la íntima relación entre los personajes y la figura del caballo. Esto responde a la asociación totémica que desarrolló Leonora con dicho animal, para ella éste simboliza la libertad. Sus cuentos se entrelazan en la relación de su infancia rebelde a la sombra del control paterno, en Crookhey Hall, con la su huida constante de esta figura represora. Esta rebeldía se conecta con la esencia transgresora de la obra de Carrington, que nos acerca a un mundo regido por la lógica del ritual, el juego y el erotismo: “en estos textos, cargados de fuerza sugestiva, la anécdota es el sustento de lo que más adelante se verá como la nueva moral, la moral revolucionaria —provocadora y desafiante— del surrealismo”.

Frescos en los muros de los conventos de Actopan, Acolman e Ixmiquilpan pintados por indígenas. En Lourdes Andrade, Leyendas de la novia del viento, Artes de México, 2001. Fotografías: Jorge Vértiz / Artes de México

Este mundo sagrado de Leonora también es violento. En el análisis de “La debutante”, por ejemplo, Andrade concluye que: “La sangre, con su poder regenerador, vuelve a derramarse en un sacrificio, a la manera de antaño: la inmolación implica la integración de la propia bestialidad”. En la obra de Carrington hay una conjugación mágico-simbólica que libera a sus protagonistas pero que, al mismo tiempo, demanda sacrificio.

Por otra parte, en “La luna y sus consecuencias” la figura central es la mujer y el poder divino que adquiere en los cuentos. Además, se habla del amor loco y de las pasiones desbordantes que acompañan a las protagonistas, que suelen ser criaturas híbridas. Tanto Drusille como Juniper, del cuento “Las hermanas”, tienen algo de vampiresas, Virginia Fur, de “Cuando iban por el lindero en bicicleta”, no es propiamente humana. Las mujeres de esta literatura se convierten en seres: “infinitamente más inquietantes en cuanto que son equívocas”. El amor que las rodea se convierte en otra forma de acceder a lo sagrado, de ser parte del juego de transgresión que propone Carrington y que nos explica Andrade; así, Drusille, por ejemplo, “puede ser dura y cruel, y no porque esté desprovista de emociones, sino porque éstas alcanzan en ella una violencia que la desborda”.

Según Andrade, en los cuentos de Carrington somos partícipes de un juego que es a la vez atrayente y terrible. De ahí la experiencia sagrada y, por lo mismo, transgresora que se desprende de su lectura. El mundo sagrado es el desperdicio, el juego; es también la angustia que nos acerca a la experiencia de la continuidad; lo erótico que se convierte en una prolongación de la vida en la muerte, como diría Bataille. Es una fuerza opositora al mundo profano, regulado por convenciones de las que huía la Novia del Viento.

Frescos en los muros de los conventos de Actopan, Acolman e Ixmiquilpan pintados por indígenas. En Lourdes Andrade, Leyendas de la novia del viento, Artes de México, 2001. Fotografías: Jorge Vértiz / Artes de México

Por último, en el epílogo, “Monstruos del alma”, la autora reflexiona sobre la necesidad de seres transgresores como los personajes de los cuentos, los híbridos del convento y la misma Leonora: “intuyo que, en ellos, en sus extrañas anatomías, deben agazaparse inusitadas reservas de rebeldía. Seducen porque son materializaciones de la oscuridad que íntimamente nos inunda y de la cual no podemos desprendernos sencillamente”. Termina así sus Leyendas, que nos ayudan a deambular por la faceta literaria de Leonora Carrington, parte que nos atrapa precisamente por su fuerza literaria y libertaria. Podemos leer este libro como un excelente repaso por los cuentos de Leonora, como una fuente de conocimiento surrealista que dispara en distintas direcciones; también, como otro foco del magnetismo que ejerce la Novia del Viento y que nos presenta una libertad híbrida, ambigua como la obra surrealista.

Consigue el libro Leyendas de la Novia del Viento. Leonora Carrington escritor de Lourdes Andrade a través de la página web de Artes de México https://www.artesdemexico.com/

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