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Ricardo Ravelo

10/11/2017 - 12:02 am

El brazo panista de Los Zetas

Desde 1997 a la fecha, la expansión del cártel de Los Zetas en el país ha sido vertiginosa. Comenzaron en Tamaulipas, su cuna, donde Osiel Cárdenas, Arturo Guzmán Decenas y Heriberto Lazcano lograron cooptar a un nutrido grupo de militares de élite que desertaron del Ejército para ligarse al narcotráfico. Los Zetas son el primer […]

De acuerdo con datos históricos, hacia 1998, Los Zetas se afincaron en Veracruz. Aquellos eran los tiempos de Patricio Chirinos y de Miguel Ángel Yunes Linares, el brazo golpeador del poder. Foto: Cuartoscuro

Desde 1997 a la fecha, la expansión del cártel de Los Zetas en el país ha sido vertiginosa.

Comenzaron en Tamaulipas, su cuna, donde Osiel Cárdenas, Arturo Guzmán Decenas y Heriberto Lazcano lograron cooptar a un nutrido grupo de militares de élite que desertaron del Ejército para ligarse al narcotráfico.

Los Zetas son el primer grupo criminal que incorporó el paramilitarismo al narcotráfico y luego se extendió a otras actividades criminales. Nadie competía con ellos en capacidad de fuego y en la saña que mostraban al asesinar a sus rivales.

En la descompuesta escena pública primero mostraron el horror de las decapitaciones. Esto lo aprendieron de los “kaibiles”, sus pares guatemaltecos, quienes terminaron en las filas de Los Zetas. Luego no fue suficiente con cortar cabezas y procedieron a descuartizar a sus enemigos y a desperdigar sus despojos por las calles cuando no los exhibían en negocios públicos señalados por detractores como centros de lavado de dinero.

Tamaulipas fue su bastión principal. Ahí fueron cobijados por la impunidad de al menos dos gobiernos: el de Tomás Yarrington, primero, y Eugenio Herández, después. Ambos exmandatarios, ampliamente investigados en Estados Unidos por brindar respaldo al narcotráfico, están en la antesala de ser extraditados a la Unión Americana para ser juzgados por los sobornos que recibieron. El primero aguarda en una prisión de Florencia, Italia; el segundo espera en una cárcel de Ciudad Victoria, Tamaulipas.

No obstante los escándalos que han originado en el país –por sus actos de violencia y su capacidad para corromper autoridades – la historia oficial de Los Zetas está rodeado de silencios.

El gobierno federal y mucho menos el Ejército han rendido cuentas sobre la forma en que los militares fundadores de Los Zetas fueron cooptados por el cártel del Golfo. Nadie ha publicado un informe de lo que realmente pasó en 1997, por qué los soldados desertores terminaron enganchados en las filas del narcotráfico. Más allá de la corrupción, deben existir otras razones de fondo que hasta ahora se ignoran.

Después de trece años de operar como brazo armado del cártel del Golfo, entre los años 2013 y 2014, Los Zetas decidieron independizarse. Fue entonces cuando se erigieron como un cártel bien organizado, quizá el mejor estructurado del país.

Y así emprendieron la conquista de los territorios que hasta la fecha dominan. Están presentes en una veintena de entidades federativas donde han sentado sus reales a base de sangre, fuego y corrupción. Aunque cabe decir que no todo se ha podido probar fehacientemente.

De acuerdo con datos históricos, por ejemplo, hacia el año de 1998, Los Zetas de afincaron en Veracruz. Aquellos eran los tiempos de Patricio Chirinos y de Miguel Ángel Yunes Linares, el brazo golpeador del poder.

En esa época, Los Zetas lograron rentar varias propiedades en el sur del estado, desde entonces convertido en un enclave importante del narcotráfico. Varios cárteles se afincaron en el estado. Con Chirinos y Yunes en el poder, nadie molestaba, por ejemplo, a Arturo Izquierdo Hebrard –el padrino de la mafia –quien vivía a su anchas en el municipio de Náutla cobijado por la impunidad.

Tanto poder tenía y tan protegido estaba que incluso llegó a ser un miembro distinguido del Comité de Financiamiento del PRI en Veracruz en los tiempos de Yunes.

Arturo Izquierdo era un capo que operaba al más puro estilo de la vieja guardia. Igualito que Juan Nepomuceno Guerra, el tío de Juan García Ábrego, otro padrino de mafiosos.

Izquierdo Hebrard fue socio de Miguel Ángel Félix Gallardo y ahí en Náutla ambos edificaron El Camino Real, un rancho genético donde se mejoraban la calidad del ganado. Tenía tenia laboratorio y una pista de aterrizaje que por las noches se iluminaba como si fuera de día.

Izquierdo y su hermano Hugo fueron auxiliares del exgobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Célis, un capo encumbrado en el poder. Y ahí se conocieron los hermanos Izquierdo y Félix Gallardo, pues quien a la postre fue el jefe del llamado cártel de Guadalajara había sido chofer del entonces poderoso gobernador de Sinaloa.

Arturo Izquierdo estuvo muy encumbrado en el poder. Fue cuñado de Arturo Durazo Moreno, el jefe de la policía capitalina que en el sexenio de Lopez Portillo llegó a tener tanto poder como el propio presidente de la República. Adicto a la cocaína y al dinero, murió como una piltrafa humana en una cárcel de Guerrero.

En el puerto de Veracruz, otro capo del narcotráfico también vivía sin mayores tensiones. Era Albino Quintero Meraz, “Don Beto”, quien llegó a ser vecino de Miguel Alemán Velazco en el fraccionamiento Costa de Oro del puerto de Veracruz. Albino Quintero tuvo su etapa de esplendor en los gobiernos de Chirinos y Alemán debido a la protección que recibía de la Secretaría de Seguridad Pública del estado.

Aunque eran aparentemente rivales, durante el gobierno de Chirinos y Yunes, Osiel Cárdenas –entonces poderoso jefe del cártel del Golfo –llegó a realizar importantes negocios con Albino Quintero. Cuenta Quintero en las declaraciones que rindió ante la Procuraduría General de la República tras ser detenido que la droga la pasaban el territorio mexicano a través de Guatemala, luego la transportaban hacia Tabasco y Veracruz y así los cargamentos terminaban en Tamaulipas para después ser cruzados a Estados Unidos. Todo con el cobijo político y policiaco.

En Minatitlán y Coatzacoalcos el cártel del Golfo y Los Zetas crearon un enclave importante. Desarrollaron la industria del secuestro y por primera vez se tuvo conocimiento de que los cárteles ya no solo operaban con el tráfico de drogas sino que comenzaron a implementar otras modalidades delictivas: tráfico humano, extorsiones, venta de protección, cobro de piso a giros negros…

Resulta extraño que el informe de la Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Texas no haya incluido en su amplio estudio estos antecedentes, claves para entender el amplio mundo criminal de Los Zetas y sus cómplices.

La Universidad de Texas se deslindó del informe presentado por Ariel Dukitzy, de tal suerte que el estudio quedó como un mero documento elaborado por académicos sin respaldo institucional. Además, los autores tampoco confirmaron –solamente creen que así es – si los testimonios de varios miembros de Los Zetas son veraces, requisito indispensable para que se integren expedientes sólidos en contra de los implicados.

Son embargo, el hecho de que se hayan rendido ante una Corte estadunidense y que hayan servido para incriminar a algunos personajes del crimen organizado no quiere decir que tengan la misma veracidad para efectos de otras incriminaciones, como las que hicieron en contra de los exgobernadores Humberto Moreira y Fidel Herrera Beltrán.

Moreira, por ejemplo, en un amplio comunicado, negó de una manera muy fácil todos los señalamientos que en el informe lo implican como protector de Los Zetas durante su gestión gubernamental; también negó haber recibido multimillonarios sobornos de ese grupo criminal a cambio de protección y dijo estar abierto a cualquier investigación relacionado con ese tema. Es más, se ofreció como coadyuvante del propio grupo de académicos que encabeza Dukitzy para ahondar más en el tema.

Fidel Herrera –quien fue mencionado de refilón en el informe –hizo lo propio y rechazó cualquier vínculo con el narcotráfico y con Los Zetas, pues dijo que estos señalamientos, que datan de hace catorce años, son parte de un infundio orquestado por Miguel Ángel Yunes Linares, su enemigo político.

Y es que en el caso de Fidel Herrera existe un testigo de apellido Hinojosa –sentenciado en Estados Unidos a 24 años de prisión por narcotráfico –quien en el juicio que se le sigue al empresario Francisco Colorado por lavado de dinero mencionó que en el año 2004 le entregó a un candidato al gobierno de Veracruz doce millones de dólares para su campaña. Y que el dinero provenía del narcotráfico. Sin embargo, el testigo no mencionó el nombre del candidato al que supuestamente le entregó el dinero.

Hinojosa fue agente del Ministerio Público Federal en Laredo, Texas, cuando Yunes Linares fungió como subsecretario de Seguridad Pública Federal, en el sexenio de Vicente Fox. En el informe de la Universidad de Texas se incluye a este pasaje donde el agente del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Scot Lawson, es quien refiere el nombre de Herrera. Cabe mencionar otro dato: Lawson es amigo cercano de Yunes desde el 2004.

Y curiosamente el informe de la Universidad de Texas tampoco menciona que un personaje cercano a Francisco Colorado –sentenciado en Texas por lavado de dinero –fue Miguel Ángel Yunes Linares, quien acusa a Herrera de estar ligado al narcotráfico.

De acuerdo con la historia de esta relación –que además es pública dentro y fuera de Veracruz –Yunes Linares mantuvo una estrecha relación tanto con Francisco Colorado como con su hermano Miguel Colorado al menos desde el año 2009.

Así lo publicó la agencia Agencia Proceso (Apro) en su despacho del 13 de junio de 2009. La nota refiere textualmente:

“En 2009 el PAN postuló a Miguel Colorado Cessa, hermano de “Pancho” Colorado, acusado por el gobierno de Estados Unidos de lavar dinero para el grupo criminal “Los Zetas”, como candidato a diputado federal por el distrito cinco de Veracruz.

“Miguel Ángel Yunes Linares, excandidato del PAN al gobierno de Veracruz, respaldó al candidato e incluso participó en actividades proselististas a su lado, como exhibe la fotografía que ilustra esta nota informativa”. En la foto aparece Yunes levantándole la mano a su tocayo Miguel Colorado en un acto proselitista.

“El gobierno estadunidense acusó a Miguel Colorado Cessa de ser el prestanombres de los hermanos José y Miguel Ángel Treviño, líderes del cártel de Los Zetas, quienes participaban en millonarias carreras de caballos clandestinas en Oklahoma”.

La nota refiere que Yunes le declaró a Carmen Aristegui, cuando conducía el noticiero de MVS, que Fidel Herrera había recibido recursos de Colorado, que era su amigo y que incluso acudía a su rancho. (Fidel Herrera rechazó el infundio y dijo que la única vez que vio a Francisco Colorado fue en una cabalgata organizada en el norte de Veracruz, donde coincidieron por accidente).

La nota de Apro añade:

“No obstante, Yunes tiene relaciones con la familia Colorado Cessa desde el sexenio de Patricio Chirinos (1992-1998) donde participó como secretario General de Gobierno”.

Cabe señalar que además de que Yunes apoyó a Miguel Colorado Cessa en dos candidaturas –alcalde y diputado –también le entregó a este personaje una notaría pública, la cual hasta la fecha usufructúa el presunto Zeta del norte de Veracruz.

Francisco Colorado –cuyo caso también es referido en el informe de la Universidad de Texas –es un acaudalado empresario que se incorporó a Pemex como contratista experto en los temas de remediación ecológica. Obtenía contratos millonarios por los apoyos que recibía de importantes figuras del PAN, entre otros, figura Juan Bueno Torio, exdirector de Pemex-Refinación en el sexenio de Vicente Fox, exdiputado federal, excandidato independiente al gobierno de Veracruz.

Bueno Torio estuvo implicado en fuertes escándalos por presuntos actos de corrupción en la entrega de contratos a los hijos de Martha Sahagún, a quien con frecuencia solía contestarle el teléfono oficial en Pemex para atender sus asuntos particulares.

Durante el sexenio de Fidel Herrera Beltrán se suscitaron varios eventos de violencia. Uno de los más escandalosos fue la masacre en la carrera de caballos donde fue asesinado Efraín Teodoro Torres, el Z-14, socio de Francisco Colorado, quien participó en aquella justa sangrienta.

Sin embargo, cuando era candidato en 2004 la PGR investigó a Herrera Beltrán por haber sido señalado de rebasar los gastos topes de campaña. La PGR nunca integró expediente alguno en su contra y hasta la fecha ninguna autoridad federal ha integrado investigaciones en su contra por narcotráfico o delincuencia organizada.

En su administración destaca un dato relevante: la lucha contra la delincuencia el propio Herrera se la entregó al Ejército, muestra de ello es que los secretarios de seguridad pública que despacharon entre los años 2004 y 2010 fueron miembros de la milicia.

En Coahuila el panorama, sin embargo, parece diferente a la luz de los hechos. Los hermanos Humberto y Rubén Moreira están señalados de recibir millonarias sumas de dinero de Los Zetas. Se les ha investigado por ello y existen todavía expedientes donde son mencionados.

Coahuila, sin duda, fue un bastión de Los Zetas: ahí vivieron cómodamente Miguel Ángel Treviño Morales, el Z-40 y Heriberto Lazcano Lazcano, fundador de ese grupo criminal en 1997.

Se afirma que trabajaban muy cerca de la zona carbonífera en esa entidad donde durante muchos años operó el tráfico de drogas este cártel, pues resultaba clave para cruzar los cargamentos hacia Estados Unidos.

El informe de la Universidad de Texas, con el respeto que se merecen sus autores, no revela nada nuevo, nada que no sepamos en México. Si acaso sirve para recordarle a las autoridades mexicanas y estadunidenses que si existen elementos probatorios para proceder en contra de los exfuncionarios mencionados, pues que lo hagan y así se deslinden las responsabilidades correspondientes.
Sin embargo, la PGR ha guardado silencio al respecto.

De otra manera estos retazos de declaraciones sólo sirven para generar confusiones, pues los que acusan –como en el caso de Yunes Linares –también poseen una larga historia de corrupción no desligada de la delincuencia organizada.

De lo que no queda duda es de que conforme se acerca el proceso electoral del 2018 seguirán apareciendo informes y acusaciones entre los políticos de uno y otro partido. Es posible que ya se afinen otros informes, encargados en Estados Unidos, para tender cortinas de humo y de esa manera confundir a la sociedad.

Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.

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