ENTREVISTA | México cosecha poetas y cantantes de ópera: Carmen Boullosa

13/07/2015 - 12:05 am
"La tristeza por todo lo que ha pasado en México no se cura". Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
“La tristeza por todo lo que ha pasado en México no se cura”. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Ciudad de México, 13 de julio (SinEmbargo).- Poemas escritos al borde de un volcán dormido, en un pueblo de Francia donde la gente se va a dormir temprano y donde las aulas escolares albergan a estudiantes silenciosos, son la nueva cosecha de la escritora mexicana Carmen Boullosa.

De la mano de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la prestigiosa editorial Hiperión, la autora de Texas, dio a conocer el poemario Hamartia (O Hacha), un conjunto de poemas “mexicanos o latinoamericanos”, donde la vitalidad y la pasión, se abren el pecho frente al camino desolado de la muerte.

“La peripecia ha terminado para el protagonista. El error trágico inevitable (la hamartia) ya sucedió. Así sea el momento propicio para construir fábulas, la alternativa se descarta: es el tiempo del poema. El poeta decide vencer la inercia de la tragedia a que lo condena la lógica de la trama: el final será el recomienzo.

El viaje, el disfraz o el recuerdo, despojados ya de su natural, son sólo el combustible de una llama que iluminan al poema antes de desaparecer. Con esa luz (el hacha), el poeta recordará la circunstancia que desencadenó la caída, el cambio de la felicidad a la desdicha y de la desdicha a la felicidad por el conjuro del verso.”, informa la editorial.

Somos hachas de acero y fuego. / Nuestra vida es segar e iluminar. / Con el metal,  / Nos talamos el tronco. / Con el fuego, / Iluminamos el corte, / El talar de lo que somos.

Carmen Boullosa recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1990, el Liberaturpreis de la Ciudad de Frankfurt por la versión alemana de La Milagrosa en 1997, el Anna Seghers que le otorgó la Academia de las Artes de Berlín por el conjunto de su obra en 1998 y el Premio de Novela Café Gijón de Madrid.

Ha sido becaria de la Fundación Guggenheim, del Center for Scholars and Writers de la New York Public Library (hoy Cullman Center), profesora distinguida en Georgetown University y San Diego State University, Cátedra Andrés Bello en NYU, Cátedra Reyes en la Sorbonne y profesora visitante en Columbia University.

Fue  parte del cuerpo académico de la Universidad Pública de la ciudad de Nueva York (CUNY), en City College y forma parte del Sistema Nacional de Creadores de México.

Sus más recientes publicaciones son La Patria insomne (poema, Hiperión, Madrid), El complot de los románticos (Siruela, Madrid) y una novela, Texas (Editorial Alfaguara).

UNA MIRADA ADOLESCENTE

–¿Escribir poemas fue volver a cierto origen de tu escritura?

–Escribir este libro ha significado volver a una mirada casi de adolescente, porque en mi vida adulta lo que hice siempre fue enfocar la mirada a un tema. Me paso la vida de una pasión a la otra sin ver los fragmentos, buscando el lado de todo. Siempre hay una obsesión que me lleva, que me conduce. En la adolescencia no era así.

–¿En qué circunstancia fue escrito Hamartia (O Hacha)?

–Me habían invitado a dar un curso en la Blaise Pascal Universite, en Clermont-Ferrand y llevaba todo muy diseñado para ofrecer “Una historia no autorizada de la literatura latinoamericana. Sólo mujeres”. Cuando llegué y hablé con la profesora que me había invitado, me pidieron una lectura textual de mi novela del 2009 El complot de los románticos. Me vi así despojada de la obsesión que traía, obligada a preparar clases de un tema que no resultaba tan apasionante para mí, porque se trata de una novela que ya escribí, que ya viví. Entonces regresé a hacer una lectura textual que fue muy interesante, pero que me dejaba mucho espacio de enfoque libre. Estaba perdida en la provincia de Clermont-Ferrand, yo, que soy tan de ciudad, que necesito el vértigo diario. Además, no tenía cocina, me faltaba la cebollita, la sensación de poner los pies en la tierra que te da el cocinar en forma frecuente. Estaba al pie del Puy-de-Dôme, que es un volcán muy hermoso, pero está muerto o completamente dormido, que no echa calorcito, todo lleno de nieve, sin mi marido, sin mis hijos, un frío espantoso, y empecé a caminar…de pronto, no me di cuenta y empecé a escribir poemas.

Somos hachas de acero y fuego. / Nuestra vida es segar e iluminar. / Con el metal,  / Nos talamos el tronco. / Con el fuego, / Iluminamos el corte, / El talar de lo que somos. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Somos hachas de acero y fuego. / Nuestra vida es segar e iluminar. / Con el metal, / Nos talamos el tronco. / Con el fuego, / Iluminamos el corte, / El talar de lo que somos. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

–Resultan poemas ontológicos…quizás porque la poesía siempre equivale a la mayor búsqueda de la identidad, ¿coincides?

–Mmm, la verdad es que la poesía es algo tan inapresable, tan difícil, porque poesía puede ser todo, pero el que escribe poemas quiere saber qué es eso no regular, insostenible, no fiable…, que no controlas; la poesía siempre es lengua pero también silencio, emoción pero también pensamiento. Siempre pide una forma rígida pero es algo que no tiene forma. Es un espejo raro para ver eso que llamamos la vida y eso que llamamos la muerte.

–¿Hay poesía que habita en ti y que podría despertarse en cualquier momento?

–No lo sé. En este caso tuvo mucho que ver la geografía. Los quesos estaban buenos. El pan era formidable. Las sopitas y los guisos que me comí aquí y allá. Recuerdo la estancia allí, ahora, casi con melancolía. No hubiera elegido ese estado en que estuve. En ese lugar con el tranvía ordenado, la gente sacando de sus bolsas de papel un camembert entero y comiéndoselo a mordiscos…la ciudad muerta tan temprano, el cafetín lleno de hombres, porque es la provincia, los alumnos completamente silenciosos durante todo el curso, porque es Francia, donde el papel del profesor es totalmente distinto al de los Estados Unidos, donde los alumnos constantemente cuestionan, preguntan…fue una combinación de factores que me hizo otra vez una poeta adolescente.

–¿Cómo viste el resultado?

–No tengo ni idea. Lo vi bien cuando se lo mandé a Joaquín Munárriz (editor de Hiperión); apenas clickée para mandar el material me dije: Ah, pero qué bárbara eres, ¿no te dará vergüenza si te dice que no? Me dijo que sí inmediatamente y ahí empecé con mis zozobras. No hay una máscara ni un escudo en este libro.

–Tú eres valiente, de todos modos

–Es diferente ser valiente en tu propio escenario, a ser valiente cuando sales desnuda a la calle. Soy valiente como los curas Hidalgo y Morelos, me gusta estar de su bando, soy valiente si salgo con mi lanza y mi escudo…

–¿Estás replanteándote tu relación con Dios?

–Yo no tengo ninguna relación con ese señor. Estoy muy segura de que no anda por ahí… Toda mi infancia fue teocéntrica, rezábamos en casa, iba a misa a diario. Cuando murió mi madre, unos pocos días después, fui a un retiro espiritual donde había unos jesuitas guapísimos, por cierto, con ninguno de ellos me enredé, aunque algunas compañeras mías sí, y allí viví mi primera experiencia psicotrópica sin drogas. Mi psicotrópico fue Dios. Fue la primera vez que sentí lo que es un delirio, ese estado que puedes experimentar amando, tomando drogas, bailando, escuchando música… Porque cuando tomé la Primera Comunión, yo quería volar y la verdad es que no sentí nada.

–En la serie Orange is the new Black, una de las protagonistas recuerda el día que tomó su Primera Comunión y no se tomó la hostia porque “las harinas blancas engordan”…

–(risas) Maravilloso. Porque te das cuenta de que hay más “volada” en el mundo carnal, en el mundo intelectual, que en el religioso.

–Bueno, esa misma chica dice que lo importante en realidad es el vestido

–(risas) Por supuesto. El vestido, la vela y el misal. El misal, además, era un “no libro”, tenía unas cortezas espantosas de nácar y fragmentos en latín. Por no hablar de los tamales que hacían las monjas y eran deliciosos. ¡Mi reino por un atole de Primera Comunión!

La poesía es un espejo raro para ver eso que llamamos la vida y eso que llamamos la muerte.Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
La poesía es un espejo raro para ver eso que llamamos la vida y eso que llamamos la muerte.Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

LA EDITORIAL HIPERIÓN

En la mitología clásica, Hiperión (Ὑπερίων) es uno de los Titanes nacidos de la unión de la Tierra, Gea, y Urano, el Cielo. De su enlace con su hermana Tía nacen el Sol (Helio), la Luna (Selene) y la Aurora (Eos). Homero llama Hiperión al mismo sol. Su nombre significa en griego “el que va por encima (de la tierra)”.

El poeta alemán Friedrich Hölderlin (1770-1843) dio ese nombre al protagonista de su novela Hiperión, o el eremita en Grecia, publicada en 1797-99, obra que no fue editada en España hasta 1976, en traducción de Jesús Munárriz, y que fue el primer título de esta editorial, que le debe su denominación.

Fundada en 1975, Hiperión ha publicado a lo largo de casi cuatro décadas más de un millar de títulos, la mayor parte de ellos de poesía, entre los que se cuentan ediciones bilingües en 30 idiomas.

–¿Qué significa publicar un libro de poesía en Hiperión?

–Pertenecer a una casa editorial de la que he sido primero lectora de gente como Hölderlin, Shelley, muy bien traducidos. Por otra parte, ligué a la editorial con otra editorial mexicana y ahora hay poetas nacionales que están publicando allí y eso me parece fantástico.

–Llegas con tu libro de poesía a México, en un momento alto de la poesía mexicana

–México siempre cosecha poetas y cantantes de ópera. Es algo que fermenta naturalmente aquí, pero la literatura no es sólo “lo que se da”. Luego se requieren el rigor, la disciplina, la continuidad, la madurez y ahí siempre México elige la fiesta. Quizá por una cuestión de supervivencia, a México le gusta más la fiesta. Cuando yo era joven, todos eran poetas poderosos: Fabio Morábito, Coral Bracho, Verónica Volcov, Antonio del Toro, estaba ese hermoso poema “Robinson, perseguido”, de Pancho Hinojosa. Todos los que nombré siguen siendo poetas poderosos, claro, no se han quebrado, pero México es un tipo de tierras donde los poetas “se dan” como se daría un tipo de musgo y luego ya es más celoso a la hora de hacer árboles con esos musgos, el país los cuida menos…

–Por eso supongo que valoramos también tanto la tenacidad de Tedi López Mills…

–Sí, o la de Pura Colomé. Es muy importante la tenacidad, mas no lo es todo en un país como este donde es tan natural que se dé la complejidad del fenómeno poético. México no ha perdido ni siquiera en el siglo XXI ese caudal lírico. Tedi y Pura son fantásticas poetas pero ninguna de las dos tiene este caudal mexicano. El caso de Coral Bracho es muy distinto, porque ella arrancó utilizando el caudal mexicano para ser un animal poético muy exótico. Ya no sé si ese mismo exotismo lo tienen sus poemas de edad madura, tienen la tenacidad, eso sí.

–¿Hamartia (O Hacha) es un libro de poesía mexicano?

–Es muy mexicano, es lo más mexicano que he escrito. Muy latinoamericano de Mesoamérica, al menos como lo leo…

DESDE QUE EMPEZARON A CAER CABEZAS

Carmen Boullosa y su esposo, Mike Wallace, acaban de presentar en el mercado anglosajón el libro A Narco History / how the United States and Mexico jointly created the “mexican drug war”. El trabajo, que publicará en español la editorial Taurus el año entrante y que ha resultado para la célebre escritora un modo de morigerar el dolor.

Pero no de hacerlo desaparecer. Desde que comenzaron a rodar cabezas, en un país donde quizás 10 medidas importantes pueden mejorar la situación, se ha clavado un dolor en el pecho de muchos mexicanos, entre ellos Carmen Boullosa, que nunca se irá, aunque las cosas mejoren en una nación que puede y debe cambiar, claro está.

“¡Van 2000 decapitados en México! Tengo una tristeza muy honda y una sensación que espero que no tengan los jóvenes, porque lo que los jóvenes deben tener es furia y yo lo que tengo es dolor, no puedo entender qué carajos pasó”, dice.

Junto a su esposo Mike Wallace escribió un libro sobre el prohibicionismo binacional que dio origen a la sangrienta Guerra contra las drogas. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Junto a su esposo Mike Wallace escribió un libro sobre el prohibicionismo binacional que dio origen a la sangrienta Guerra contra las drogas. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

“No hay alivio para esto, para el país sí, por supuesto. Uno podría pensar en 10 puntos básicos que mejorarían la situación y México volvería a ser el que es, pero yo tengo una tristeza horrible. Sólo el libro que escribí con mi marido me ha dado cierto alivio, porque pude comprender cómo vino la historia de esto que conocemos como la Guerra del Narco. Contamos juntos la historia del prohibicionismo tanto allá como acá…pero la tristeza no se ha curado de todos modos, es una tristeza insoportable por todo lo que ha pasado acá…

–No lo había pensado, pero tienes razón en marcar ese dolor que no se curará, aunque las cosas en el país mejoren y mejorarán, algún día mejorarán

–Sí, cuando el Presidente Luis Echeverría recibía a todos los exiliados del Cono Sur, algo que le agradezco, echaba también a andar una especie de Plan Cóndor para México, enmascarada en una “guerra contra las drogas”, donde murieron muchísimos guerrerenses. Guerrero es el estado que más muertos ha puesto y de Guerrero son los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que además querían ser maestros.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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