Diego Petersen Farah

El poder de medios está en los propietarios, no en los periodistas: Diego Petersen

Diego Petersen Farah

El poder de medios está en los propietarios, no en los periodistas: Diego Petersen

Diego Petersen Farah

El poder de medios está en los propietarios, no en los periodistas: Diego Petersen

12/02/2023 - 12:00 am

Diego Petersen Farah habló con SinEmbargo sobre su novela El Chacal, un recorrido a través de los ojos y voz del periodismo por los principales acontecimientos políticos que han marcado al país desde 1988 hasta 2018.

Ciudad de México, 12 de febrero (SinEmbargo).– Un periodista “ se puede sentir importante o poderoso y tarde o temprano todos se acaban dando cuenta de que el poder es prestado, el poder está en el sistema de medios y está en los propietarios de los medios, son los que tienen el poder, no los periodistas”, señaló Diego Petersen Farah, quien acaba de publicar una novela en la cual ahonda precisamente en este tema.

Titulada El Chacal (Planeta), la historia es contada en primera persona por un reportero originario de Puebla que viaja a la Ciudad de México en el marco del proceso electoral de 1988. Esta “joven promesa del periodismo”, como le llaman en ese entonces, será el testigo de los principales sucesos políticos del México contemporáneo como el Quinazo, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, la transición política, la campaña sucia de 2006, la construcción de Enrique Peña Nieto como Presidente hasta la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia.

En cada uno de estos episodios de la vida política nacional, El Chacal —como se conoce al protagonista— develará el rol que juega la prensa corrupta en estas intrigas a través de la manipulación de la información y de su uso como modo de negociación. Al mismo tiempo será el relato de su ascenso por El Periódico y su salto a La Televisora hasta su estrepitosa caída.

“Este es un retrato de los medios, no es un retrato de una persona y la manera de hacerlo es crear este personaje, que como fuenteovejuna, es todos o ninguna. Es decir, que va de alguna manera, digamos, pasando por un montón de anécdotas, y algunas anécdotas, uno puede decir ‘creo que yo me acuerdo que esto le pasó a fulano o a zutano, pero en realidad no le pasa a nadie, todo lo que está narrado ahí es absolutamente ficcionado. Hay referencias que nos pueden, digamos, vincular a la realidad, pero es meter un personaje, atravesarlo en el sistema de medios, un personaje de ficción, que nos permita hacer el retrato, que ningún periodista por sí sólo podría ser ese retrato”, comentó en entrevista el autor.

Diego Petersen cómo su personaje, El Chacal, en realidad es un periodista inteligencia que tendrá que darse cuenta poco a poco de que no es sino una pieza más del engranaje del sistema de medios. En ese sentido, indicó que recurrió a una narración atractiva y vertiginosa, en la que “si le sobra alguna palabra no es por floritura literaria sino por error”, pues se trata de que no sobre palabra alguna, “de que sea la narración lo más veloz posible, que también te meta a esta lógica del vértigo de los medios”.

“El periodismo de repente te mete en esa lógica de vértigo que cuando te baja, cuando se acaba la montaña rusa, sales nada más mareado que no supiste qué pasó, es un poco lo que le pasa al Chacal, se sube a esa montaña rusa a una velocidad que él no controla, por eso es la narración en esa velocidad, y de repente acaba en un lugar que dice ‘qué estoy haciendo aquí’”.

Portada del libro El Chacal de Diego Petersen Farah. Foto: Planeta

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—¿La prensa se ha amoldado a los intereses de la clase política o la clase política a los de la prensa, cómo podemos entender esta relación?

—Yo creo que son dos lados de la misma moneda. El poder finalmente se va conformando y se va adaptando, pero son dos sistemas de poder distintos, pero que se necesitan y se complementan. Su morfología se va adaptando a las circunstancias, es decir, a veces es el poder el que ha tenido que adaptarse a las formas de comunicación, particularmente el caso de la televisión o esta visión de los presidentes que tenían que ser necesariamente mediáticos y por otro los medios se han ido adaptando a quien llegue en el poder, a estas alternancias en el poder, pero que finalmente se saben necesarios. Y es un poco lo que trato yo de retratar en la novela, esta relación simbiótica entre poder político y poder en los medios, narrado de una manera en que uno pueda casi verlo y olerlo.

—¿El que el personaje central de El Chacal no tenga nombre sirve para personificar el papel que han tenido los medios de comunicación en la historia reciente del país?

—Sí, literalmente se trata de hacer arquetipos, es decir, por eso se habla de El Periódico, La Televisora y un personaje que nunca dice su nombre que sabemos que se llama o que le dicen El Chacal por el título del libro, pero el jamás va a decir su nombre dentro de la narración. Él está narrando en primera persona y no tiene necesidad de hablar porque él supone que el otro conoce su nombre, o de alguna manera nos da a entender eso. Pero sirve justamente para decir: este es un retrato de los medios, no es un retrato de una persona y la manera de hacerlo es crear este personaje, que como fuenteovejuna, es todos o ninguna. Es decir, que va de alguna manera, digamos, pasando por un montón de anécdotas, y algunas anécdotas, uno puede decir ‘creo que yo me acuerdo que esto le pasó a fulano o a zutano, pero en realidad no le pasa a nadie, todo lo que está narrado ahí es absolutamente ficcionado. Hay referencias que nos pueden, digamos, vincular a la realidad, pero es meter un personaje, atravesarlo en el sistema de medios, un personaje de ficción, que nos permita hacer el retrato, que ningún periodista por sí sólo podría ser ese retrato.

Esto es La Televisora, no es Televisa, es el conductor de la mañana, no tiene nombre ni apellido, pero, además, lo que le pasa al Chacal no le puede pasar a nadie más, tan de ficción que está en momentos en que nadie estuvo o ninguno pudo haber estado en todos los momentos en que está El Chacal. Se trata de crear este personaje arquetípico, que en la medida en que, digo, resulta un poco tan exagerado todo lo que le pasa y todas las cosas donde está presente, es alguien que está porque es la prensa la que está, es el retrato de este periodismo corrupto el que está ahí.

—La estrepitosa caída de esta promesa del periodismo, como la llaman en su momento, ¿es también una manera de simbolizar la pérdida de la credibilidad de algunos medios tradicionales?.

—Es muy importante esta falsa idea de los periodistas, ya no de la prensa sino de cada periodista en particular que de repente se puede sentir importante o poderoso y tarde o temprano todos se acaban dando cuenta de que el poder es prestado, el poder está en el sistema de medios y está en los propietarios de los medios, son los que tienen el poder, no los periodistas.

Un poco esa caída estrepitosa tiene que ver como ese retrato, es decir, los periodistas van y vienen, el poder, si podemos decirlo de alguna manera, del periodista está en su credibilidad, no está en su capacidad de manipulación o en su capacidad de incidencia sino en la credibilidad, y eso, digamos, es como otro gran tema que está velado ahí. Es decir, cómo un periodista, porque no es un mal periodista, todo lo contrario, El Chacal nos sorprende con sus capacidades de repente y su ingenio periodístico, sin embargo, se da cuenta poco a poco de que él no es sino una pieza más del engranaje del sistema de medios, y es un poco el retrato, es decir, ‘aguas, dónde estamos los periodistas’, pero sobre todo se trata de hacer una narración que sea atractiva, que tenga esta velocidad, es una narración vertiginosa donde yo he dicho que si le sobra alguna palabra no es por floritura literaria sino por error, se trata justamente de que no sobre palabra alguna, de que sea la narración lo más veloz posible, que también te meta a esta lógica del vértigo de los medios.

El periodismo de repente te mete en esa lógica de vértigo que cuando te baja, cuando se acaba la montaña rusa, sales nada más mareado que no supiste qué pasó, es un poco lo que le pasa al Chacal, se sube a esa montaña rusa a una velocidad que él no controla, por eso es la narración en esa velocidad, y de repente acaba en un lugar que dice ‘qué estoy haciendo aquí’.

—El juicio de García Luna ha ido más allá y ha puesto sobre la mesa la supuesta relación de la prensa con el crimen organizado, ¿con situaciones así consideras que la realidad de nuestra prensa tradicional supera la ficción?

—Jamás podía haber hecho un retrato de la prensa sumando todo lo que hay en la prensa, pero otra vez, pero si entendemos a la prensa como el sistema de poder de los medios no hay manera que estén abstraídos de todos los problemas y de todas las presiones que hay en el sistema político mexicano. Evidentemente que de repente esta declaración nos sorprende, no porque no lo hayamos imaginado sino porque es la primera vez que lo escuchamos de esa manera, pero por supuesto que hemos visto muchísimo cómo el crimen organizado se ha ido apoderando o se ha ido colando, por decirlo de alguna manera, permeando, los diferentes sistemas, el político, el económico, y era muy difícil pensar que se iba a abstraer del sistema de medios, se iba a abstraer de esta humedad que se va colando.

¿Por dónde se mete? eso es muy importante, se mete por el sistema político, no entra directamente por los medios, en algunos medios pequeños de algunas ciudades pequeñas sí es posible pensar que estos que le llamaban narcoperiodistas, que en realidad me parece un término muy desafortunado, pero te sirve para explicar que de repente el crimen organizado sí comprara un periodista para divulgar ciertas noticias o que tuviera contactos en las redacciones para detener cierto tipo de información o inclinar cierto tipo de información. Eso ha pasado, por lo menos desde los años 90, que yo tenga memoria, antes no creo que pasara, pero tampoco tengo memoria de esa época, no estaba yo en el sistema de medios. Lo que no habíamos visto era que entrar al sistema general de medios a través de publicidad pactada, eso es lo que sería lo novedoso, también hay que dar el beneficio de la duda, hay que esperar a que esto, efectivamente, se compruebe, pero me parece que eso es lo novedoso.

—¿Por qué la historia no se adentra de lleno al actual sexenio en donde el rol que han jugado los medios tradicionales ha sido cuestionado desde la Presidencia?

—Primero porque cuando lo empecé, cuando decidí escribirlo fue justamente en el cambio de sexenio. Es un libro que empecé yo en el 19, y segundo porque me parece que había que hacer este retrato del sistema de medios, se queda en el límite porque lo que pasa es que ahí dice, al final lo que nos dice el Chacal es ‘el sistema de medios se adapta al sistema de poder que llega’, y justamente su caída tiene que ver con la transición, es decir dejaste de ser útil, porque tu eras útil para la situación anterior y simplemente se esboza, simplemente el relevo y como los medios se vuelven a acomodar al nuevo Presidente como se hubieran quedado con el anterior, con el anterior y con el anterior, por eso termina ahí, no es que yo haya evitado sino que ahí lo escribí.

—¿Qué tanto poder conserva actualmente esa sistema de prensa tradicional?

—Yo creo que sí tiene todavía un gran poder sino el Presidente no estaría todo el tiempo tratando de desmontarlo. Él sabe el poder que tiene este tema de medios, también creo que no tiene el poder que le atribuíamos o que veíamos en los años 70, 80, que es un poco cuando empieza la narración del Chacal en esta transición del poder de un sistema de medios vinculado al partido único, luego viene un sistema de medios mucho más plural vinculado a la transición de la democracia y me parece que lo que estamos viendo ahora es justamente un sistema que lo que busca es desmontar, o un Gobierno que busca desmontar el sistema de poder y en ese sentido tiene que desmontar también, en la medida de lo posible o que le sea posible para sus fines, el sistema de medios. No lo veo de otra manera. ¿Lo va a lograr o no? No sé, yo creo que no va a acabar de desmontar ni en lo político ni en los medios todo lo que el Presidente hubiera querido o quiere desmontar pero es parte de ese proceso.

—Por último, Diego, ¿cuál es el Elefante en la habitación del periodismo mexicano?

—El Elefante en el periodismo mexicano es no hablar los medios de los medios y del sistema de poder. Este tema de que perro no come carne de perro que fue el slogan con el que la prensa decidió protegerse a sí misma, me parece que ha sido uno de los grandes errores que ha cometido la prensa y quizás no sólo la prensa mexicana. ¿A quién le toca? Le toca a la sociedad civil. Yo me acuerdo que para mi una gran revelación, una revista en los años 90, que era una revista que hablaba sólo sobre medios, y creo que nos ha faltado eso, ese contrapeso de hablar de nosotros mismos, de entender que estamos insertos en un sistem a de poder y que por lo tanto hay que criticar también a ese poder, que debemos ser objeto de análisis, de búsqueda, por lo menos de crítica de lo que está pasando.

Y la falta de transparencia, es decir, efectivamente los medios como empresas privadas no tienen las obligaciones que tienen las empresas públicas, en eso estoy totalmente en desacuerdo cuando el Presidente dice ‘los periodista deberían dar a conocer sus medios’, no, eso es ámbito privado, lo que sí deberían hacer es mucho más transparente, antes y ahora, es cómo se gasta el dinero los medios y en qué, es decir, esos 800 millones de pesos que se le dan a La Jornada, en qué se gastan, en qué se reflejan y cómo se justifican, cómo se le dan a Televisa, a TV Azteca, cuánto es a cualquier otro medio, si transparentamos eso me parece que vamos a dar un gran paso y ese es el gran elefante del que nadie quiere hablar”.

– Son recursos públicos que se destinan a privados…

—Sí, son recursos nuestros y tenemos derecho a saber no sólo cuánto se le dio sino qué compró.