Prensa en México vive tiempos complicados. Falta de ubicación y profesionalismo: Rodríguez Castañeda

11/04/2020 - 12:03 am

“En un afán de ser pro o contra alguien, la prensa está cayendo en su propia trampa; se amarra a sí misma con posiciones políticas. Eso creo que es lamentable”, opinó en entrevista el co-fundador y ex director de la revista Proceso, conductor ahora de la nueva serie de TV UNAM, Confidencial. Los expedientes de la Guerra sucia.

“La evolución del país en términos de la competencia democrática y política es más amplia que antes y eso beneficia a la prensa, que tiene un espacio más libre de obstáculos para ejercer su trabajo, pero al mismo tiempo el riesgo que se está viviendo es la politización, la polarización de la información. Es claro que en estos momentos el país está confrontado, está dividido, y eso afecta la perspectiva”, agregó.

Ciudad de México, 1 de abril (SinEmbargo).- Confidencial. Los expedientes de la Guerra sucia, serie documental realizada por Proceso y TV UNAM, revisa los archivos de la antigua Dirección Federal de Seguridad y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) sobre personajes destacados de la política nacional y descubre los reportes que el Gobierno tiene de sus perseguidos.

La serie, producida por Oscar Estrada y realizada por Víctor Mariña, es el resultado de más de ocho meses de trabajo de especialistas cuya investigación periodística está basada en expedientes que estuvieron cerrados, y fuera del acceso de medios y ciudadanos, hasta febrero del 2019. Ahora, por un decreto presidencial, se revelaron y quedaron bajo custodia del Archivo General de la Nación.

Cabe destacar la importancia del Centro de Documentación de la revista Proceso, pues cuenta, desde 1976, con un gran archivo digital que ha sido la base para la realización de esta entrega documental.

Conducida por el periodista Rafael Rodríguez Castañeda, co-fundador y ex director de la revista Proceso, esta serie consta de cinco capítulos en su primera temporada. Se transmitirá el segundo miércoles de cada mes, con retransmisiones los domingos a las 19:00 horas.

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¿Qué representó la Guerra sucia para los periodistas y la prensa en su momento?

Visto desde la perspectiva de ahora, es más fácil verlo. La Guerra sucia precisamente era una guerra secreta, una guerra oculta y no siempre era posible visivilizarla de manera inmediata. Sí hubo cosas que se fueron sabiendo a lo largo del tiempo, con investigaciones periodísticas que permitieron saber lo que estaba ocurriendo en años anteriores. No era una manera visible al forma en la que el Estado actuaba en contra de los disidentes.

Para la revista Proceso en particular, ¿cómo se vio afectada la libertad de expresión?

Proceso nace en 1976 y desde el primer momento hicimos el trabajo que solíamos hacer en Excélsior en años anteriores, el trabajo de investigación de denuncia, el trabajo que caracteriza a la prensa crítica e independiente y en ese sentido éramos molestos al Gobierno en turno, en este caso al de López Portillo en aquellos primeros años. Por su puesto en algún momento la crítica fue insoportable para Portillo y vino la determinación de boicotear publicitariamente a la revista en 1982,

Sí hubo efectos obviamente muy negativos en nuestra finanzas; nos obligó a cerrar una agencia de información y a despedir a un determinado número de miembros de nuestro personal de redacción y administración. Pero también nos mostró que sin la publicidad y a partir de la venta masiva de ejemplares podíamos sobrevivir y de esa manera, indirectamente, un acto de Gobierno autoritario nos mostró el camino de la independencia financiera, lo cual es fundamental para tener una independencia editorial completa.

¿Cuál es el objetivo de esta serie documental, Confidencial?

La idea es precisamente rescatar lo que fue en esos años este país en términos de represión y persecución de los disidentes y los movimientos sociales contrarios al regimen, y también de la prensa que pretendía ser crítica e independiente.

En términos documentales, la historia está basada en los archivos que contienen los expedientes de la Dirección Federal de Seguridad, y que se conservan en el Archivo General de la Nación. A partir de una idea original de Óscar Estrada, nosotros decidimos explorar esos archivos a partir de seleccionar cinco personajes de la época, representativos de los distintos segmentos sociales o activistas.

Iniciamos con Julio Scherer García, que era en su momento reportero del periódico Excélsior y posteriormente subdirector, y después fundador y director durante 20 años de la revista Proceso. A él lo seleccionamos como representante de lo que fue la persecuión y el espionaje a los medios de comunicación en cuanto el ejercicio de la libertad de expresión.

En el estreno de la serie, el pasado miércoles 1 de abril, vimos el archivo de Julio Scherer García, quien fue espiado desde 1966. ¿Puedes ahondar sobre este episodio de la vida política en México y tu opinión de Scherer?

Yo creo que Julio fue el periodista más importante de la segunda mitad del siglo XX en México. Primero como reportero de Excélsior, llegó a ser el pilar de lo que era en aquel entonces, los años 50 y 60, el más importante del país. Don Julio fue un pilar por sus trabajos de investigación periodística, sus entrevistas y su enorme capacidad de tener contactos informativos importantes en los niveles más elevados, tanto del mundo político, económico e intelectual. Él usó su capacidad periodística para ejercer a plenitud la libertad de expresión.

Repito, es un personaje clave en la evolución misma del país en términos políticos y sociales; de alguna manera sus luchas en Excelsior y Proceso derivaron en una apertura de otros medios de comunicación que siguieron los pasos del periodismo independiente y en ese sentido, Scherer cumplió un papel fundamental inclusive en lo que llamamos la transición democrática.

En este sentido, era pertinente seleccionar a este personaje para nuestro estreno de la serie, que continuará otros personajes. Por ejemplo: Genaro Vázquez Rojas, líder sindical del magisterio guerrerense que formó parte de la oposición política al gobierno de Guerrero y que integró uno de los varios grupos armados que se desarrollaron en la Sierra Madre del Sur durante las décadas de 1960 y 1970; Rosario Ibarra de Piedra, activista, fundadora del Comité ¡Eureka!; Heberto Castillo, político mexicano, candidato presidencial por el Partido Mexicano Socialista (PMS) en las elecciones federales de 1988, y Javier Barros Sierra, quien fuera Rector de la UNAM en 1968, todos ellos opositores en su momento, perseguidos y espiados por el Gobierno Federal.

Creo que esta selección mostratá un panorama más o menos completo, a reserva de que eventualmente la serie pueda continuar en un futuro, a partir del hallazgo de más documentos de que otros personajes.

Acerca del Centro de Documentación de Proceso, entiendo que juega un papel fundamental en la investigación y realización de esta serie. ¿Cómo se tradujo ese gran archivo digital al lenguaje audiovisual?

Ciertamente cumplió un papel importante, tanto la Coordinacón del archivo fotográfico como el propio Centro de Documentación. Julio Flores, Coordinador de este centro inclusive participa en la serie, entrevistado, y él refiere cómo fue utilizado estos archivos para algo que fue complejo: cómo traducir la documentación escrita y fotografíca al lenguaje audiovisual. Espero que el resultado sea gratificante, que se halla logrado un producto revelador de cosas que importan, para que este país conozca lo mejor posible su historia.

Estos archivos del CISEN, cerrados e inaccesibles hasta febrero de 2019, ahora están bajo custodia del Archivo General de la Nación. ¿Qué representa esto para la libertad de expresión y la democracia en México?

Yo creo que es un avance, aunque hay que ver que están solo parcialmente a disposición del público. Por otro lado, no se ha difundido suficientemente que están abiertos. Muchas veces el periodismo actual deja de lado esas fuentes de información valiosísimas por dedicarse a la nota cotidiana, y desdeñamos el material documental que existe, precisamente el interés que tuvimos tanto en TV UNAM como en Proceso, fue meternos en esos documentos para tratar de darles forma en un lenguaje más accesible a auditorios más amplios.

Significa mucho la existencia de los expedientes abiertos, pero significa poco en la medida en que los periodistas mexicanos, en términos generales, no son afectos a la investigación documental profunda.

¿Cuál es tu perspectiva del panorama para la prensa en el actual Gobierno?

Obviamente es incomparable este momento con otros que el país ha vivido. Ciertamente la evolución del país en términos de la competencia democrática y política es más amplia que antes y eso beneficia a la prensa, que tiene un espacio más libre de obstáculos para ejercer su trabajo, pero al mismo tiempo el riesgo que se está viviendo es la politización, la polarización de la información. Es claro que en estos momentos el país está confrontado, está dividido, y eso afecta la perspectiva que tendría que ser transparente por parte de los ojos periodísticos.

En un afán de ser pro o contra alguien, la prensa está cayendo en su propia trampa; en ese sentido la prensa se amarra a sí misma con posiciones políticas editorialmente, que tienen un objetivo, desde apoyar o criticar ciertas actitudes de un Gobierno que intenta hacer un proyecto de país distinto, pero que también cae en la tentación del autoritarismo y de la falta de aceptación de la crítica. Creo que la prensa en este momento está viviendo tiempos muy complicados, de falta de ubicación pérdida de profesionalismo. Eso creo que es lamentable.

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