¿Conservadores o liberales? Las preferencias políticas están vinculadas a una predisposición genética: estudio

29/05/2014 - 12:00 am
Los expertos estudiaron los patrones de actividad en el cerebro humano para determinar las tendencias políticas de los individuos. Foto: EFE
Los expertos estudiaron los patrones de actividad en el cerebro humano para determinar las tendencias políticas de los individuos. Foto: EFE

Ciudad de México, 29 de mayo (SinEmbargo).– La política por sí sola es compleja y para muchos es un territorio nebuloso. A nivel personal muchos la asocian con una cuestión de educación o simple corazonada. Sin embargo, ahora psicólogos y neurólogos de Estados Unidos y Reino Unido estudian la posible relación entre las preferencias políticas y la disposición genética de las personas hacia cierta postura política. Afirman que las personas más sensibles suelen simpatizar con los conservadores.

Los experimentos, tanto de Darren Schreiber de la Universidad de Exeter, como de John Hibbing, de la Universidad de Nebraska, revelaron la existencia de variaciones en las zonas del cerebro que eran más activas en los voluntarios que se denominaron a sí mismos como conservadores que en aquellos que se describían como liberales, cuando ellos estaban resolviendo problemas similares.

"Al analizar cómo el cerebro está procesando los fenómenos políticos, podemos entender un poco mejor por qué hacemos lo que hacemos", dijo Schreiber, quien usa la técnica de imagen por resonancia magnética (IRM) para estudiar patrones de actividad en el cerebro humano cuando los individuos toman las decisiones, principalmente aquellas que suponen algunos riesgos, dijo a la cadena BBC.

De esta manera, el experto observó variaciones en las partes del cerebro que eran más activas en las personas que se consideran a sí mismas como conservadoras y en los que se autodenominaron liberales. Si bien el trabajo no generaliza de ninguna manera los pensamientos de ambas posturas, sí sugiere que diferentes actitudes políticas reflejan divergencias profundamente enraizadas en la manera en las que las personas entienden el mundo.

Por su parte, el neurocientífico Read Montague, del Colegio universitario de Londrés (UCL) y del Virginia Tech, se mostró escéptico cuando se acercó a ayudar a los científicos políticos con sus investigaciones. Sin embargo, admite que cuando Hibbing y su equipo le mostraron sus datos de un trabajo sobre gemelos que sugiere que la lealtad política es en parte genética, cambió de parecer.

Las personas con tendencias conservadoras resultaron ser más sensibles a imágenes consideradas como "grotescas". Foto: John Hibbing
Las personas con tendencias conservadoras resultaron ser más sensibles a imágenes consideradas como "repulsivas". Foto: John Hibbing

Tanto Hibbing como Montague querían saber si estas predisposiciones innatas podían ser observadas en funcionamiento en el cerebro y, al mismo tiempo, ver la manera en la que las diferencias genéticas se expresan en diferencias políticas en la vida real.

De esta manera, se encontró, mediante respuestas instintivas a imágenes diseñadas para provocar asco y miedo, un vínculo entre la fuerza de la respuesta emotiva y el conservadurismo del punto de vista de las personas.

Así, los individuos con actitudes más protectoras respecto a temas como la inmigración, así como los que promueven mayores castigos para los delincuentes o que están en contra del aborto "parecen tener una reacción mucho más fuerte a las imágenes repulsivas", plantearon los investigadores.

Los resultados del estudio no han sido compartidos por la comunidad científica y son varios los que se manifiestan que las visiones políticas no pueden ser completamente innatas, ya que el cerebro evoluciona a lo largo de la vida y las experiencias del individuo, y –al igual que los genes– lo "moldean".

Sin embargo, lo cierto es que Schreiber no especificó la manera en la que piensan las personas, ya sean conservadoras o liberales. No obstante, el estudio supone que –al menos de manera parcial– la lealtad política puede ser genética. Por supuesto, no se trata de un indicio tan destacado como el color de los ojos, por ejemplo. Pero es suficiente para afirmar que algunas personas puedan llevar en el ADN cierta inclinación hacia algún partido.

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