El Tepozteco en Guayaquil

12/05/2020 - 12:00 am
Uff.
Día 37 de la cuarentena.
El aire se siente más ligero, casi no escucho motores de autos y he mirado a más gente a los ojos que nunca en mi vida. Los seres humanos somos descuadrados, fíjense bien y verán que todos tenemos un lado de la cara más alto o más bajo, pero casi ninguno es simétrico, un ojo más grande que otro, una ceja más arriba de la otra. El hombre, al fin, siempre desequilibrado, con una balanza imperfecta.
Ahh.
Lecciones que se aprenden casi siempre sin querer, como ésta que nos  tiene alejados unos de otros y al mismo tiempo más cerca que antes, digo, para los que tienen ciertas comodidades como internet, Facebook, Instagram y etc. Es una tristeza que no todos tienen, que exista esa porción desconectada, para la cual quedarse en casa no es ninguna posibilidad de reflexión, sino una agresiva imposición de sobrevivir sin enloquecer, inventando desde sistemas pragmáticos de subsistencia hasta entes divinos de protección.
Ehh.
El asunto quedó al descubierto: hay demasiada desigualdad en este mundo. Pocos tienen mucho y muchos tienen poco, es como un rostro con una ceja más arriba que la otra o un ojo más grande que otro, imperfecto. La lecciones debe ser aprendidas no por las mayorías, sino por las minorías; siempre ha sido así, pueden revisar en la historia y verán que fueron, en la mayor parte, gente educada los que comenzaron todo, los burgueses, esos que podían filosofar porque la vida no los agredía con la inmediatez de la comida diaria, quienes visualizaron otros escenarios, más justos, siempre en función de la mayoría, bajo un concepto de manada o humanitario si lo prefiere (para mi somos animales algunas veces racionales, y otras, cualquier cosa).
Off.
Es agotador pensar en el futuro, hay varias de posibilidades y ojalá que el mundo elija las más equilibradas, o mejor: que el continente americano encuentre un nuevo camino, más concreto, de acciones positivas en función del buen vivir comunitario, que se olviden del bendito o maldito dinero, que no quieran robárselo, esto para los que saben que lo hacen, de diversas formas, pero al final de cuentas: robo, ganancia de más, acumulación. El capital debe ser mejor distribuido, para fortalecer el mercado y para procurar felicidad y tranquilidad humana. Volteemos  la mira a ciertos países europeos (como Alemania o Holanda) o casi todos los países escandinavos que han podido enfrentar la crisis con organización y dinero, sí DINERO, dinero en un estado sólido que cumple su función porque tiene los aportes de todos y no se los roba nadie. OJO: No se los roba nadie, ni los políticos, ni los industriales (no existe evasión al fisco, atención), ni los comerciantes (ganando más por cobrar el servicio que debería de ser gratis) ni los medios de comunicación (que cumplen su función sin agendas personales).
Ijole
Aquí todo mundo tendrá que aprender y crecer, olvidar viejas fórmulas y estar abierto para nuevos formatos de desarrollo, eso de ser emprendedor y llenarte de dinero debe cambiar a “ser emprendedor y lograr que la comunidad viva mejor” y, es más, satisfecha con su vida, ¿porque no? El ser humano tiene derecho a ser feliz, no es cómo nos contaron: eso de que fuimos expulsados del paraíso! Algún hombre muy creativo y muy inconsciente quiso darnos el castigo, malsano, de ser expulsados de un estado de satisfacción y plenitud, condenados al sufrimiento, castigados para siempre. Los seres humanos somos una hermosa creación del planeta, solo hay que comenzar a pensar en función de nosotros mismos con ese amor de ser hermanos, de ser manada al final de cuentas, sin importar el color de tu pelaje.
Uff.
Esta cuarentena nos debe dejar una sola idea: el ser humano es lo más importante. Todas nuestras preocupaciones han sido el número de muertos por esta maldita peste (que me niego a creer que haya sido creada, solo por salud mental, porque prefiero tener mi cabeza y mi corazón centrados en algo mucho más equilibrado, sano, hermoso y feliz: pensar en nosotros, NOSOTROS, por favor raza, nada hay más valioso en la tierra que nosotros, las especies que la habitan; preocupemos por todos, de lo vivo, de los que hacen este planeta, plantas, animales, todos (mi gato Picasso está muriendo, yo lo acompaño día a día, lo limpio, limpio lo que hace -caca y pipi-, limpio la mucosidad de su nariz, lo acaricio y le hablo, sigo con él hasta que abandone este mundo. Extrañare su mirada, sus caricias, sus maravillosos, mágicos y sorprendentes movimientos al saltar, correr o jugar al equilibrista en una barda o en una pared alta llena de buganvilias, extrañare esa hipersensibilidad para darse cuenta cuando necesitaba de su amor).
Puff.
La que va derecha, no lleva arrugas, decía mi padre y si hoy, no hemos aprendido, que no hemos venido viviendo bien, estaremos jodidamente condenados. Nadie, absolutamente, debe abandonar esta pelea. Hoy más que nunca los que no hemos estado jamás interesados en intervenir, debemos hacerlo y exigir derechos, no hay espacio para la inacción y sobre todo, para jamás pensar en ser como esa gentuza que no piensa en los demás y solo quiere su beneficio, porque ahí sí, habremos perdido.

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