El Costa Concordia alteró la pacífica vida de la isla de Giglio

17/01/2012 - 12:12 pm

París, 17 Ene (Notimex).- El desorden creado por el hundimiento del crucero Costa Concordia comenzó ya a exasperar a los habitantes de la Isla italiana de Giglio, ya que éste plácido lugar se ha llenado de equipos de rescate, autoridades y periodistas de todo el mundo.

En tres días, la vida en Giglio -donde se cree firmemente que el Concordia estaba “maldito”- se ha visto perturbada, con sus calles repletas de personas en busca de información y pruebas sobre el accidente que costó la vida a al menos 11 personas.

Las calles pavimentadas del centro histórico, donde se improvisaron las bases de repliegue para los socorristas que montan y desmontan sus equipos, son ahora espacio ocupado por tiendas de campaña improvisadas que obstaculizan el paso a los residentes locales.

“Es como se pueda”, justifica un miembro de los equipos encargados de extraer el combustible diesel del crucero, según un reportaje publicado este martes por el diario francés Le Figaro.

Además, los perros de la Brigada canina que pasan por todos lados oliendo el suelo repleto de paquetes y la parte inferior de los pantalones de las personas, extienden el caos en el puerto lleno también de innumerables vehículos y máquinas.

Cada día arriban nuevos materiales y equipos, “todo” para evitar el desastre ecológico que amenaza a la isla, con la posible fuga de dos mil 830 toneladas de carburante se encuentran en las entrañas del gigante marítimo.

Hay “un riesgo muy alto, la intervención es urgente”, declaró el ministro del Medio Ambiente, Corrado Clini, ya que la isla está rodeada por una reserva natural protegida y el Concordia encalló a unos metros de la costa.

La presencia excesiva de personas se hace sentir en la Oficina de Turismo, requisada por periodistas que buscan frenéticamente una conexión a internet y hasta un lugar cálido donde hospedarse, porque “la temperatura es inusualmente baja”.

El puñado de hoteles en Giglio, cerrados tras las vacaciones del fin de año, reabrieron sus puertas de forma precipitada y algunos residentes improvisaron sus casas para recibir huéspedes.

En la isla se cree con firmeza que el Concordia “mal llevó su nombre” porque quedó maldito desde el día en que fue botado pues no se rompió la botella de champán contra el casco al ser “bautizado”, una señal de desgracia para muchos marineros.

El Costa Concordia ya había tenido un accidente en 2008, resultado de una mala maniobra en el puerto de Palermo, pero “el mal de ojo” de este crucero lo hizo encallar frente a Giglio en “viernes 13”.

Redacción/SinEmbargo

Redacción/SinEmbargo

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