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Erik Del Ángel Landeros

14/02/2021 - 12:00 am

La militarización del país en 1913 vista desde el presente

Desde el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico, iniciada por el expresidente Felipe Calderón en 2006, se ha hablado cada vez más sobre la militarización del país. No obstante, poco se ha reflexionado sobre qué significa militarizar un país y se ha dado por sentado que consiste en la asunción de tareas civiles […]

La militarización del país en 1913 vista desde el presente. Foto: Crisanta Espinosa, Cuartoscuro

Desde el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico, iniciada por el expresidente Felipe Calderón en 2006, se ha hablado cada vez más sobre la militarización del país. No obstante, poco se ha reflexionado sobre qué significa militarizar un país y se ha dado por sentado que consiste en la asunción de tareas civiles por parte de militares, lo cual no es del todo erróneo. Sin embargo, hace falta profundidad, por tal motivo propongo una revisión histórica, que aborde someramente el último gran intento de militarización del país: el realizado por Victoriano Huerta de 1913 a 1914. Precisamente, esta semana se cumplieron 108 años de la Decena Trágica, en la cual Victoriano Huerta se hizo del poder tras derrocar a Francisco I. Madero. La apuesta principal del régimen golpista de Huerta era regresar el orden y la paz trastocados por la Revolución, para lo cual trató de fortalecer el Ejército. El plan militar de Huerta constó de tres partes: 1. Reorganización, reformas y mejoras materiales del Ejército; 2. Aumento del número de efectivos militares; 3. Militarización de la sociedad.

Sobre el primer punto del plan huertista no ahondaré, ya que es difícil hacer comparar entre las reformas, reorganización y aumento salariales y de haberes del Ejército de 1913 y las que se han realizado en la época contemporánea. Lo anterior debido a las diferencias entre el valor del peso de ese momento y de este; de la densidad poblacional, organización política, incidencias delictivas, que influyen en la organización de las zonas militares y navales, entre otras muchas. Lo que sí se puede afirmar es que en ambos casos se trató de mejorar las condiciones de la tropa. Como datos ilustrativos, el huertismo decretó un aumento de 50 centavos diarios al sueldo de la tropa y creó nuevas condecoraciones para premiar e incentivar las actividades de los militares. Por otro lado, en el calderonato se incrementó el salario de la milicia en 150 por ciento y, hasta la fecha no se ha dejado de aumentar el sueldo de los efectivos por encima de la inflación. En 2020 tuvieron un alza del 7 por ciento.

En cuanto al aumento de efectivos, el Congreso de la Unión autorizó a Huerta para elevar el número de soldados de 50 mil a 150 mil durante dicho Gobierno. En 1914, según datos oficiales, el número de personal del Ejército ascendía a 250 mil hombres, más 12 mil 400 rurales, más 31 mil  hombres de milicias regionales. Diversos historiadores coinciden en que el huertismo nunca pudo contar con el número de efectivos que se planteó y que al concluir el Gobierno de Huerta era prácticamente el mismo número de la tropa que el existente durante el maderismo, 38 600 militares aproximadamente. En la época actual, los gobiernos de México sí han logrado aumentar el número de militares que se han propuesto. Del primer año de gobierno de Calderón al 2021, el tamaño del ejército ha crecido en más del 100 por ciento, pasando de 196 167 oficiales en 2006 a 417 000 en este año. El principal quiebre se dio de 2006 a 2007, al término del Gobierno de Vicente Fox, México estaba fuera del top 25 de milicias en el mundo, según Global Fire Power; en 2007 se catapultó al número 14 mundial, repitiendo al siguiente año. El mandato de Enrique Peña Nieto inició con 212 208 efectivos. Actualmente, según la organización citada, la fuerza militar de México es la número 46 de 139 países.

El mejoramiento de las condiciones de la tropa; el aumento de los efectivos y la adquisición de mayores recursos bélicos representan, de igual forma, un incremento significativo en los fondos del aparato militar mexicano. En el calderonato de 32 mil 200 millones de pesos destinado a la SEDENA en 2006, se duplicó su presupuesto, pasando a 60 810 millones de pesos en 2012, al final de este régimen. En 2020, el presupuesto ya había subido más de 50 por ciento que al inicio del peñísmo, con un monto de 94 028 millones. Para el 2021, el Gobierno de Obrador aumentó 19.71 por ciento más el presupuesto de la SEDENA, para llegar a un nuevo máximo histórico de 112 557 millones. Este último incremento se debido a las nuevas tareas asignadas al cuerpo castrense, que consisten en la construcción y administración de instancias públicas, fuera de las encomiendas tradicionales para el sector militar. En suma, de 2006 a 2021 el presupuesto de Ejército ha crecido casi 400 por ciento. Ni en 1913 ni en la actualidad, el aumento de tropas y de presupuesto militar han resuelto los problemas para los cuales fueron planteados.

Además de las medidas de fortalecimiento del Ejército, Huerta impulsó la militarización en el país, siendo ésta uno de los distintivos de ese régimen. La militarización consistió en dar instrucción y organización castrense a la sociedad, de manera “libre”, pero en el fondo obligando a todos los estratos sociales que se pudo. Esta medida tuvo buena acogida en las dependencias y entidades públicas en las que el Gobierno tenía control, así como en el sector obrero y el privado. La militarización también se implementó en el ámbito educativo, en los niveles: elemental, preparatorio y profesional. El sector campesino prácticamente no se sumó a este proceso, debido a que buena parte de él simpatizaba con el zapatismo u otros movimientos. Otra razón fue que el Gobierno huertista no tenía forma de llamar al campesinado a la militarización y menos hacer que adoptaran la medida, como sí lo tenía con otro tipo de organizaciones y dependencias.

La justificación utilizada por el huertismo para llamar a la organización militar era la amenaza latente de una invasión extranjera, y evidentemente fue explotada por el Gobierno. El desembarco estadunidense en abril de 1914 provocó aún más que la población tratara de organizarse militarmente para defender al país. A inicios de 1914, el plan de militarización avanzó, en un contexto en el que Huerta se tornó más autoritario. En esos momentos, el presidente hizo obligatoria la portación de uniformes de corte militar para los servidores públicos y estudiantes. Posteriormente, ordenó que los empleados de gobierno debían acudir obligatoriamente a recibir instrucción militar un día a la semana. El huertismo aprovechó este conflicto para profundizar su proyecto de militarización y convocó a la formación de la Guardia Civil.

En este sentido, cuando actualmente se habla de la militarización del país, se está muy lejos lo sucedido a inicios del siglo XX en México, desde este punto de vista histórico. Sería impensable, impracticable llevar a cabo un proyecto de ese tipo. De hecho, nunca volvió a ocurrir en el país una circunstancia como la de ese momento. En la época contemporánea, lo más parecido a lo ocurrido entonces no es la militarización de la sociedad sino la paramilitarización en algunas zonas del país. Esta paramilitarización se ha dado por iniciativa y necesidades de grupos sociales que ven amenazada su existencia por el crimen organizado. Estos grupos han surgido en forma de autodefensas, tema en el que no ahondaré.

En lo único que se puede comparar lo que sucedió durante el huertismo con lo que acontece actualmente, evidenciando que es radicalmente distinta la naturaleza de aquel gobierno con la de los que se han desempeñado en las últimas décadas, es el empoderamiento del ejército. En 1913, aunque parezca extraño, Victoriano Huerta fue el único militar que asumió labores “civiles”, como presidente. No hubo militares al frente de otras dependencias que no fueran la de Guerra. Tampoco los efectivos tomaron otras funciones del estado, aunque hubo muchos abusos en lo que hoy conocemos como violaciones graves a los derechos humanos. Algunos historiadores han denominado a aquel Gobierno como una República liberal castrense. Estamos lejos de ello, aunque es deseable para la salud de la democracia y las libertades de México que el Ejército deje de desempeñar funciones civiles; de lo contrario nos dirigiremos a la formación de una República social castrense.

Erik Del Ángel Landeros
Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM, maestro en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora y candidato a doctor en Historia por la UNAM. Cuenta con estudios en la Universidad de Texas y con el Diplomado Líderes Progresistas por la Fundación Friedrich Ebert. Se ha desempeñado en el sector público y académico. Actualmente es profesor en la carrera de Relaciones Internacionales y Coordinador Ejecutivo del Consejo Técnico de Diplomacia y Cooperación Deportiva de la SRE.

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