El baterista mexicano ha vivido en los Estados Unidos durante 25 años. Se ha comprado hace poco una casa con sótano en Nueva York, donde compuso los temas, tocó todos los instrumentos, grabó y mezcló todo el disco: Bad Hombre. Es un trabajo oscuro, donde pudo sacar toda su rabia y frustración por alguien a quien le cuesta llamar “Presidente”.
Ciudad de México, 8 de octubre (SinEmbargo).- Antonio Sánchez sea probablemente hoy el músico con mexicano con más fama internacional que existe. Después de ganar varios premios por su trabajo musical en Birdman, la laureada película de Alejandro González Iñárritu, unió fuerzas con el cineasta español Fernando León de Aranoa para hacer el documental Política, Manual de Instrucciones.
Allí puede escucharse su tamborileo emotivo, ese tocar la batería como si fuera el único instrumento que existe sobre la tierra y decir desde allí cosas importantes, trascendentes. Fue el tiempo en que se compró una casa en Nueva York, donde lo primero que miró era el sótano, pues quería tener un estudio de grabación en su casa.
Allí grabó Bad Hombre, una apasionada suite de improvisaciones de tambores solistas, a través de texturas electrónicas que crean fuegos artificiales de autoexpresión y ferviente auto-purga del talentoso músico de 45 años.
Bad Hombre alinea su poderoso mensaje musical con una alerta sociopolítica, basada en la preocupación de Sánchez por Estados Unidos, el país donde reside y por su país natal, México, donde estos días ha venido para ver a su familia (entre ellos su abuelo, el famoso Ignacio López Tarso) y traer solidaridad a sus parientes y amigos.
“He estado en este país por casi 25 años y realmente creo que es un país único de inmigrantes de diferentes razas, orígenes y religiones que en última instancia pueden coexistir. Pero Donald Trump ha agitado un sentido falso, equivocado de nacionalismo. Me han burlado y me han intimidado innumerables veces en las redes sociales porque me opongo abiertamente a las opiniones y políticas de Trump y estoy muy entusiasmado con ello”, dice Antonio, músico desde hace muchos años de Pat Metheny.
“Cuando el trolling adquiere su forma más fea, sería sobre mi herencia mexicana y sobre cómo somos un puñado de sanguijuelas que chupan en los recursos del gobierno. Sobre cómo los agresores pagaron seguramente mi educación, nosotros no pagaríamos impuestos y todo bajaría de esa forma”, añade.
Bad Hombre desata algunos de los tambores más viscerales y variados de la carrera de Sánchez, impulsados por toda la ardiente pasión de un grito de guerra. Bad Hombre confirma a Antonio Sánchez, el baterista como narrador de cuentos, como uno de los músicos más talentosos e innovadores de su generación.
“He seguido un enfoque similar y un proceso creativo para cada uno de mis discos solistas anteriores, tratando de contar una historia a través de buenas melodías, armonías atractivas y sólidos surcos. La narración de cuentos es una parte crucial de mi proceso de composición e improvisación y quería desafiarme a escribir el equivalente de una novela musical. Eso llegó a buen término con mi álbum anterior, The Meridian Suite (una pieza de más de una hora, destinada a ser reproducida ininterrumpidamente desde el principio hasta el final). Pero quería que Bad Hombre contara una historia completamente diferente”, continúa Sánchez.
Simultáneamente, la “banalidad del mal” personificada en la candidatura de Donald Trump puso en llamas los sentimientos de Antonio.
“El arte es un reflejo de la vida. Un nivel sorprendente de ira, frustración y conciencia había crecido en mí debido a la situación política de los Estados Unidos. El surgimiento de Donald Trump y su retórica xenófoba y racista contra los mexicanos y otras minorías me molestó y enojado profundamente porque soy un mexicano nativo y no había otra manera de interpretar su retórica sino como un insulto y una amenaza, esa experiencia dictó qué tipo de historia este álbum iba a decir”.
“Vivimos en una de las peores épocas de la historia política estadounidense. La intolerancia y el odio que las minorías están experimentando diariamente en Estados Unidos es extremadamente peligroso cuando es implementado por algunos de los seguidores más fervientes por Trump. Amigos míos han sufrido abuso verbal y físico”, dice Antonio.
–Háblame del disco…
–Este es un disco para mí muy diferente, que ha marcado una nueva etapa de en mi carrera. El disco de llama Bad Hombre y tiene connotaciones políticas, por lo que está pasando en los Estados Unidos por nuestro actual Presidente. Me cuesta llamarlo Presidente…Es un disco muy experimental, que hice todo en mi casa. Empecé a hacer un montón de improvisaciones. Quería una sonoridad diferente. Tomé la batería acústica y un montón de sonidos electrónicos. No programé nada, toqué la batería antes y metí lo electrónico después. Se lo he enseñado a muchos amigos músicos, entre ellos a Pat Metheny, quien me ha dicho que nunca había escuchado algo así. Lo cual no está nada mal, para el exceso de música que hay ahora.
–¿Qué significa para ti sonoridad?
–Siempre he sido de la opinión de que los bateristas tenemos que esforzarnos el doble para demostrar que somos músicos también. Hay muchos bateristas que le dan mal nombre a la batería definitivamente, porque a veces es utilizada como un evento olímpico más que como instrumento musical. Siempre que hago clínicas estoy haciendo hincapié en la musicalidad y lo melodioso y lo armónico que puede ser una batería. La sonoridad de este disco es muy importante. Yo, como soy jazzista, estoy trabajando con instrumentos muy particulares: un bajo acústico, piano y mi instrumento de vientos predilecto es el saxofón tenor. Entonces estás jugando con esos instrumentos, que tienen una sonoridad muy establecida. Lo que me gusta de este tipo de proyectos es que usas sonidos que no existen. Después de haber hecho Birdman, me empezó a interesar más esos sonidos que evocan imágenes. De pronto estás componiendo en blanco y negro y descubres el color. Eso es para mí la electrónica.
–¿Qué valor tiene el silencio para ti?
–Mucha gente dice que es más importante que las notas que tocas. Y es cierto. El espacio en una composición musical es algo tan importante como las notas que ha escrito. La música en su mejor forma de expresión es cuando hay mucho contraste. Me gusta que el oyente sea tomado por sorpresa, no me gusta que mi música sea predecible.
–¿Has mejorado como compositor?
–He descubierto muchas cosas de mi mente musical, estaban seguramente ahí, pero mi evolución ha llegado a esto por ahora. Por muchos años fui baterista de muchos artistas, luego decidí ser compositor y ahora estoy viendo lo importante que es tener una discografía increíblemente variada. El disco que sigue después de este será un disco de big band, nada que ver con éste.
–¿Quién te inspira, Jack DeJohnette, por ejemplo? Me gusta mucho cuando toca con varios artistas, sus discos en solitarios son un poco raros…
–Sus discos son raros, a veces, es cierto. Jack DeJohnette siempre ha sido uno de mis favoritos, sobre todo porque es alguien muy difícil de imitar. Jack tiene sencillamente una sonoridad, lo que me inspira mucho, además de que es mi amigo. He hablado muchas veces este tema con él y siempre me dice de hacer un esfuerzo por no repetir la cosas. Lo cual es riesgoso, porque estás flotando en el espacio sin saber qué va a pasar y a veces DeJohnette suena increíble, otras veces suena raro. Me gusta mucho Tony Williams, por ser sumamente innovador.
–Pensaba en él al escuchar tu disco…
–Sí, claro. Ahora la tecnología nos permite hacer cosas muy desarrolladas. Si Tony Williams pudiera hacer un disco ahora, con esa curiosidad sónica que tenía, un compositor tan diferente, sería genial. Roy Haynes sigue siendo un personaje que me sigue inspirando. Tiene 92 años y me recuerda a mi abuelo, Ignacio López Tarso, que sigue trabajando y eso lo mantiene joven.
–¿Qué significa tocar con Pat Metheny?
–Las cosas que he aprendido a lo largo de estos 17 años que llevo tocando con él, son grandiosas. Poder aprender de alguien con una discografía tan variada, es algo que me inspira muchísimo. Tiene una ética de trabajo tan poderosa y tan ambiciosa que me encanta estar con alguien que me hace sentir como que no he hecho nada. Tengo que seguir trabajando, no importa las cosas que he logrado, siempre hay alguien que ha logrado mucho más. Pat Metheny es uno de ellos.
–¿Cómo es el tema de los músicos mexicanos de jazz?
–Creo que no somos profetas en nuestra tierra. Me acuerdo cuando venían los grupos españoles, más patéticos y arrasaban con el mercado aquí en México, ese tipo de cosas te hacen entender dónde está la mentalidad mexicana. He tenido un poquito más de popularidad en México, gracias a lo de Birdman y también al hecho de que me he formado afuera. Eso ayuda. Todos los de mi generación son increíblemente creativos, además me mantengo en contacto con Chick Corea, con Metheny, etc.
–¿Tú no podrías desde tu lugar hacer algún festival y atraer a más gente?
–Sí, pero no te imaginas cómo es mi agenda. Me pasan muchas cosas por la cabeza. Apenas me doy abasto para hacer todas las cosas obligadas. No desecharía jamás esa idea, sobre todo para ayudar a muchos músicos que han dejado vivo el jazz en nuestro país.
–¿Qué dirías tú que tienes como baterista?
–Creo que a la gente le gusta que toco de manera emocionante. Y creo también que tengo una sonoridad que se ha forjado a base haber empezado a tocar rock en México, después me fui a los Estados Unidos a aprender el jazz. Además de la influencia de gente como Chick Corea, Michael Brecker, Pat Metheny.
–Michael Brecker (1949-2007), qué pérdida…
–Sí, es una pérdida que se siente todavía. Su presencia era tan poderosa y tan positiva, además. Se extraña su tipo de energía, era una persona muy linda.
–Fernando Toussaint se fue muy pronto, también, a los 62 años…
–Sí, era un genio. Toda la familia tiene talento musical, que por desgracia la tragedia los ha envuelto, lo que ellos dieron al jazz mexicano es invaluable.
–¿Cómo fue la experiencia de Birdman?
–Para mí lo mejor fue haber estado hombro a hombro con Alejandro González Iñárritu. A mí me inspiró mucho estar en contacto con alguien que no es músico pero que es un maestro en lo que hace. Él es una persona increíblemente culta en general y particularmente con la música, eso le dio un nivel de profesionalismo y de profundidad que otros cineastas no tendrían.
–¿Te dolió no ser candidato al Oscar?
–Me dolió el que no consideraran al score algo digno para una candidatura. Fue algo tan arriesgado lo que hizo Alejandro González Iñárritu que eso sólo tendría que haber sido premiado. Siento que la Academia está dominada por gente que piensa de una manera muy específica, muy conservadora, con respecto a la música. Fíjate que con The Revenant, tampoco estuvo como candidato al Oscar Ryuichi Sakamoto. Hay reglas muy arcaicas y que no ayudan a la causa para que se innove la música de películas.
–¿Cómo es la relación con tu abuelo, Ignacio López Tarso?
–Crecí con mi abuela. Mis padres se separaron cuando yo tenía un año, vivíamos en Chiapas y con mi madre regresamos al DF, para vivir con mis abuelos. Mi abuelo fue como un padre para mí. Lo que tiene de interesante mi abuelo en cuestión con mi carrera es que fue muy importante ver a alguien que hace lo que ama y el ver que nunca fue un artista frustrado y que pudo mantener a una familia numerosa de una muy buena manera.