Según el filósofo cultural Slavoj Zizek, la crisis del coronavirus ha provocado que en algunos países despierte el temor al comunismo y al ascenso de China como una superpotencia; pero para el filósofo, algunos gobiernos han caído en comunismo debido a la medidas contra la COVID-19.
Londres, Reino Unido, 8 de octubre (RT).- La crisis del coronavirus ha suscitado temor al comunismo y al ascenso de China como superpotencia, pero la mejor forma de prevenir el comunismo es seguir a esa nación asiática, declaró este miércoles el filósofo cultural Slavoj Zizek en un artículo de opinión para RT.
A su parecer, el establishment de todo el mundo es “consciente de las radicales consecuencias sociales” de la pandemia, por lo que en algunos países se están introduciendo estrategias y pensamientos que, en principio, podrían interpretarse como “fascistas”.
El filósofo cita como ejemplo la decisión recientemente adoptada por las autoridades británicas de ordenar a las escuelas que no utilicen recursos de organizaciones que “han expresado su deseo de acabar con el capitalismo”. Una guía del Departamento británico de Educación clasificó el “anticapitalismo” como una “posición política extrema” y lo equiparó con la “oposición a la libertad de expresión, el antisemitismo y el respaldo a actividades ilegales”.
LA PANDEMIA EMPUJÓ PAÍSES AL COMUNISMO
De acuerdo con Zizek, esta medida representa una “reacción de pánico al comunismo”, ya que las autoridades temen que la pandemia, el calentamiento global y otras crisis sociales puedan brindar una oportunidad para que China se afirme como la “única superpotencia que queda”. No obstante, afirma que la mejor forma de prevenir el comunismo es seguir al gigante asiático, puesto que la amenaza a las democracias liberales es hoy interna y se debe a la “mezcla explosiva de crisis que acosan” a las sociedades.
“La pandemia en curso empujó a nuestras sociedades en dirección a lo que asociamos con el comunismo”, señaló el filósofo, argumentando su postura de la manera siguiente:
– Las autoridades toman decisiones que “claramente” violan las leyes del mercado, como que el Estado intervenga directamente en la industria, distribuyendo “miles de millones” para prevenir el hambre o para medidas de salud.
– Los Estados no sólo se ven obligados a promulgar nuevos modos de control y regulación social, sino que incluso solicitan a las personas que denuncien a aquellos familiares y vecinos que oculten su infección a las autoridades.
– Se acepta comúnmente que la eventual vacuna debe ser accesible para todos, y que ninguna parte de la población mundial debe ser sacrificada al virus.
– Se proclama confianza en las personas, ya que se sabe que la mayoría de las medidas contra la pandemia sólo funcionan si la gente sigue las recomendaciones.
– Se acepta la socialización parcial de la economía impuesta por la pandemia.
Muchos gobiernos, como el británico, actúan de manera preventiva para tratar de “sofocar” radicales consecuencias sociales antes de que adquieran una forma política completa, opina Zizek.
“Lo que estamos obteniendo hoy, no sólo en China, es la combinación de Estados autoritarios fuertes con dinámicas capitalistas salvajes. La forma más eficiente de capitalismo es actualmente lo que Henry Farrell llamó “autoritarismo en red”: si un Estado espía lo suficientemente a la gente y permite que los sistemas de aprendizaje automático incorporen su comportamiento y respondan a él, es posible satisfacer las necesidades de todos mejor que en una democracia”, señala el filósofo.
Al final, Zizek llega a dos conclusiones, una a corto plazo y otra a largo plazo. La primera es que la tarea de la izquierda radical es ahora, como señaló la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, salvar a nuestra democracia “burguesa”, cuando el centro liberal es demasiado débil e indeciso para hacerlo.
Por su parte, la segunda conclusión “debería ser nuestra respuesta al establishment obsesionado por los escenarios apocalípticos”. “Sí, su viejo mundo está llegando a su fin, pero las opciones que vislumbran no son las únicas: otro fin del mundo es posible”, concluyó Zizek.