No querer saber lo que pasa

14/03/2016 - 12:00 am
Considero necesario hacer este recuento histórico porque en menos de tres meses habrá elecciones estatales y municipales en varios estados. Como electores hemos aprendido a detectar mejor las trampas, pero los tramposos se han esforzado para inventar otras que hoy no imaginamos. Foto: Shutterstock
Considero necesario hacer este recuento histórico porque en menos de tres meses habrá elecciones estatales y municipales en varios estados. Foto: Shutterstock

No es raro encontrar personas que padecen desinformación autoinmune: prefieren no saber lo que pasa porque no ven la salida, y cuando se les señala dónde está inventan otra y otra y otra.

Es una equivocada actitud absurda e infantil, pero así está la mayoría de la población de México. Cuando surge el tema de la situación del país, cualquier persona -cercana o casual- me da la razón en general respecto a la situación de extrema emergencia que predomina, en las causas y los causantes… así, en lo general. Pero en cuanto a la plática se incorporan datos, ejemplos y sobre todo opciones de acción, la conversación se enfría y al poco tiempo muere de aburrimiento.

De acuerdo a múltiples fuentes, la población general de México opina que vamos mal en muchos aspectos. Eso supondría cierto grado de análisis y derivaría en un deseo de cambio. Pero dada la oportunidad, la decisión social se inclina por la inacción. Prefiere aguantar incluso la imposición de gobernantes mediante delitos electorales. Así cabalgamos, montados en un conformismo gigante, hasta el presente de México, cuyo primer capítulo se dio durante la campaña presidencial de 1988. Me refiero a la primera victoria presidencial en la que el resultado fue favorable a Carlos Salinas (PRI). Ese resultado es precisamente el que inicia la transformación del quehacer político en negocio, y el predominio del capital privado por encima del bienestar común de la población.

Para las elecciones de 1994 Salinas eligió a Luis Donaldo Colosio, quien fue asesinado durante un evento de campaña en Lomas Taurinas de Tijuana. Como sustituto quedó Ernesto Zedillo. El PAN designó a Diego Fernández de Cevallos y el PRD nuevamente a Cuauhtémoc Cárdenas. Los resultados fueron favorables a Cuauhtémoc Cárdenas. El PAN y el PRI hicieron mancuerna para quemar las boletas electorales con las que, en un recuento, podría demostrarse el triunfo del PRD. El argumento fue que un enfrentamiento social (al desatarse la fuerza que el Estado usaría para imponer a Zedillo) podría significar un terrible baño de sangre para la población. En 2000 Cárdenas hace un tercer intento por llegar a la presidencia, ante un débil Labastida (PRI) y un prometedor Vicente Fox (PAN). El triunfo sin reservas fue para el ejecutivo de Coca Cola, Vicente Fox.

En el 2006, dada la debilidad de Felipe Calderón (PAN) como candidato de oposición, y por el descrédito de las instituciones, la clase gobernante y electoral echó mano de todo: robo de urnas, amenazas, urnas embarazadas, rebase de topes de campaña, compra de un inédito apoyo de la televisión y la radio, compra del voto, represión y campañas copiadas como la famosa “Un peligro para México” contra López Obrador. Las evidencias del triunfo del tabasqueño -pese a todos los recursos aplicados para su derrota- fueron ocultadas, desmentidas, combatidas con satanización personal y argumentos que se caían solos. El panista Calderón se quedó con la presidencia y López Obrador fue perdiendo apoyo por desgaste. Lo mismo sucedió en los más recientes comicios para el puesto (2012), en los que el PRI cometió delitos electorales que, incluso siendo probados por medios, ciudadanos y organismos sociales, ni siquiera fueron perseguidos… menos aún sancionados.

Pero la preferencia de un pueblo no sólo se mide con votaciones y sondeos de opinión; se siente. se vive, y cuando actúa hay consecuencias; a toda acción corresponde una reacción igual y en sentido contrario (Newton). Cuando la ciudadanía se ve burlada una y otra vez en las elecciones federales, estatales y municipales, su inconformidad se transforma en repudio franco que genera presión. Esa fuerza se ha estado acumulando desde que la función pública perdió el interés por el bienestar social. ¿Cómo respondemos a esto mexicanas y mexicanos? Manifestando inconformidad, buscando salidas, mostrando apoyo a quienes creemos que pueden sacarnos del atolladero y extremando las precauciones, porque sabemos que a quien asome demasiado la cabeza se la corta el sable.

Considero necesario hacer este recuento histórico porque en menos de tres meses habrá elecciones estatales y municipales en varios estados. Como electores hemos aprendido a detectar mejor las trampas, pero los tramposos se han esforzado para inventar otras que hoy no imaginamos. Por ejemplo –algo que ya se está viendo– la alianza entre grupos antes antagónicos, la llegada del poder económico al poder político, las campañas negras y más.

Ante este escenario, como ciudadanos simplemente no podemos no enterarnos de lo que sucede en medios de análisis, evitando a toda costa los informativos que emiten elogios o descalificaciones sin explicar más. El internet, por ejemplo, es un instrumento valioso de comunicación al alcance de todos, y también el canal que más estupideces distribuye.

Ya basta de creer que “el mexicano es valemadrista”, “los mexicanos no tienen remedio”. Tres veces hemos elegido un destino mejor y tres veces nos lo han arrebatado, así que la mayoría de los mexicanos sí opinamos y sí queremos otro rumbo para el país.

Es preciso ver la diferencia, buscar más, informarnos. Hoy ya no se vale no saber realmente lo que está pasando con nuestro destino como país.

en Sinembargo al Aire

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