México
VANGUARDIA DE SALTILLO

A Dany lo hallaron en una fosa de Coahuila. Su mamá lleva 8 años esperando que saquen su cuerpo

08/12/2019 - 1:30 pm

El pasado jueves 5 de diciembre, hacia el mediodía, concluyeron, después de más de dos semanas, los trabajos de la primera exhumación masiva en Coahuila con la recuperación de 52 indicios de la fosa 2 del panteón municipal de La Paz. 46 corresponden a cuerpos completos y seis a fragmentos de restos óseos. Se ignora cuánto tardará la identificación de estos cuerpos.

“Si vieras m’ijo que ya son horas y horas las que he pasado aquí,
debajo de este toldo, esperando, esperando, esperando”.

Por Jesús Peña

Coahuila, 8 de diciembre (Vanguardia).– Rodeada de puras tumbas y cruces, soportando el calor y el polvo.

Ya son días y días los que llevo aquí m’ijo y la verdad es que estoy muy cansada, desesperada, pero no importa porque esta vez sí vengo por ti, quiero llevarte conmigo a Piedras Negras.

¿Sabes?, ya hasta tu hermana la mayor está pensando en prepararte una bienvenida con globos blancos y todo.

Yo quiero que haya globos blancos.

Y he pensado, m’ijo, que regresando voy a llevarte a descanses al panteón de la Villa, en Piedras.

“No sabes m’ijo el martirio, la tortura, el dolor, que he vivido mirando detrás de la cinta amarilla esperándote”. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Te voy a llevar para Piedras, te quiero llevar para allá, tenerte más cerca m’ijo.

La verdad es que no sé cómo me sentiré, si me voy a sentir bien o mal. Si por fin voy a descansar de esta espera.

Dice tu abuelita “que ya termine tu calvario m’ija, pa que ya estés tranquila, que ya descanses ”.

Y ya yo les dije a tus hermanos que cuando ya Dios me llame, m’ijo, me pongan contigo, a tu lado, para estar siempre juntos y ya no separarnos más.

No sabes m’ijo el martirio, la tortura, el dolor, que he vivido en estos días mirando detrás de la cinta amarilla a esos hombres vestidos, de la cabeza a los pies, con esos raros trajes blancos, escarbando, escarbando en esa fosa que está junto a una palma, en la parte oriente del panteón, pegada a la barda, cribando, cribando los montones y montones de tierra que sacan de la fosa.

Y luego ese golpeteo del pico en el suelo que retumba en mis cienes, y luego ese sonido seco de la tierra sobre la criba.

Hace tiempo, ocho años ya, Dany, que las autoridades de la Fiscalía me informaron que estabas acá: sepultado, con otros 34, 37 o 40 cuerpos, ya nadie sabe cuántos son, en esta fosa común del panteón de La Paz, en Saltillo.

Y desde entonces m’ijo yo no he dejado de venir un sólo año, cada 2 de Noviembre, a ponerte tus flores arriba de esa tumba de tierra donde dicen que yaces con otros.

Él era bebé inquieto, travieso y muy consentido por su papá. Era su mundo. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Ha sido difícil para mí porque el panteón donde te trajeron está muy alejado m’ijo y yo tengo que pagar taxi de la central para acá, y regresarme caminando un buen trecho por la orilla de una carretera hasta la ciudad.

Y siempre es lo mismo m’ijo: me pongo a gritar, a llorar, yo sola en este panteón, por todo lo que siento en ese momento.

No tienes idea m’ijo lo fuerte que es para mí poner flores donde no hay una tumba, una cruz, sólo un montón de tierra…

Y hoy estoy otra vez aquí, contigo, Dany.

Pero, ¿sabes?, hoy no he venido sola m’ijo…

Me acompañan muchas personas: son madres, padres, hermanos, hijos, que, igual que yo, andan buscando a sus desaparecidos y tienen la esperanza de encontrarlos aquí, en esta fosa común.

Nomás las miro que están allá, debajo de aquella carpa, entre tumbas y cruces, esperando, esperando, esperando, como yo.

No entiendo, m’ijo, por qué tuvieron que pasar tantos años, ocho largos años de llanto, de angustia, para esto.

Para que por fin las autoridades judiciales hayan decidido rescatarte de esta fría, profunda y oscura fosa para entregarte conmigo.

Ni se imaginan Dany el suplicio, la pena, el tormento que he vivido todo este tiempo.

Tuve que llegar al grado de hacer una protesta en agosto m’ijo, plantarme en el panteón, en esta fosa para que me hieran caso, ¿tú crees?

Y hace unas semanas me llamaron a la casa m’ijo que ahora sí ya te iban a sacar, junto con los cuerpos de otras personas, en una exhumación masiva, según esto, la más grade que ha habido en Coahuila.

Christian era integrante de los Indios, metió un home run para ganar un juego. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Y aquí me tienes, esperando, esperando, esperando, En los días que tengo aquí he visto a unos señores altos y fornidos, vestidos de civil, con pistolas a la cintura, de pie, observando, parecen policías ministeriales o algo así.

Y, ¿sabes?, esa escena me intranquiliza.

Quiero que sepas, m’ijo, que desde que tú desapareciste, que te fuiste, que ya no regresaste, yo no he parado de llorar por ti un solo día.

Me ha afectado tanto lo de tu ausencia, Dany, que me he enfermado y muchas veces han tenido que internarme en el hospital.

Desde que desapareciste, al poco tiempo, empecé a caer al hospital.

El doctor dice que tengo hipertensión, ¿sabes?

Y hasta una vez que me operaron de la vesícula tuvieron que entubarme m’ijo, me imagino que porque me subió o me bajó la presión.

“Usté es hipertensa señora”, me dijo el doctor, le digo “no doctor”, dice “sí”.

Que tenía que controlarme, dijo el médico cuando le conté de lo tuyo.

“Tienes que salir adelante, tienes que aprender a vivir con ese dolor porque si no, no vas a poder seguir”.

Contra su voluntad, le realizaron una fiesta de quince años. Queda el recuerdo y la nostalgia. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Y es lo que he estado haciendo todo este tiempo m’ijo, seguir adelante, pero nomás yo sé cómo ando, Después empecé con los antidepresivos, tenía que tomar uno diario Dany, si no, no podía seguir.

Ya nomás pasaba el efecto y me volvía a poner muy mal.

Poco a poco tu papi me los fue quitando.

Como quiera mi sufrimiento no se acaba m’ijo.

Aquí sigue.

Es de tarde.

Todo el día hizo mucho viento y en el cielo hay nubes grises.

A ratos caen algunas gotas de lluvia, pero no llueve.

Mientras estoy aquí, esperando, he mirado volar por entre las tumbas a una parvada de esos pájaros negros, como zopilotes, que van y vienen, acechantes.

Ay m’ijo, si supieras lo mal que me siento.

Me siento fatal.

Cuando le decía “te amo” a su bebé, Lorena no mintió. Lo esperó diario en un panteón, muy lejos de casa. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Sin capacidad, sin ánimo, de hablar con nadie.

Durante todos estos días he visto a lo lejos a los periodistas con sus cámaras y sus micrófonos, esperando detrás de la cinta amarillas, para pedir informes, para pedir hablar con los familiares que están acá, como yo, buscando a sus desaparecidos.

Ya les he mandado decir, Dany, que me disculpen, porque no he hablado con ellos.

Lo que pasa es que no me siento bien para hacerlo m’ijo.

Y hasta otras veces he preferido quedarme en el hotel para no tener que ver ni hablar con nadie.

No sé por qué, pero desde que llegué aquí me he estado acordando de la última vez que nos vimos, que te vi.

Llegaste a casa, me abrazaste, me besaste, como siempre…

Pero traías tu cara.

Te vi tu cara triste, no sé qué.

A lo mejor ya presentías que era el último día que me ibas a ver o algo.

La madre de Dany. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Tu pareja, la muchacha con la que vivías, me dijo que no estabas, que habías desaparecido.

Yo no entendía, le digo, “¿cómo que desapareció?”.

No me explicaba yo qué era lo que estaba pasando.

Y le preguntaba a tu mujer que dónde estabas, “¿dónde está?, ¿dónde está?, ¿cómo que desapareció?”.

Y ella, “no sé, de repente desapareció. No sé dónde está. No llegó a casa”.

No recuerdo exactamente el día, sólo sé que fue los últimos de octubre de 2011.

Entonces tenías 18 años.

Ahorita tuvieras 26.

Eras el mayor.

Vivías con tu pareja y una nena, Danielita, de un año.

Trabajabas en el taller de enderezado y pintura que está cerca de la casa.

En ese tiempo había mucha desaparición de jóvenes en Piedras Negras y de volada se me vino a la mente lo peor.

Se me derrumbó todo m’ijo.

Cribando cadáveres con tierra de panteón, es el trabajo diario de estos hombres quienes tienen la labor de recuperar a los seres queridos que alguien espera en casa. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Y desde ese día, m’ijo creeme, no he parado de llorar.

Fue terrible para mí.

Tu papi iba a la delegación y no sé, yo en ese momento no sabía nada.

Nomás les decía que te buscaran.

Que tenías que aparecer m’ijo y nada…

Anduvimos por las calles, buscándote con amistades.

Yo iba y venía y preguntaba por ti y nada.

Donde quiera andábamos preguntando por ti.

Nadie sabía nada.

Salíamos a buscarte y nada.

Después pasó lo de los soldados m’ijo.

Que llegaron unas trocas del Ejército y rodearon la casa.

Después de “entregar” el cuerpo casi después de una década faltan estudios de ADN. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Fue el 18 de diciembre de 2011, recuerdo, casi dos meses después que desapareciste.

Los soldados andaban haciendo un chequeo de rutina, dijeron, y me preguntaron que si podían checar la casa.

“¿Nos permite pasar a checar, señora?”.

Les dije que sí.

“Sí, claro que sí”.

Me pidieron los nombres de todos.

Que quiénes vivíamos aquí.

Les di los nombres de tu papi, de tus hermanos, el tuyo, de todos.

“¿Quién es el mayor?”, me preguntaban.

Y les di tu nombre: Cristhian Daniel Mundo Vallejo.

“Pasen”, les digo.

Pero no entraron.

“No, – dicen -, se ve que es una familia bien, una familia buena, no vamos a entrar”.

Y me empiezan a preguntar por cada uno de ustedes, de mis hijos.

Que si los podían ver.

La primera exhumación masiva de Coahuila fue un acto doloroso del que se obtuvieron 52. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Les dije que sí.

Me preguntaron que si les permitía tomarles fotos a mis hijos.

“Sí”, les dije.

Toman las fotografías y me empiezan a hablar y hablar y hablar, me dicen, “¿y Daniel?”.

“Dany no está”, les digo.

Me hacen más y más preguntas y otra vez.

– ¿Y Daniel?

– Mire Daniel no está. – les digo -, está desaparecido, no se encuentra.

– ¿Cómo que está desaparecido?

– Sí, – les digo-, fuimos a poner una denuncia de que está desaparecido mi hijo, no lo encontramos.

– Pero por qué está desaparecido, me dicen.

– Es lo que quisiera yo saber, no lo encontramos a mi hijo.

Para ese momento yo tenía la esperanza de que tú estuvieras bien Dany.

Entonces me sacan una copia de tu credencial.

“¿Es él?”.

Al momento de que yo miré la copia se me derrumbó todo m’ijo…

“Sí, es él, – les digo-, ¿por qué lo traen ustedes?”.

Si supieras, si pudieras ver que estoy llorando m’ijo, nomás de acordarme….

– No le traemos buenas noticias, pero tampoco le traemos malas, me dicen los soldados.

– Díganme la verdad, ¿qué pasó con mi hijo?, les decía yo.

– Señora no le podemos decir nada, lo único es que está a tiempo de recuperar a su hijo…

Las balaceras en Saltillo han estado muy fuertes, búsquelo.

Y fue todo lo que me dijeron m’ijo.

Cuando ya se iban me dicen “como vimos que ustedes son una familia buena, vamos a borrar las fotos que les tomamos para que se quede tranquila, pero vayan a buscar a su hijo”.

En ese momento yo ya no supe nada de mí.

Ya hasta después tu papi fue al Ejército de Piedras Negras para preguntar por qué habían venido a buscarte esos soldados, que le dijeran la verdad, qué era lo que estaba pasando.

En el cuartel le dijeron que no habían mandado a ningún grupo, que no sabían porqué esos solados habían venido y que no tenían ningún reporte, que no podían decirle nada.

Tú desapareciste los últimos de octubre de 2011.

Y los soldados vinieron a la casa el 18 de diciembre de ese mismo año.

Después supimos que habías fallecido tres días antes, el 15 de diciembre, en una balacera que hubo acá en Saltillo.

Que habías muerto en una balacera, nomás fue lo que me dijeron.

M’ijo, ya llevamos tres días en este panteón y los hombres de blanco han logrado, apenas, sacar un cuerpo, uno apenas.

Dicen que, porque la tierra de la fosa está demasiado dura, muy compactada y ya hasta metieron una retroexcavadora.

Que la tierra está muy dura, dicen.

Ve a saber.

Lo único que entiendo es que esto hace más lenta, más larga la espera para los que estamos aquí, esperando.

Hace calor acá afuera m’íjo.

Y aunque el cielo es azul, luminoso, aquí todos es silencio, lágrimas, soledad.

Si vieras m’ijo cuántas tumbas de tierra sin nombre ni cruz ni flores, he visto por todas partes.

Abandonadas completamente, Dany.

Sin alguien que venga a decirles una oración.

Y eso me pone mal.

Mi’ijo hubieras visto a papi después que desapareciste, sufriendo y luchando conmigo.

Desesperado, llore y llore, gritando y todo…

Cómo te quería m’ijo.

Bastante.

Para él eras todo.

Como fuiste el primero pos bien feliz todo te tenía, de todos los juguetes, de todos los juguetes.

Y cuando salió la primera colección de la Coca – Cola ái anda buscándote todos los carritos.

Y pos tú feliz de que tu papá te trajo la colección esa.

Y así fue siempre tu vida, “papi, papi…”.

¿Te acuerdas m’ijo del día que te habló pa decirte que él no era tu papá de sangre?

Es que yo…

Bueno él te agarró bebito.

De un año.

Tendrías 11 – 12 años cuando te habló

– Ven m’ijo.

– Qué papi

– Mijo, ¿cómo te llamas?

– Cristhian Daniel Mundo Vallejo.

– ¿Y yo?

– No pos tú eres Gilberto Esquivel Rodríguez.

– Por qué no te apellidas igual que yo.

– Sabe.

– ¿Si sabes que tú tienes otro papá verdad, que yo no soy tu papá?

– No.

– Tú tienes otro papá.

– Tú eres mi hijo porque te agarré chiquito y para mí siempre vas a ser mi hijo. Yo te quiero mucho, ya sabes, pero te estoy diciendo esto por si quieres conocer de dónde viniste, por si quieres conocer al que es tu papá.

– No papi, pa qué quiero otro si aquí lo tengo a usté.

Tu papi hasta lloró de la emoción m’ijo.

A tu verdadero papá nunca lo conociste ni él te buscó y ni a ti te interesó saber de dónde venías.

Tu papi se puso bien feliz.

Luego que desapareciste, que ya no regresaste, sufrió mucho.

Yo me alejé un poquito de tus hermanos porque pensaba que decía “si llega a desaparecer otro de mis hijos que ya no me duela igual”, pero ideas que uno se da.

Cuando vio que en Piedras Negras nadie nos hacía caso ni el Ejército ni las fiscalías, y al contemplar mi desesperación, tu papi resolvió que viniéramos a Saltillo, a buscarte.

Era enero de 2012.

Anduvimos preguntando, preguntando, preguntando.

Hasta que fuimos a dar al Semefo.

Tu pareja entró a identificarte.

Yo no pude m’ijo…

Ya dentro le mostraron unas fotos.

Eras tú…

Salió llorando, desgarrada de ver aquellas fotografías.

Mi desesperación y mi impotencia, m’ijo, es porqué si llevabas identificación no me avisaron a tiempo.

Allí nos dijeron que sí, que al día siguiente te podríamos llevar con nosotros.

Y no.

Me hicieron todo el papeleo donde te entregaban, pero qué crees m’ijo, salubridad no quiso, dijo que no, que tenía yo que esperar seis años.

Seis años m’ijo,..

S-E-I-S

¿Te das cuenta?

Durante mucho tiempo estuve viniendo a Saltillo.

Siempre con mi impotencia y mi desesperación.

Hasta que, al ver cómo andaba, los de la PGR me trajeron a este panteón para que supiera dónde habías quedado y me quedara tranquila.

Ellos mismos me trajeron y me dijeron que aquí estabas.

De la PGR mandaron a una persona que nos trajera.

Y sí, se miraba la fosa donde la habían abierto.

De eso hace ya ocho años.

Y desde entonces, m’ijo, cada 2 de Noviembre vengo a traerte tus flores.

En ese entonces me dijeron que había 11 cuerpos y que por eso no la podían abrir.

Después que había 20 y ahorita que hay 40.

Por eso fue mi desesperación mi’jo, de que dije “no pos nunca me lo van a dar”, y en agosto vine a hacer el plantón y les dije ”si no me lo entregan, me voy a venir a vivir aquí con él, pase lo que pase, y aquí que me entierren”, y fue por eso de que ya me empezaron a hacer caso.

Y aquí estoy, contigo otra vez m’ijo.

Yo creo que tiene poquito, más del año, que vi tus fotografías Dany.

Habíamos ido a la PGR para que le entregara tu expediente a la Fiscalía de Coahuila.

Cuando vi al licenciado que venía con el documento, le pregunté, “¿es el expediente de Dany?”, dijo “sí”.

Y no sé m’ijo, sentí esa ansiedad de querer verte y le dije al licenciado “enséñemelo”, dice “no”, le digo “enséñemelo”, dice “¿lo quiere ver?”, le digo “sí”, dice, “no lo mire”.

Dijo “la voy a dejar que lo mire, pero nomás la cara” y sí, te miré y le pedí que me dejara ver las demás fotografías y es difícil porque estabas muy mal, muy mal m’ijo.

Y eso es lo que me tiene que no dejo de pensar en todo lo que vi ahí.

Las recuerdo y no, no, no comprendo por qué tuviste que pasar todo eso.

No creo que tu hayas sido capaz de causarme este dolor y menos porque estabas tan apegado conmigo.

Todos los días venías a verme, todos los días.

Yo era todo para ti m’ijo.

Llegaba yo de mi trabajo y venías a buscarme.

A veces yo me estaba bañando y nomás escuchaba que decías, “¿y mami?”.

Y pasaron los días desde tu desaparición…

Hasta que tu papi se empezó poner mal.

Él ya tenía azúcar y poco a poco se fue decayendo y pos imagínate Dany, a veces venía yo a Saltillo, regresaba a Piedras y directo al hospital con tu papá Y ahí me la pasaba, semanas con él.

Y cuando ya se puso muy malito pos le dije “ya no te pude traer a m’ijo”.

Nomás se ponía triste.

Esa vez que vi tus fotografías llegué llorando y tu papi me pidió perdón porque no me pudo acompañar.

Él anduvo un tiempo conmigo.

Las últimas veces que me iba yo sola, regresaba llorando y él me decía, “perdóname, Lorena porque no te puedo acompañar, tienes que andar sola”, le decía yo “no, está bien, yo sé que no puedes, pero sí me haces mucha falta en esto en este proceso que estoy viviendo”.

Y ya se iba y se acostaba bien triste.

Ya estaba enfermo.

Duró en la cama como unos serían unos dos meses, de repente ya no quiso nada, ya no quiso luchar.

Y falleció hace un año m’íjo.

Se murió esperándote.

Mucha gente me dice m’ijo, “Lorena en verdad que te admiro por la fuerza, por la fortaleza que tienes”, nomás Dios sabe cómo me ha ayudado a seguir adelante porque pasó lo tuyo y luego lo de tu papi.

¿Tu mujer?

Ella ya hizo su vida m’ijo.

Seguimos en contacto.

De repente viene a la casa.

Se está un rato y se va.

Siempre va a tener las puertas abiertas de mi casa.

Yo nunca he querido que ella deje de venir porque pos yo le digo que cuando la miro que viene, me imagino que vienes tú con ella.

He pasado ya cinco días en este panteón y los hombres de blanco han recuperado sólo siete cuerpos de la fosa común.

Hoy amaneció fresco Dany.

Aunque hace sol.

No sé si comprendas m’ijo el dolor que es para mí ver a esos hombres de blanco trasportando en la camilla aquellas bolsas blancas con forma humana.

Nomás le pido a Dios que me dé salud y paciencia para aguantar esto y para que ya se cumpla mi deseo de llevarte conmigo y tenerte cerca.

Me haces mucha falta m’ijo.

¿Sabes Dany?, ahorita sí ando un poco sensible.

Todo porque para mí es como si acabara de suceder mi desgracia porque estoy pasando por todo lo que no pasé en su momento.

Antes de venir para acá pensaba Dany “ya quiero tener a mi hijo, pero a la vez, no quisiera pasar por eso”.

¿Ya te conté m’ijo que la otra noche soñé contigo?

Bueno, la verdad es que desde que desapareciste, que ya no volviste más, cada que logro ganarle al insomnio, te sueño.

Pero es que éste fue un sueño tan lindo… Dany.

Siempre le pedía yo a Dios que te dejara venir a despedirte de mí.

Y todas las noches se lo pedía.

Siempre al acostarme decía, “yo sé que hoy lo vas a dejar venir, Dios mío, tú vas a dejar que él venga a despedirse de mí”.

Y de tanto que le pedí, una noche soñé que estaba yo en un patio muy oscuro.

En eso volteo y miro una puerta blanca, muy blanca.

Vi que abriste la puerta y en el momento en que te hablé, “Dany”, quisiste cerrar la puerta, pero yo corrí, te alcancé, te agarré la mano y te dije “mijo, ¿por qué no vienes?, ¿no me quieres ver?”, dijiste “sí, mami”.

“¿Por qué no vienes?”, te decía yo y nomás te quedabas muy callado, no decías nada.

Entonces me preguntaste por tu niña, “¿y Daniela?”, te dije “Está bien m’ijo”.

Yo te abrazaba y me recargaba en tu pecho y te tenía agarrado de las manos, y al momento que me acercaba contigo pensaba “¿por qué está calientito si él ya no está aquí?”.

Y así estuvimos un buen rato, abrazados.

De repente desperté y me desperté contenta, ¿sabes?, porque yo sé que fue real.

Y ya le di gracias a Dios de que te dejara venir, que vinieras a despedirte de mí…

El otro día fueron unos periodistas a la casa y les enseñé tu álbum de fotografías.

La foto donde ganaste el campeonato de beisbol.

Te gustaba mucho el beisbol, siempre te traía yo en los equipos.

Esa vez tu equipo estaba perdiendo el campeonato por tres carreras, había casa llena, y te tocó batear, volaste la pelota, salieron las carreras y todos los niños gritando y llorando y tú también a llore y llore, nosotros gritando todos contentos.

¿Te acuerdas?

M’ijo, ye llevamos una semana de estar acá, esperando, y los hombres de blanco han sacado 13 cuerpos de los 34 o 40, ve a saber cuántos muertos más hay en esta fosa.

Varias veces he visto cómo meten aquellas bolsas en una ambulancia refrigerante y se las llevan.

M’ijo, ya tenemos una semana en este panteón y empiezo a desesperarme, a inquietarme.

Sólo Dios sabe cuántos días más se prolongará esta espera, mi espera.

¿Sabes?, he oído decir que después que te saquen de aquí va a pasar todavía otro tiempo, meses tal vez, antes de que me entreguen tu cuerpo y puedas regresar a casa conmigo.

Hablan de muestras de ADN, de estudios, que la identificación, que las pruebas genéricos y una bola de cosas que yo francamente no entiendo Dany.

Pero como siempre te digo, m’ijo, aquí estoy contigo y nunca te voy a dejar…

EPÍLOGO

Mi’jo ya es viernes otra vez.

Llevamos aquí como 12 días.

Y ya ves que no te he dejado Dany.

A pesar de que estoy muy cansada y desesperada m’ijo.

Más de 12 días de estar fuera de casa.

Y otra vez, como siempre, tuve que dejar a tu hermanita.

A mi niña.

Ella tenía dos años cuando desapareciste, que ya no te volvimos a ver.

Sabes mi’jo todo este tiempo ha sido bien pesado para mí.

De repente me venía a Saltillo, regresaba a Piedras y al segundo o tercer día otra vez a regresar y así, porque tenía que ver acá a las autoridades y que Fiscalía y que tenía a mi niña chiquita y pos hasta ahorita siempre la he tenido que dejar.

Que me la cuiden.

Ahorita tu hermanita tiene ya 10 años…

Dany es sábado en el panteón.

¿Sabes mi’jo?, he visto que ya no hay tanta gente como al principio en este como campamento con todos que nos montaron las autoridades.

Poco a poco se han estado retirando.

Como quiera no deja de haber gente aquí, acompañándome y se los agradezco.

M’ijo, de pronto se me vinieron a la mente tus cumpleaños.

Tu papi te festejaba con carne asada, ¿te acuerdas?, y los vecinos del barrio te regalaban un pastel.

Cómo te querían Dany, te querían mucho.

Y cuando cumpliste quince años, que no querías fiesta, pero tu papi empeñado en que quería festejarte…

Ya luego estabas bien contento y bailaste el vals conmigo, con tu papi y con tus tías.

Hasta ahora nadie cree ni se explica por qué pasó esto contigo, no se lo explican.

Mi’jo ya es martes.

Hoy se cumplen dos semanas desde que llegamos aquí.

Y según nos han informado los hombres de blanco se han recuperado ya como 37 cuerpos.

Dicen que está por termina este tormento.

Que mañana se acaba todo aquí.

Que mañana, que mañana.

Pero, ¿sabes Dany?, yo no estoy bien, y no voy a estar bien hasta saber que ya me van a entregar a m’ijo.

LA BARBARIE SIN FIN

El pasado jueves 5 de diciembre, hacia el mediodía, concluyeron, después de más de dos semanas, los trabajos de la primera exhumación masiva en Coahuila con la recuperación de 52 indicios de la fosa 2 del panteón municipal de La Paz. 46 corresponden a cuerpos completos y seis a fragmentos de restos óseos. Se ignora cuánto tardará la identificación de estos cuerpos.

LA FOSA COMÚN

– En la Región sureste existen dos panteones con fosa común, el de La Paz en Saltillo y el de San Ignacio en Ramos Arizpe.

– En San Ignacio hay cerca de 38 fosas individuales con igual número de cuerpos- En La Paz se calcula que hay unos 150 no nombres inhumados en más de cinco fosas comunes compartidas o múltiples.

– En su mayoría son personas que han fallecido en accidentes, hospitales, enfrentamientos, las calles, y que no han sido identificadas.

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