ENTREVISTA | Leer historias de horror nos fortalece para enfrentar el horror real: Bernardo Esquinca

13/01/2018 - 12:03 am

El escritor mexicano publica la cuarta novela de la saga Casasola. En Inframundo conviven la historia y el presente, pinta de colores una vida en la Ciudad, con personajes como el Mulato, que vende libros de viejo y que en la novela se convierte en siniestro.

Ciudad de México, 13 de enero (SinEmbargo).- El escritor Bernardo Esquinca llega a su final con las historias de Casasola, novelas de horror que han servido para revitalizar el género y para convertirlo en un autor de referencia e interés.

En novelas como La octava plaga (reeditada por Almadía, la editorial que es su casa), Toda la sangre, Carne de ataúd, ahora publica Inframundo, el recorrido por una ciudad de México misteriosa, donde la superstición mexicana (eso que dijo Juan Rulfo: “Siempre estamos pensando en la muerte) hace su agosto en la voz del reportero de nota roja.

México es el escenario de un enfrentamiento: los vivos y los muertos deberán librar una batalla en la que se decidirá la permanencia del equilibrio y la humanidad o el reinado del caos, cuenta la sinopsis en un libro que para ser el último se trae lo suyo. El Consejo de Periodistas de Nota Roja Muertos, encabezado por Eugenio, el abuelo de Casasola, se unirá al protagonista para frenar la amenaza que se cierne sobre el mundo.

–Tu novela también es novela policial

­–Yo hago una mezcla extraña, algo no muy común en la literatura mexicana, que tomo la base del thriller y lo combino con el género fantástico y con el género de terror. Me parezco, aunque resulte presumido, con John Connolly. Creo que somos como primos, no es muy común encontrar esa mezcla. El policial suele ser muy realista. Inframundo forma parte de una saga, de parte de Casasola y no pensaba que se iba a convertir en ello. Cuando hice La octava plaga, que publiqué en 2011, me sentí muy cómodo con ese escenario que estaba creando. Con la ciudad de México como personaje, con el periodismo de nota roja, con la violencia, si le cambiaba de nombre al personaje iba a resultar un tanto artificial. Inframundo es la cuarta entrega, que narra la historia de un periodista de lo sobrenatural, que comenzó siendo periodista de cultura en la primera entrega, pero luego lo defenestran a la nota roja. Luego él entiende las virtudes narrativas de este género y comienza a enfrentarse a asesinos, a cosas muy extrañas, muy propias en esta Ciudad de México.

–Es interesante que me hables de John Connolly porque hay toda una corriente alrededor de él y al mismo tiempo la novela negra se alimenta de otros géneros para hacerse fuerte en México. ¿Es así?

–Sin ser un experto en novela negra, si tomamos a los íconos como Paco Taibo o como a Élmer Mendoza, si tomamos a Imanol Caneyada, a Iris García Cuevas, a Bef, hacen un policial muy realista. No pasa nada sobrenatural en sus historias, son de vocación realista. Siguen como las reglas del género para hacerlo propio; lo que veo es en Francisco Haghenbeck, donde hace esta mezcla en El diablo me obligó. El resto de la obra de Paco es histórica, no se permite mucho este coqueteo hacia lo fantástico ni lo sobrenatural. He encontrado una veta que me sale de manera natural y que me gustaría tener a más escritores que lo hicieran.

–¿Por qué te sale inclinarte por lo morboso?

­–Me viene naturalmente desde pequeño, estaba obsesionado con este tipo de programas como La dimensión desconocida, La galería nocturna, La hora marcada y el primer autor que leí muy joven fue Edgar Allan Poe. Siempre estas cosas macabras me llamaron mucho la atención. Soy de formación católica, soy de Guadalajara, que es muy religiosa, así que en esa época tenía muchos temores. Este tipo de mezcla de religión y de superchería me fueron inoculadas desde chico. Esos temores y esas creencias me obligaron a escribir sobre lo que escribo. Mis criaturas sobrenaturales son una reflexión hacia la realidad. No es que yo evada la realidad, sino que busco otro ángulo.

Almadía es como mi casa y ese es mi éxito, dice. Foto: SinEmbargo

­–¿Hay algo de eso, de no poder entender ni absorber todo lo que pasa en la realidad?

–Creo que la literatura fantástica o de terror es buscar un ángulo distinto para hablar de la realidad. Ahora bien, lo que ha pasado con México, en momentos muy críticos, hablando históricamente, en la época de la Revolución, muy sangrienta, los escritores que eran llamados colonialistas vieron que en las leyendas sobrenaturales estaba inmersa la identidad mexicana. Entonces esos autores hoy son clásicos, como Artemio del Valle Arizpe que toma a La Llorona, que toma La calle de la mujer errada, que más allá de ser historias sobrenaturales, cuenta la historia de las calles y de cómo vivía la gente en esa época. Hay momentos en que este tipo de literatura cumple una función permanente de entretener, si también tenía la búsqueda de identidad en tiempos negros, como el de la Revolución. Ahora, en este México absorbido por la violencia, ha habido gente que nos ha cuestionado por qué escribir sobre terror si la gente ya vive el terror. Yo siempre contesto con una frase de Stephen King: “la gente que leemos historias de terror, nos metemos en nuestra cueva para lamernos las heridas”. Entonces salimos de ahí fortalecidos para enfrentar el horror que trae la realidad. Creo que justo ahora más que pensar en las historias de horror, pensar en que leer el policial, el horror en sí, podemos sacar más herramientas para enfrentar el horror real. Sin hablar de los crímenes, que para eso están los noticieros, estos géneros nos permiten reflexionar sobre la violencia, sobre los temores más profundos. Lejos ya de pensar que está rebasado, más que nunca tenemos que acudir a la literatura de horror y de fantasía para entender lo que pasa.

–¿Qué significa Almadía para ti?

–Es mi casa. Me siento muy afortunado de estar con Almadía, a la que pertenezco hace muchos años. Una vez vino Rodrigo Fresán y una lectora le pidió un consejo para tener éxito en la literatura y él le contestó: –El éxito es relativo, pero si encuentras a un editor que te entienda, ese será tu éxito. Se me quedó muy grabado y lo vivo afortunadamente con Guillermo Quijas y su equipo de trabajo. Hay mucha complicidad, me hacen muy buenas sugerencias y me beneficio con una campaña de promoción que no tendría en otras editoriales monstruosas. Me encantan, además, las portadas de Alejandro Magallanes.

­–¿Qué es Inframundo?

–Lo que puedo decir es que la novela mezcla un montón de cosas. En la novela La octava plaga transcurría en la ciudad de México en el tiempo actual. En Toda la sangre había un coqueteo con la historia en el prólogo, Carne de ataúd transcurre toda en el porfiriato y esta, Inframundo, ocurre una parte en la época y otras en otras épocas de la Ciudad. No es que sean flashbacks, sino líneas paralelas que transcurren en otra época. Es decir, ya mezclo esta pasión que es la Ciudad de México para mí y una lógica de la historia que estoy creando.

–La Ciudad de México, ha escrito mucha gente sobre ella, ¿cómo has vivido los terremotos, la ola de inseguridad que vive ahora?

–Los he sufrido con toda la Ciudad. Cada quien tiene su propia historia. Curiosamente Inframundo tiene historias con el terremoto de 1985 y el de 1768, justamente después se vino el del 19 de septiembre, cuando la corregía se vinieron los terremotos, la réplica, como si la ficción se estuviera saliendo de la realidad. La misma violencia se ve reflejada en las páginas, no sólo en los hechos sino también en los personajes muy pintorescos. Me gusta reflejar eso, la vida muy colorida de la Ciudad, el Centro Histórico, las cantinas, los recovecos, que aparecen en Toda la sangre y acá en Inframundo.

La última parte de la saga Casasola. Foto: Especial

–¿Ya eres un tapatío viviendo en la Ciudad de México, quiere decir que le dejaste Guadalajara a tu hermano?

­–Bueno, no lo sé, porque mi hermano está viviendo ahora en Chapala, no vive en Guadalajara. Lo primero que hicimos muy bien fue dividirnos los géneros. Él es poeta y yo soy narrador. Por lo tanto podemos ser excelentes amigos.

–¿No hay ninguna relación entre la escritura tuya y la de tu hermano Jorge?

­–Él es 15 años mayor que yo y siempre ha sido una inspiración para mí. Su poesía me gusta mucho, pero no en concreto en mi ficción, pero constantemente le hago guiños y él se ha dado cuenta y le emociona. Me recomienda libros, hay muy buenas borracheras en cantinas, somos muy buenos amigos.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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