México, 12 Jul. (Notimex).- En el mundo occidental la libertad religiosa se encuentra amenazada, al impedir la participación de las personas con creencias religiosas en los debates públicos e igualdad de condiciones, alertó el especialista Francisco José Contreras.
El catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, España, lamentó que a las personas creyentes, cada vez que intentan defender su opinión sobre determinados temas, sean morales, jurídicos o políticos, se les acusa de intentar imponer sus creencias.
Al dictar una Conferencia Magistral en la Universidad Anáhuac, dijo que se les va convirtiendo en ciudadanos de segunda, lo cual no sólo es preocupante, sino incompatible con los derechos humanos, tal y como se proclaman en la mayoría de los tratados internacionales.
José Contreras precisó que la libertad religiosa es un derecho de todas las personas que profesan alguna religión, no sólo a los católicos, aunque la Iglesia Católica pueda ser mayoritaria en algunos países, como es el caso de México.
Sobre la reforma al Artículo 24 constitucional, consideró que aun cuando está en proceso de aprobación en los Congresos estatales, se trata de un avance importante, aunque mantiene restricciones muy claras a la libertad religiosa y de expresión.
El especialista se pronunció a favor de la laicidad positiva, es decir, que vele por la libertad de pensar, de creer y no creer; “por una laicidad que considere a las religiones como un gran valor y no como un peligro”.
La libertad religiosa, aclaró, no se limita a la posibilidad de profesar ciertas creencias en la vida privada; incluye también el derecho a participar en la vida pública, a expresar opiniones morales y defender leyes y políticas coherentes con tales creencias.
Puso como ejemplo el debate sobre el aborto, donde a pesar de que la argumentación a favor del derecho a la vida no suele acudir a conceptos religiosos, ya que utiliza datos científicos que pueden ser entendidos, como la presencia de un código genético irrepetible en el cigoto,
Consideró que resulta absurdo que los no creyentes hagan depender la dignidad del feto de aspectos accidentales, como el tamaño o el grado de desarrollo, y no sobre el dato esencial, que es la pertenencia genética a la especie.