Ojos de Wenders, pluma de Handke: la cinta que une talento, nostalgia por la niñez y postguerra

12/10/2019 - 12:05 am

“Cuando el niño era niño quería que el arroyo fuera un río, que el río fuera un torrente, y este charco el mar”. Con estas letras del escritor austriaco Peter Handke, comienza la cinta Las alas del deseo (1987) del director alemán Wim Wenders. El ángel Damiel (Bruno Ganz) recita en varias escenas “La canción de la infancia” (Lied vom Kindsein).

Peter Handke y Wim Wenders se conocieron en 1966. De acuerdo con Violeta Vásquez (“Peter Handke y Wim Wenders: dos lenguajes, una estética”, Poligrafías, UNAM) ambos desarrollaron su trabajo casi en paralelo, además de entablar una larga amistad.

Ciudad de México, 12 de octubre (SinEmbargo).- “Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando, quería que el arroyo fuera un río, que el río fuera un torrente, y este charco el mar…”. Con este poema del Nobel de Literatura Peter Handke, comienza la cinta El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin, 1987), también conocida como Las alas del deseo, del director alemán Wim Wenders.

Las letras del escritor austriaco —quien también fue guionista en la misma película— son el eje del filme que plantea, entre otras cosas, la nostalgia por los deseos de la niñez. El ángel Damiel, interpretado por el recientemente fallecido Bruno Ganz, recita en varias escenas “La canción de la infancia” (Lied vom Kindsein).

Dos ángeles sobrevuelan el Berlín de la posguerra, ciudad dividida por el muro. Ambos guardianes son testigos de las dolencias que aquejan a los humanos y dan consuelo a los que lo necesitan. Nadie nota su presencia, sólo son visibles para los niños y los hombres que son puros de corazón. Lleno de compasión por los humanos, Damiel cuestiona su inmortalidad y busca conocer los sentimientos de los mortales, por lo que decide cambiar su condición de ángel y se enamora de una joven trapecista.

Te presentamos el poema completo que canta Damiel:

Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito,
frecuentemente se sentaba en cuclillas,
y echaba a correr de pronto,
tenía un remolino en el pelo
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol es tan solo un sueño?

Lo que veo oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?
¿Existe de verdad el mal
y gente que en verdad es mala?
¿Cómo es posible que yo, el que yo soy,
no fuera antes de existir;
y que un día yo, el que yo soy,
ya no seré más éste que soy?

Cuando el niño era niño,
no podía tragar las espinacas, las judías,
el arroz con leche y la coliflor.
Ahora lo come todo y no por obligación.

Cuando el niño era niño,
despertó una vez en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, con suerte, solo en ocasiones.

Imaginaba claramente un paraíso
y ahora apenas puede intuirlo.
Nada podía pensar de la nada,
y ahora se estremece ante a ella.

Cuando el niño era niño,
jugaba abstraído,
y ahora se concentra en cosas como antes
sólo cuando esas cosas son su trabajo.

Cuando el niño era niño,
como alimento le bastaba una manzana y pan
y hoy sigue siendo así.

Cuando el niño era niño,
las moras le caían en la mano como sólo caen las moras
y aún sigue siendo así.
Las nueces frescas le eran ásperas en la lengua
y aún sigue siendo así.

En cada montaña ansiaba
la montaña más alta
y en cada ciudad ansiaba
una ciudad aún mayor
y aún sigue siendo así.

En la copa de un árbol cortaba las cerezas emocionado
como aún lo sigue estando,
Era tímido ante los extraños
y aún lo sigue siendo.
Esperaba la primera nieve
y aún la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
tiraba una vara como lanza contra un árbol,
y ésta aún sigue ahí, vibrando.

UNA FUERTE AMISTAD

Peter Handke (Griffen, 1942) y Wim Wenders (Düsseldorf, 1945) se conocieron en 1966. De acuerdo con Violeta Vásquez (“Peter Handke y Wim Wenders: dos lenguajes, una estética”, Poligrafías, UNAM) ya ambos habían ideado los principios estéticos en los que se sustenta su producción; su postura artística fue tan cercana que durante la década de los 70, su obra se desarrolla casi en paralelo. No sólo congeniaron de inmediato y entablaron una larga amistad, también colaboraron en varios trabajos cinematográficos.

Ambos autores vivieron la complicada época de la posguerra en la que la reflexión política, no sólo en la Alemania occidental sino también en los otros países de habla alemana era obligada en sus productos artísticos. Esos años representaron para estos dos autores una época de gran creatividad que continúa hasta hoy.  

“Wim Wenders recuerda que conoció a Peter Handke en 1966, cuando aún estaba en el colegio. Fue durante el estreno de su primera obra de teatro, en Oberhausen. Hubo una discusión entre Handke y el público. Wenders le hizo algunas preguntas. Unos meses más tarde fue a verlo a Düsseldorf, donde vivía. Tiempo después, cuando Wenders comenzó a trabajar como pintor, afición que junto a la fotografía cultiva hasta hoy, volvió a encontrárselo en un cine; durante esa época afianzaron su amistad, fue poco antes que Wenders se fuera a la Escuela de Cine cuando vieron muchas películas juntos”, comenta el propio escritor, según la investigadora de la UNAM.

Más tarde, en las revueltas del 68, Handke leyó por casualidad en un periódico, al pasar por Múnich, que a Wenders le habían llevado a juicio, acusado de participar como agitador en una manifestación. Estaba en la cárcel y sacaron una pequeña foto suya en el periódico local con un informe de esa historia. Peter lo leyó y lo llamó de inmediato. Luego de este incidente le envío una novela que estaba escribiendo, su primera novela, El miedo del portero ante el penalti. Wenders le comentó que se leía como una película, que casi estaba escrita como un guión, plano por plano. Esto agradó a Handke y dio lugar al comienzo de una colaboración.

COLABORACIONES

La angustia del arquero ante el tiro penal o El miedo del portero ante el penalty (1972)

Movimiento falso (1975)

Las alas del deseo (1987)

The Beautiful Days of Aranjuez (2016)

HANDKE Y LA POLÉMICA

La polémica marcó la vida de Handke por su cercanía con Serbia en la guerra de los Balcanes, una zona con la que tiene especial relación ya que su madre era de origen esloveno. Con la publicación de “Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Sava, Morava y Drina, o justicia para Serbia” en 1996, los críticos reaccionaron negativamente al considerar esa obra como un panfleto proserbio y algunos sostienen pone en cuestión el genocidio de Srebrenica, en el que en 1995 fueron asesinados unos 8 mil varones musulmanes por las fuerzas serbobosnias.

La polémica creció años después con su defensa del autoritario ex Presidente serbio Slobodan Milosevic, apodado el “carnicero de los Balcanes”, a quien visitó en la cárcel de La Haya en 2004 cuando era juzgado como criminal de guerra. También fue muy criticado por acudir a su funeral en 2006.

En un ensayo publicado en una revista literaria en 2005, titulado “Las Tablas de Daimiel”, negó la legitimidad del Tribunal Internacional para la Antigua Yugoslavia para juzgar a Milosevic y reiteró que los serbios son las auténticas víctimas de la guerra y de los bombardeos de la OTAN en 1999.

El autor austríaco Peter Handke posa en el jardín de su casa en Chaville, cerca de París, el jueves 10 de octubre de 2019. Handke fue galardonado horas antes con el premio Nobel de Literatura 2019. (AP Foto/Francois Mori)

Estas expresiones hicieron que perdiera muchas simpatías y en 2006 la concesión del Premio Heine, dotado con cincuenta mil euros. Handke renunció finalmente al premio y en 2014 también rehusó la dotación económica del Premio Internacional Ibsen tras la polémica que causó en Noruega su elección.
Novelistas y cineastas como Wim Wenders, Jelinek, Patrick Modiano y Emir Kusturica salieron en su defensa y consideraron las críticas como “una campaña de difamación por pensar a contracorriente”.

El escritor ya ha negado en varias ocasiones haber cuestionado o minimizado el genocidio en la ciudad bosnia de Srebrenica en 1995, pues “sólo criticó que se hubiera demonizado a los serbios y se les achacase todos los males de la guerra”. Ha intentado explicar su postura en La noche del Morava y Contra el sueño profundo, indicando que él estaba en contra del bombardeo de la OTAN.

–Con información de agencias

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