México

CRÓNICA | ¿Cómo mataron a tantas mujeres? Es que vivimos en tierra de nadie, dicen vecinos de Edomex

09/10/2018 - 12:05 am

Don Tomás Ortiz ha vivido 35 años en la colonia Playas de Jardines de Morelos, en Ecatepec, Estado de México. El hombre de 51 años conoció –al menos de vista– a Juan Carlos “N” y a Patricia “N”, la pareja de presuntos feminicidas seriales, detenida el pasado 5 de octubre, acusados de asesinar al menos a 10 mujeres.

“Eran muy platicadores. Se veían buena gente. Parecían humildes”, dice el hombre que, juntos con sus vecinos, aún no pueden creer que hayan estado tan cerca del infierno, pues de acuerdo con versiones de la Fiscalía mexiquense las víctimas de los supuestos asesinos seriales podrían ser más de 20.

Ecatepec es el municipio más violento del Estado de México y uno de los más peligrosos en todo el país. Ese ayuntamiento fue gobernado en dos periodos distintos por el priista Eruviel Ávila Villegas quien, además, nació en una colonia vecina a Jardines de Morelos, hoy escenario de una tragedia que aún no se dimensiona por completo.

Tanto Enrique Peña Nieto, actual Presidente de México, como Eruviel Ávila fueron gobernadores del Edomex, un estado que el PRI ha gobernado por 90 años, pero que el pasado 1 de julio perdió el Congreso y una buena parte delos ayuntamientos, incluidos los tres distritos de Ecatepec, en manos de Movimiento Regeneración Nacional.

Ciudad de México, 9 de octubre (SinEmbargo).– Una casa azul de dos pisos con un salón de belleza y un portón negro atrae la mirada curiosa, inquieta e incluso morbosa vecinos y extraños que conocen la cruenta historia que, se afirma, ocurrió en la parte superior de ese inmueble ubicado en la calle Playa Tijuana, en Jardines Morelos, Ecatepec, Estado de México.

Un desfile de cámaras de video, reporteros y periodistas rondan el domicilio. Entrevistan a mujeres, jóvenes y vecinos de ese municipio, que en el argot es conocido ya como “la tierra del feminicidio”.

En apariencia todo parece normal: la tienda de abarrotes, la panadería y un local de uñas ubicados en la misma cuadra operan de manera habitual.

A menos de cien metros se encuentra la “Escuela Primaria Rosario Castellanos”. Decenas de niños y niñas circulan con sus uniformes escolares tomados de la mano de sus madres. Las mujeres aprietan con mayor fuerza a sus vástagos en cuanto pasan por el numeral 530.

Una breve pausa abraza el momento. El bullicio se detiene. La consternación se dibuja en los rostros de quienes voltean a ver esa residencia azul. Su apariencia no asusta, es su historia lo que horroriza. Un ligero cuchicheo. Luego, los espectadores se retiran.

Unas manos gruesas se alcanzan a ver por las ventanas del segundo piso. Con un movimiento audaz cierran las cortinas. El portón es abierto: una mujer de negro y un niño salen a toda prisa con la cabeza agachada. Aprietan el paso para no ser abordados por la prensa.

Desde una rendija de esa laminada puerta negra se alcanzan a ver decenas de veladoras prendidas colocadas en el piso formando una cruz, justo en medio de la cochera. En la parte superior, hay dos jarrones con flores rosas y blancas. El recordatorio de la tragedia.

No está resguardo, no está acordonado, no hay vigilancia. Alguien que desconozca los hechos jamás sabría que ahí, en la azotea de ese inmueble, se presume que mataron, recientemente, al menos una decena de mujeres.

Y es que en ese lugar vivían Juan Carlos “N” y Patricia “N”, detenidos el pasado 5 de octubre como presuntos responsables de al menos diez feminicidios en la zona, que podrían vincularse hasta 20 casos. El horror se agrava, toda vez que en ese lugar no sólo radicaba “la pareja  feminicida”: también vivía una sus víctimas, Arlett Samanta Olguín Hernández.

 

Ecatepec es justo el municipio donde nació, el 1 de mayo de 1969, el priista Eruviel Ávila Villegas, ex Gobernador del Estado de México y también dos veces Presidente Municipal de Ayuntamiento – de 2003 a 2006, y de 2009 a 2011– que es considerado el más peligroso de la entidad y uno de los más violentos del país.

Ávila Villegas nació y creció en Ciudad Azteca, una colonia vecina a Jardines de Morelos, el escenario donde, a sus anchas, operó la pareja de feminicidas seriales.

Eruviel Ávila gobernó el Edomex del 16 de septiembre de 2011 al 15 de septiembre de 2017, y su predecesor fue Enrique Peña Nieto, actual Presidente de México. Hoy, el nativo de Ecatepec, es Senador de la República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El PRI, que ha gobernado el Edomex por 90 años, fue derrotado ahí el pasado 1 de julio por la alianza comanda por Movimiento Regeneración Nacional (Morena), por lo que el Congreso actual es dominado por legisladores del partido que creó Andrés Manuel López Obrador.

Ecatepec, en particular, también está hoy en manos de Morena, que arrasó en los tres distritos que lo conforman.

La derrota en el Edomex, el bastión más importante e influyente del priismo, y de donde es originario Peña Nieto, es considerada un símbolo del derrumbe de ese partido y del rechazo que ha provocado administración del Jefe del Ejecutivo federal.

La casa azul, ahí donde vivían Juan Carlos y Patricia, presuntos responsables de al menos diez feminicidios en Jardines de Morelos. El horror se agrava, toda vez que en ese lugar no sólo radicaba “la pareja  feminicida”: también vivía una sus víctimas: Arlett Samanta Olguín Hernández. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

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Don Tomás Ortiz ha vivido 35 años en la colonia Playas de Jardines de Morelos. El hombre de 51 años y voz serena narra que él conoció –al menos de vista– a Juan Carlos y a Patricia, la pareja de presuntos feminicidas. Él describe a los imputados como dos personas “normales”, en apariencia.

“Eran muy platicadores. Se veían buena gente. Parecían humildes, al grado que iban a la tienda y pedían cinco pesos de azúcar. En ocasiones llegaron a pedir que si les podían vender mayonesa suelta. Sin embargo compraban mucha sopa  y mucho huevo”.

Don Tomás considera que quizá la sopa era para alimentar a las mujeres. Al menos eso cree él.

“Muchos nos preguntamos: ‘¿por qué tanta sopa?’. Un pariente, que atiende una miscelania, una vez le preguntó a Juan Carlos eso y él contestó: ‘porque le gusta mucho a mi hijo’”, narra.

“Los dos siempre andaban juntos, siempre traían una carriola. Caminaban rápido. Casi siempre andaban con mucha prisa. A veces sí traían un bebé como de dos años, pero no siempre traían al niño; a lo mejor en ocasiones sacaban al bebé para que uno los viera con el niño, yo creo que para cuando no lo traían uno se imaginara que traían al bebé dormido, o algo así”, abunda.

Don Tomás confirma que Arlet vivía en el mismo edificio, en la planta baja, y la pareja, residía en la parte superior.

Los vecinos no sospecharon de la pareja, aunque si hubo algunos incidentes que en su momento no consideraron, como el hecho de que una vez detectaron que tiraban agua con un olor raro, que no supo describir a precisión.

“Yo pasaba todas las noches y en una ocasión vi que estaba tirándose mucho el agua de arriba. Ellos [la pareja] me dieron que tenían una tubería rota. Pero aquí esta calle en la que ellos vivían, tienen agua todo el día, a diferencia de otras calles. Curiosamente ellos tenían agua todo el día y sin embargo solo en la noche se les caía. En alguna ocasión sí detectamos que el agua que caía tenía un olor raro pero no sabíamos que era”, dice.

En el departamento nunca se escucharon gritos. Pero que sí había mucho ruido: “…. como que arrastraban cosas, martilleo, pero nada más”, describe Tomás.

“Eran muy platicadores. Se veían buena gente. Parecían humildes, al grado que iban a la tienda y pedían cinco pesos de azúcar. En ocasiones llegaron a pedir que si les podían vender mayonesa suelta. Sin embargo compraban mucha sopa  y mucho huevo”, dice don Tomás. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

Los residentes entrevistados coinciden en que la pareja se dedicaba a vender diversos artículos, como perfumes, queso, elotes y hasta ropa de paca.

A una de las sobrinas de Don Tomás la invitaron a su casa con el pretexto de que tenían ropa que podrían venderle a buen precio.

“Le dijeron que tenían ropa muy bonita, que fuera a su casa para escoger. Mi sobrina no quiso venir. ¡que bueno!.”, dice el hombre con cierto alivio.

Don Tomás comenta que la noticia impactó a los vecinos “porque ellos [los detenidos] se veían como gente tranquila”, y fue una sorpresa saber que eran ellos presuntos descuartizadores pero “más  sorpresa saber la cantidad de cuerpos”.

Mientras Don Tomás platica, una mujer ingresa a la estética. Se llama Jessenia. Es la propietaria del pequeño negocio. Indecisa y un poco temerosa, ante el cúmulo de cámaras se decide a aperturar su local. Apenas abre a las puertas, es abordada por los reporteros.

“Se veían normales, como cualquier otra persona”, comenta.

Jessenia afirma que no conocía mucho a la pareja y ella no alcanzó a conocer a Arlet Samanta. Lleva dos meses con su negocio. En ese tiempo casi no trató a los imputados, enfatiza.

La mujer tampoco refiere haber escuchado ruidos raros. “Ellos vivían en la azotea, hasta arriba. Estaban muy independientes en el edificio”, dice.

La estilista comparte que la pareja sólo le llegó a ofrecer queso y perfumes. Juan Carlos daba los “buenos días” o “buenas tardes”, era todo el trato que tenían: “Eran reservados”, dice.

Jessenia se ha quedado casi sin clientes. La gente ya no quiere ir o entrar al lugar. “Tienen miedo”, reconoce la joven en una charla con SinEmbargo.

Noemí Salinas, también vecina, comenta que Patricia y Juan Carlos ya tenían mucho tiempo en la colonia, al menos unos cinco años, y dice que estaban en los grupos de Facebook de la localidad. Ahí ofrecían perfumes, quesos, elotes de todo.

La joven, madre de niñas pequeñas, reitera que los hechos dejaron consternados a los habitantes de Jardines de Morelos.

“Nos cayó como balde de agua esta noticia. A todos nos despertó el decir: ‘¿Qué nos  pasó como ciudadanos?’.

Sólo el año pasado se contabilizaron 160 feminicidios en el Estado de México, de los cuales, al menos 21 ocurrieron en Ecatepec, alertó en un comunicado de prensa Xóchitl Arzola Vargas, presidenta de la Asociación Civil, “Mujeres en Cadena.

Pese a la cifra, la autoridad municipal  no reportó oficialmente un solo feminicidio; es decir, se ocultan estos lamentables hechos,  por lo que la sociedad civil lanzó una exigencia a que el estado explique porque se oculta.

Arzola Vargas destacó que los 11 presidentes municipales deben aclarar en qué han invertido los recursos públicos asignados a la prevención sanción y atención  de las víctimas y sus familias.

También expuso que el Estado de México, principalmente Ecatepec, es la entidad considerada como la más peligrosa para las mujeres, basado en el número de feminicidios y casos de violencia de género, concluyó Xóchitl Arzola Vargas, presidenta de la Asociación Civil, “Mujeres en Cadena”.

El Registro Nacional de Personas Desaparecidas (RNPED) coloca al Estado de México como la entidad de mayor número de reportes de mujeres desaparecidas a nivel nacional con una cifra de mil 790 casos: mil 779 en el fuero común y 11 en el fuero federal. Al menos 153 de ellas fueron vistas por última vez en Ecatepec.

Entre enero a abril de 2018 se reportaron 395 desapariciones en la entidad mexiquense, de las que al menos 207 son mujeres desaparecidas.

En los últimos tres años, la desaparición y/o extravío de niñas, adolescentes y mujeres se disparó 227 por ciento en cinco de los municipios más peligrosos de Edomex, de acuerdo al “Diagnóstico sobre Desaparición de Niñas, Adolescentes y Mujeres en el Estado de México”, realizado por la organización I(dh)eas, Litigio Estratégico en Derechos Humanos.

LA TIERRA DE NADIE 

Dos cordones amarillos “limitan” la entrada al lote baldío en la calle Pie de la Cuesta, donde presuntamente Juan Carlos y Patricia dejaban los cuerpos de las mujeres asesinadas.  El terreno se ubica a dos cuadras y media de la casa donde vivía la pareja.

Flores blancas y amarillas, así como velas en honor a las víctimas destacan entre la basura y los matorrales. Cartulinas con exigencia de justicia fueron colgadas en los listones policiacos, del abandonado lugar.

Una vecina al lado de este lote afirma que jamás escuchó “algo extraño”.

Jardines de Morelos es una zona olvidada por las autoridades. La sección con al menos unos cien mil habitantes apenas es vigilada por dos patrullas de policía, aseguran los vecinos de la zona.

Los robos con violencia son casi diarios, igual las balaceras por la noches y los fines de semana. Las desapariciones de mujeres jóvenes y el hallazgo de cuerpos, se han registrado en números ocasiones, afirman los colonos.

Tomás Ortiz, que es integrante de un comité vecinal, afirma que en Jardines de Morelos hay seis secciones y cada sección tiene aproximadamente 90 mil habitantes. Para atender tres secciones hay solo dos patrullas, reitera.

“Aquí la reacción de la policía no es rápida y en ocasiones incluso es nula: se les llama y no vienen. Tenemos el problema, desde hace mucho tiempo, se oyen balazos por todos  lados; y resulta que cuando la patrulla oye que están soltando balazos, en lugar de ir a verificar, se va a otro lado”.

El colono describe su vecindario como la tierra sin Ley. La tierra de nadie.

“Aquí realmente ya es una tierra de nadie, no hay una seguridad. A todo mundo se le fácil robar autos, robar transeúntes, cometer lo que estaba comiendo [la pareja de feminidas]”, dice Tomás Ortiz, vecino de Jardines de Morelos.

Noemí Salinas coincide en que los asaltos son constantes, las agresiones, y eso ha orillado a que los ciudadanos eviten andar en la calle después de las 8 de la noche.

“Aquí muchos de los  vecinos si no traen un balazo en la pierna porque se resistieron a un asalto, les quisieron quitar el carro, o los han matado, o se han metido sus casas”, dice la joven.

En Jardines de Morelos, los vecinos se sienten abandonados por la policía. Sólo a raíz de la detención de los presuntos feminicidas seriales Juan Carlos “N” y Patricia “N” es que se ven patrullas dando vueltas por la zona. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

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A una cuadra de la  Playa de la Tijuana se encuentran unas vías de tren. Un olor nauseabundo se mete a la nariz hasta hacerla arder.  En esas vías han sido localizados partes de mujeres descuartizadas, afirman los colonos.

“Desde hace tiempo que han aparecido cuerpos en las vías:  manos, una vez apareció un tronco de mujer, en otra ocasión encontraron restos. Pero como también ahí se han encontrado gallinas muertas, degolladas, perros negros sin patas, o gatos sin patas. Encontrar bolsas negras ahí es algo muy común” dice Tomás Ortiz.

Noemí Salinas comenta que ya en el lugar ya no se vive en paz “tu casa ya no es tu casa. Ya no es un lugar seguro, se vuelve un lugar inseguro. Tu misma casa se vuelve tu cárcel y eso es muy feo”, comenta la joven.

En Jardines de Morelos los rostros son de desesperación, de miedo, de hartazgo de los ciudadanos que ahí habitan. “La gente ya no sabe que hacer, literal está desesperada porque, ¿a quién acudimos!? Ya fuimos a Palacio [Palacio Municipal de Ecatepec], a mucho lados y respuestas no tenemos”.

Elizabeth Hernández es otra vecina que concuerda en que no hay seguridad en el sector, “hace como un mes, en la calle donde yo vivo, hay una iglesia y ahí dejaron un cuerpo en un carro, y hace como dos meses, por las vías, dejaron un cuerpo ahí, y dicen que era una estudiante, pero no sabemos, pero sí sabemos que desaparecen jovencitas, y mi pregunta es ¿dónde van a parar esos cuerpos?”.

La madre de una adolescente también señala que en el sector se escuchan  constantemente balazos pero la policía no atiende los reportes.

“Le hablas a la patrulla y nunca llegan […] Si es que llega a venir tarde mínimo un ahora en llegar”, comenta.

Una joven de 16 años, quien pidió reservar su identidad, afirma que ella presenció un asalto a un joven. La menor afirma que la víctima paró a una patrulla de policía que pasaba justo después del atracó, aún estaban los delincuentes en la zona, y los policías respondieron a la víctima  “Cállate, guey, no digas nada”, cuando la víctima pidió ayuda.

“Yo como mujer tengo miedo, y  no confío en los policías”, dice la jovencita.

Cecilia Vázquez, otra vecina del sector, agrega: “Esto ya está convertido en un terror, aquí en Jardines de Morelos está como para ya no vivir. Vivimos pero siempre con el temor”.

“Esto ya está convertido en un terror, aquí en Jardines de Morelos está como para ya no vivir. Vivimos pero siempre con el temor”, dice Cecilia Vázquez, vecina de esa colonia de Ecatepec. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

SE ORGANIZAN 

Cecilia Vázquez informó que un grupo de vecinos ya comenzaron hacer reuniones, se organizan para vigilar su sector e identificar cuales son los puntos rojos o de mayor riesgo.

Noemí Salina explica que los vecinos buscarán aumentar la vigilancia entre ellos, e introducir métodos como otras colonias, que son la repartición de silbatos o poner más alarmas.

Por su parte, Cecilia Vázquez alude que incluso, los colonos ya piensan en hacer justicia por su propia mano.

“Nosotros tenemos que cuidamos los unos a los otros. Cuidados  en contra del crimen y de quienes nos quieran hacer daño. Si la autoridad no puede por lo que sea, no puede hacer [algo contra la inseguridad], entonces vamos a tomar  la seguridad en nuestras manos.  Si encontramos algún  delincuente en el acto vamos a tomar la justicia por nuestras manos”, advierte.

Sugeyry Romina Gándara
Ha trabajado como reportera y fotoperiodista de nota roja en Chihuahua. Los últimos años, ya radicada en CdMx, los ha dedicado a cobertura sobre temas de desaparición, seguridad y víctimas de la violencia.
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