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David Ordaz Bulos

10/11/2019 - 12:02 am

Líbano y la revolución del Whatsapp

La política de la Edad Contemporánea constituye otro capítulo más de la historia de la religión” John Gray. Misa negra Recuerdo la llegada a Beirut. Apenas salir del aeropuerto y varios taxistas se arrebataron la maleta que terminó con las ruedas rotas. Luego, avanzar por un tráfico feroz dentro y ver los muros agujereados de […]

La política de la Edad Contemporánea constituye otro capítulo más de la historia de la religión”
John Gray. Misa negra

Recuerdo la llegada a Beirut. Apenas salir del aeropuerto y varios taxistas se arrebataron la maleta que terminó con las ruedas rotas. Luego, avanzar por un tráfico feroz dentro y ver los muros agujereados de los edificios, impactados por las balas de la guerra civil. Durante el trayecto el chofer ofrecía cigarrillos como muestra de hospitalidad.

Imagen de Thierry Chehab.

Esa tarde, al caminar al azar por las calles del barrio musulmán de Hamra, me encontré con el equipo de la organización Ahla Fawda. Su nombre significa “Bienvenido sea el caos”. Se encargan de fomentar los derechos de los jóvenes a través del arte urbano. Y gracias a ellos visité campos de refugiados sirios y palestinos donde acondicionaron una escuela. Aquel viaje fue un encuentro entre el país de los relatos nebulosos dejados por los bisabuelos y el país actual, que como Chile, Ecuador, Haiti, Hong Kong, Egipto, Irak y otros tantos, vive turbulencias que son oportunidades de cambio.

En Líbano, la gota que derramó el vaso de la revuelta fue la declaración de parte del gobierno sobre cobrar un impuesto de seis dólares mensuales a las llamadas de Whatsapp. Esto provocó que desde el 17 de octubre de 2019, miles de personas salieran a las calles de ciudades como Beirut, Trípoli, Tiro y Zouk Mosbeh, para manifestarse contra la élite sectaria que ha controlado la economía y la política del país desde que terminó la guerra civil en 1990.

Por supuesto, hay un trasfondo más amplio detrás del intento por cobrar el uso de la app: una enorme deuda económica, la crisis de los servicios básicos, la enorme corrupción, el enojo colectivo por los incendios forestales, el empeoramiento de la economía, la afluencia de refugiados, etcétera.

Imagen de Rami Kanso @ramikanso.png

La Revolución del Whatsapp o Revolución de Octubre, tiene como antecedentes a la Revolución de los Cedros del 2005, que más que una movilización por un cambio en el sistema político, fue una resistencia contra las fuerzas de ocupación Siria que llevaban ahí 30 años. Después, en el 2015, emergió el movimiento You Stink, detonado por la crisis de acumulación de basura que fue consecuencia de un conflicto de intereses entre las elites; además de una exigencia de derechos civiles que desemboca en las protestas actuales.

Uno de los símbolos más poderosos de la Thawra (revolución), ha sido una cadena humana de 170 kilómetros de extensión que atravesó el país de norte a sur, para enviar un mensaje de coexistencia y refundación de la unidad nacional que atraviesa clases, religiones y regiones. La lucha actual es por mejores instituciones y dignidad. Y está encabezada por grupos de jóvenes y mujeres.

Además, una de las peculiaridades más interesantes del movimiento es su carácter lúdico y espontáneo, con: cantos, música, DJs, baile y clases de yoga en las calles. En ese sentido, la canción Baby shark, ha sido otro símbolo de las protestas, a raíz de un video donde aparece un niño asustado en medio de un tumulto y los manifestantes le cantaron para tranquilizarlo.

Podría pensarse que una de las mayores victorias de las movilizaciones fue la renuncia el 29 de octubre, del Primer Ministro Saad Hariri junto con todo su gabinete para “dejarle el poder al pueblo y salir de un callejón sin salida”. Sin embargo, ¿la renuncia de Saad Hariri representa una verdadera victoria o es un cosmético para bajar la intensidad del movimiento?, ¿quién quedará a cargo? Para el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, el hecho representa un vacío de poder que agravará la crisis.

El mismo día en que renunció el Primer Ministro, los manifestantes convocaron a seguir en las calles, sacar los muebles y armar “La casa de la gente”. Horas después fueron atacados por grupos de choque. En Facebook me entero que Imane, una de mis amigas de la organización Ahla Fawda, estuvo en la Plaza de los Mártires en pleno centro de Beirut cuando los ataques ocurrieron. Uno de los golpeadores encontró una libreta con sus datos y la buscó en Facebook para enviarle acusaciones por financiar la revuelta. Aquí un fragmento de la respuesta de Imane:

“Día 14. Buenos días revolución.
Ayer fue un día muy emocional, agotador físicamente por huir de los matones cuando celebrabamos la renuncia del gobierno.
El shock vino después.
Fui etiquetada en fb por uno de los matones que atacó la Plaza de los Mártires. El vio mi nombre escrito en una de las libretas que robó de ahí y me envió un mensaje, una especie de acusación de que soy una de las financiadoras de la revolución.
El shock, y los efectos de todo el día en la acción jugaron un papel importante en darme la sensación de miedo. Que no duró mucho.
Permítanme dejar las cosas claras de una vez.
Soy libanesa, y daré todo por la revolución y el regreso del orgullo y de la dignidad de mi país.
Soy libanesa, y he financiado a la revolución con el arte, la cultura, el amor y el apoyo.
Soy libanesa y no estaré nunca más aterrorizada por hablar y exigir mis derechos”

Rima Majed, socióloga de la Universidad Americana de Beirut, dice que estos ataques muestran que la renuncia de Hariri no ha sido un regalo. De ahí la necesidad de vigilar el momento caótico que esconde la venganza sectaria. Y hacer que el movimiento se convierta en una red coordinada interregional con demandas claras: cortar el salario de funcionarios y ex-funcionarios, exigir a los bancos nacionales renunciar a la deuda, crear impuestos progresivos, solucionar de inmediato los cortes de electricidad y agua; y resolver el problema de la basura.

Imagen de Zafiri Haidar @justzhm

El panorama es complejo. El sistema sectario (o confesionario, que integra 16 órdenes religiosas representadas en el parlamento), es tan fuerte que ha hecho que cualquier alternativa política parezca imposible. De ahí la relevancia de los últimos acontecimientos. Wissan Saade, catedrático de la Universidad Saint Joseph, ha definido a este sistema como una “economía casino” y un “régimen circo”. Una red paternalista – clientelar que ejerce violencia socioeconómica desde los años noventa y que además, opera conectada con los apoyos –siempre hipócritas– de occidente.

Otro investigador, Bassel Salloukh, de la Universidad Americana de Beirut, explica el funcionamiento de los populismos sectararios. Por ejemplo, desde la coerción emocional, con leyes que permiten o no, los matrimonios interreligiosos. O bien, a través del control a las Organizaciones No Gubernamentales por parte de las elites, para mantener esquemas de clientelismo que favorecen sus intereses, a cambio de servicios públicos que fueron privatizados.

La ecuación política ante la renuncia de Hariri aún no es clara. Abre un estado de alerta general por la reacción de diversos grupos –externos e internos– en donde uno de los peores escenarios sería una nueva guerra civil. Entre dichos grupos está Hezbollah, que tiene más armas que el ejército libanés y liberó el norte del país cuando ISIS lo atacó hace apenas unos años. Además, Hezbollah también frenó a los tanques israelíes en sus intentos por ocupar los territorios del sur.

En esta coyuntura, Ziad Abdul Samad, director de la Arab NGO Network for Development (ANND), habla sobre el rol de un posible nuevo gobierno que “deberá adoptar leyes electorales democráticas y discutir reformas sobre el presupuesto general, que eliminen los desperdicios de recursos públicos que se van en cuotas clientelares”.

Imagen de Zafiri Haidar @justzhm

Líbano es uno de los escenarios distópicos del planeta donde las colectividades precarizadas e hiperconectadas aparecen, entre Estados débiles y herencias coloniales que adquieren nuevas formas de dominación de la vida. Vale la pena observar a la Revolución del Whatsapp. Que es una búsqueda común de justicia y una lección de unidad, frente a la polarización sectaria e identitaria. ¿Es el sistema sectario una de las expresiones más claras del feudalismo contemporáneo?

David Ordaz Bulos

@David_Orb

 

 

Referencias:

David Ordaz Bulos
Psicólogo social. Maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Estudiante del doctorado en Creación y Teorías de la Cultura de la Universidad de las Américas Puebla.

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