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Erik Del Ángel Landeros

11/07/2021 - 12:02 am

Una revisión histórica en el reencuentro México-Rusia

“Hoy ambos países, se encuentran más lejos, quizá Rusia más que México…”

Putin y AMLO. Fotos: AP y Cuartoscuro

Desde el inicio del actual Gobierno se ha tratado de realizar un acercamiento con Rusia, con la intención de diversificar relaciones para obtener mayor autonomía respecto a Estados Unidos de América (EUA). Nuestro país ya probó esta fórmula exitosamente en el pasado, en lo que se denomina la época dorada de la diplomacia mexicana. En aquel momento de Guerra Fría, la no alineación de México con EUA en casos como el de Cuba, Nicaragua y Guatemala le permitió tener un mayor margen de maniobra que plegándose al vecino del norte. La política exterior mexicana renunció a este tipo de estrategias cuando se hizo socio político y comercial de la Unión Americana, estrechando su dependencia a niveles insanos.

La pandemia producida por el COVID-19 dio sustento y velocidad a este acercamiento. En un primer momento, nuestro país buscó a Rusia para poder contar con dosis de la vacuna Sputnik V, lo cual consiguió. En un segundo momento, el actual, y ante la respuesta de la Administración Biden de no ayudar a su vecino y socio aún con los millones de vacunas con los que cuenta, el canciller Marcelo Ebrard realizó una visita al país europeo para aumentar y acelerar la cooperación en la materia, en la cual no se reparó mucho debido a la tragedia de la Línea 12 del Metro y a las elecciones del 2 de junio. El resultado de la gira de Ebrard fue obtener el acuerdo de que parte de la vacuna Sputnik V se envasará en México, mostrándole a Washington que México puede obtener ayuda de otros países, incluso de los que son sus adversarios. Como cereza en el pastel, el presidente López Obrador invitó a su homólogo ruso a visitar México en septiembre, con motivo de la conmemoración de los 200 años de la consumación de Independencia. ¿Veremos a Vladimir Putin en México? Sería más que interesante en términos geopolíticos.

Aprovecho este contexto de hermandad para recordar ciertos paralelismos históricos entre ambos países, más allá de la historia diplomática que se ha dado entre estas naciones. México y Rusia son de los países con extensiones territoriales más grandes originariamente. Esto ha provocado que sus vecinos poderosos hayan tratado de arrebatarle porciones de superficie por medio de guerras. Como sabemos, nuestro país perdió más de la mitad de su territorio a manos de EUA en el siglo XIX; Rusia, por su parte, tuvo que ceder Ucrania, Finlandia, Polonia, Lituania, Estonia y Livonia a sus “aliados” en la Primera Guerra Mundial como pago por abandonar la guerra debido a su Revolución. Lenin calificó este suceso como “una paz humillante, pero necesaria”. Estas experiencias, así como la percepción de amenaza de algunos de sus vecinos, han hecho que México y Rusia tengan fuertes sentimientos nacionalistas. El poderío que el país europeo obtuvo a la postre hizo que recuperará sus territorios y los volviera a perder cuando acabó la Guerra Fría. En México aún se percibe resentimiento, en diferentes medidas, dependiendo de quién se trate, por el despejo de territorio que sufrió.

Quizá el principal elemento en común, aunque con notorias diferencias, fue que los dos países protagonizaron relevantes revoluciones a inicios del siglo XX, la Revolución Mexicana de 1910, por una parte, y la Revolución de octubre de 1917 en Rusia. En ambos movimientos hubo antecedentes de huelgas obreras y represión, por un lado, por parte del régimen del zar Nicolás II, por el otro, por el de Porfirio Díaz. 1917 fue un año transcendental para los dos procesos, en Rusia arrancó el levantamiento bolchevique y en nuestro país se promulgó la Constitución de 1917, documento en el que quedó reflejado normativamente el contenido de la Revolución.

En la institucionalización de ambos procesos político-sociales, por un lado, la nueva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas implementó los planes de planificación quinquenales para sus ejercicios gubernamentales. Por su parte, años después en México, Lázaro Cárdenas adoptó la misma estrategia mediante los planes sexenales de gobierno.

Se puede decir que las principales semejanzas de ambas revoluciones es que ambas se proponían acabar con regímenes autocráticos y/o dictatoriales. También buscaron resolver injusticias sociales y circunstancias de desigualdad. No obstante, hubo evidentes diferencias. En México, su revolución fue de carácter social, democrático y burgués. En Rusia fue socialista, en el sentido de transformar las estructuras económicas, sociales y políticas del país, a partir, de la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción.

Hoy ambos países, se encuentran más lejos, quizá Rusia más que México, de ser regímenes apegados a los principios y postulados de sus revoluciones. Gran parte de las exigencias que las causaron volvieron a ser vigentes. Quizá por ello, ambos movimientos son parámetros sociopolíticos en más de un sentido. Quizá también, más referentes retóricos que otra cosa. Si se mira a ambos países con esta perspectiva histórica, resultan ser naciones no tan distintas como se pensaría. Elementos que puede explotarse para este pretendido acercamiento, del que ya veremos sus alcances y límites.

Erik Del Ángel Landeros
Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM, maestro en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora y candidato a doctor en Historia por la UNAM. Cuenta con estudios en la Universidad de Texas y con el Diplomado Líderes Progresistas por la Fundación Friedrich Ebert. Se ha desempeñado en el sector público y académico. Actualmente es profesor en la carrera de Relaciones Internacionales y Coordinador Ejecutivo del Consejo Técnico de Diplomacia y Cooperación Deportiva de la SRE.

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