Enero, mes de lo fatal maravilloso

12/01/2014 - 12:00 am

Por disposiciones gregorianas, enero se considera el mes de lo fatal maravilloso cuando el entusiasmo hasta en el más reacio ser se multiplica y la melancolía se suma al cuadrado en los optimistas con toda clase de propósitos por cumplirse:

Ser diferente, ¿qué acaso no son suficientes los accidentes de la vida para probar que somos camuflaje en potencia, con alas que se resisten a extenderse en su mayoría, y solo simulan ser piernas en peligro de extinción, al secarnos lentamente en la zona de confort?

Las promesas se silban en las neuronas como un sentido extra a la existencia. Mañana seremos un Hércules o una Vedette codiciados para salir en portadas de revista aunque la gula y la pereza sean su secreto.

Dar la vuelta al mundo en tres días, cuando un fin de semana saturado con las telarañas de la rutina  nos lo permita.

Los relojes dejarán de burlar a la humanidad cuando dejen de ser divos y finalmente la puntualidad les lance una flecha para apurarse, antes de que el diluvio de la tardanza los termine asesinando con el pasar de los minutos vigilándolos.

Dejar de aferrarse a la emergencia de los chocolates y los carbohidratos. ¿Por qué el cacao actúa como desinflamatorio de las tristezas, como si no fuera suficiente con las tuercas de los pensamientos y cedieran ante la droga de los sabores para olvidar o sentir un orgasmo en ciernes? Frutas y verduras serán los nuevos calmantes.

Sonreirán las carteras cuando las ofertas y tentaciones consumistas sean rechazadas a primera vista y no haya adeudos que pagar, al crear el arte instalación de billetes en el colchón, con el fin de salvaguardar el esfuerzo laboral. No más acumulación de bienes inútiles, sino eliminar al comprador compulsivo que llevamos dentro.

Dejar de inhalar las respuestas de la nicotina y evadir los cigarrillos que parecen arrullar a los pulmones llenos de dudas, antes y después de los veinte, como si con un solo respiro se desapareciera todo, cuando en realidad el tabaco y los problemas persisten.

Unir la cárcel humana con otra, sin tanta vocación amorosa porque la edad pesa, más estando solo y porque el ciclo de la vida lo dice, con cierta presión primorosa, aunque después, el sentimiento solicite asilo político y decida permanecer hasta enamorar.

¿Lo fatal? Que no haya nada en que creer ni por lo cual entusiasmarse. El vacío es un refugio seguro para evitar la orfandad de un fracaso anticipado. No hay manera de sumergirse en el juego de la cuerda donde la felicidad instantánea trata de descifrar el futuro entre cada salto y letra del abecedario.

¿Algo maravilloso? Embestirse de agua porque nuestros los adentros necesitan regar el oasis interior. ¿Cómo sustituir los elixires de cafeína y azúcar en una merienda? ¿Cómo no sucumbir ante el extremo del yo de forma temporal, sino constante?

Enero, mes de lo fatal maravilloso. Todos quieren ser superhéroes de sí mismos, pero no cualquiera resiste tanto tiempo.

@taciturnafeliz 

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