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Sanjuana Martínez

14/04/2014 - 12:00 am

¿Por qué volvió Ilse Michel?

Un total de 12 niños desaparecidos en los albergues dirigidos por la secta la Iglesia Cristina Restaurada, han regresado en los últimos seis años. No fueron rescatados por las autoridades, sencillamente sus captores los liberaron de manera paulatina. El caso de los niños robados de “las casitas” saltó a la luz en 2008, cuando la […]

Un total de 12 niños desaparecidos en los albergues dirigidos por la secta la Iglesia Cristina Restaurada, han regresado en los últimos seis años. No fueron rescatados por las autoridades, sencillamente sus captores los liberaron de manera paulatina.

El caso de los niños robados de “las casitas” saltó a la luz en 2008, cuando la niña Brenda Bernal Hernández, escapó del albergue “Refugio de Amor” ubicado en el municipio de San Nicolás de los Garza en el estado de Nuevo León. Descalza, saltó desde el techo de un segundo piso, huyendo de los maltratos físicos y psicológicos que sufría y contó las lamentables condiciones en las que mantenían a los menores internos.

La misma secta tenía más de 40 albergues distribuidos por la República Mexicana, algunos de los cuales, siguen funcionando, para vergüenza de las autoridades, a pesar de la desaparición de más de 25 menores de edad, entre ellos la niña Ilse Michel Curiel Martínez, desaparecida del albergue de “Casitas del Sur” ubicado en el Distrito Federal, quien recientemente regresó a su hogar, luego de seis años secuestrada.

El retorno de los 12 menores ha sido ciertamente sospechoso. La policía seguramente dejo de buscarlos muy pronto, por lo cual, sorprende la forma en la que los niños han sido dejados por sus captores, cerca de sus domicilios o bien a las puertas de la estación de policía.

¿Qué se esconde detrás del retorno de estos niños? ¿Qué tipo de pacto existe para que los secuestradores los hayan finalmente libertado? ¿Por qué las autoridades no explican las razones de este fenómeno?

Las piezas del rompecabezas de este caso no encajan. Faltan Jorge Erdely Graham y el regiomontano Sergio Humberto Canavati Ayub, líderes y jefes supremos de la Iglesia Cristiana Restaurada que nunca fueron detenidos. Fueron ellos los instigadores de los secuestros, los cerebros del tráfico de menores con fines de explotación sexual, adopciones ilegales, explotación laboral y tráfico de órganos.

La historia de los niños desaparecidos de “las Casitas” se centra particularmente en la vida y obra de Jorge Erdely Graham, fundador de la Iglesia Cristiana Restaurada, un mesiánico que desde el Centro Cristiano Calacoaya en 1988, intentó manipular a la comunidad religiosa de la que fue expulsado años después iniciando entonces su propia secta.

Jorge Erdely Graham era presentado en Televisa como un especialista en sectas, de hecho, formó su propia asociación civil: Centro de Investigaciones del Instituto Cristiano de México, desde donde era considerado como experto en temas teológicos por otros expertos como Elio Mansferrer y César Mascareñas. Erdely Graham escribió varios libros y se construyó un nombre para ir obteniendo recursos económicos de distintos gobiernos municipales, estatales y hasta del federal, a fin de sostener su fanatismo.

El DIF nacional, una de las peores instituciones mexicanas, sin transparencia y cuyos presupuestos lo mismo valen para dar despensas en tiempos de elecciones, así como para los asuntos personales de la Primera Dama, supuestamente supervisaba los albergues de Jorge Erdely Graham y autorizaba los traslados de menores de edad en situación de riesgo.

Lo que los niños encontraban en estos albergues era un adoctrinamiento atroz, maltrato físico, explotación laboral y sexual e incluso tráfico de órganos. Así los dicen los testimonios que fui recogiendo y reuní en mi libro Se venden niños (prologado por Emilio Álvarez Icaza), una investigación periodística que desvela los secretos de este contubernio entre autoridades y traficantes de niños. El libro causó escozor en Erdely Graham y Canavati Ayub. Ambos intentaron detenerlo, amenazando a la editorial, desde un importante y costoso despacho de abogados ubicado en Nueva York, con denuncias penales si no era retirado del mercado. Finalmente se demostró la veracidad de lo que se cuenta en el texto y este continúo en las librerías.

Lo más llamativo era el poder económico y la vida de reyes que ambos se daban. Fui siguiendo sus pasos y reconstruyendo sus vidas. Pero ambos, no estaban dispuestos a dejar la red de tráfico de menores que operaba en distintos países del mundo. Publicaron desplegados en los periódicos La Jornada y El Norte para desprestigiar mi trabajo y exigieron derecho de réplica a Carmen Aristegui en CNN, luego de una entrevista que me realizó a raíz de la publicación de mi libro.

Como siempre suele suceder en estos casos, el tiempo pone en su lugar a cada quien. Luego se demostró que los albergues de niños, operaban también en Tailandia, centro neurálgico de explotación sexual infantil, y en otros países europeos y del Cono Sur.

A pesar de sus excesos y denuncias, la Iglesia Cristiana Restaurada siguió operando bajo la atenta mirada de la Secretaría de Gobernación y el permiso de su subsecretaría de Asuntos Religiosos, encargados supuestamente  de dar personalidad jurídica a las asociaciones religiosas y vigilar su buen funcionamiento.

Nunca se supo cuántos niños habían desaparecido. Muchos de ellos, en condición de calle, ni siquiera tenían acta de nacimiento. Tampoco había un control de las autoridades, ni mucho menos, la vigilancia necesaria para estructurar un censo fiable de los menores trasladados durante más de una década a estos lugares.

La niña Ilse Michel había llegado al albergue “Casitas del Sur” en 2007 por orden de la PGJDF como presunta víctima de violencia intrafamiliar. En 2008, las autoridades otorgaron la patria potestad a su abuela quien fue por ella, pero el albergue se negó a entregarla. Fue cuando Emilio Álvarez Icaza desde la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal acudió en enero de 2009 a revisar el albergue ante las denuncias de familiares de varios de los niños.

El caso, se unía a los de Monterrey con albergues agrupados en el Centro de Adaptación e Integración Familiar (Caifac) y al del albergue “La Casita” de Cancún, donde había denuncias de desaparición de menores. En ese momento, la PGR atrajo la investigación, que supuestamente continúa.

En junio de 2010 Antonio Domingo Paniagua Escandón, El Kelu, fue detenido en España y extraditado a México al año siguiente. El juez consideró, que como secretario particular de Erdely Graham tenía conocimiento y decisión sobre las acciones relacionadas con el tráfico de menores. Al año siguiente, en 2012 fue detenida Braulia Valverde Vilchis, encargada de “Casitas del Sur”. En total, han sido detenidos siete personas de esta red, pero faltan los peces gordos. ¿Por qué han sido liberados los niños de esta manera? ¿Por qué no hay más detenidos? ¿Existe algún arreglo entre los traficantes?

Las preguntas sin respuesta siguen: ¿Por qué la Procuraduría General de la República no ha detenido a Jorge Erdely Graham y a Sergio Humberto Canavati Ayub? El primero fue ubicado en Canadá y Nueva York, desde donde incluso ofreció una entrevista exclusiva para El Universal. El segundo, era el encargado del albergue en Tailandia y tiene su residencia oficial en Monterrey.

Cuando Diana Lizeth Bernal Hernández fue liberada en circunstancias similares a Ilse Michel, fui a buscarla a su casa ubicada en Santa Catarina, Nuevo León. Las fotos que había visto de ella, eran de niña y apenas pude identificar algunos rasgos físicos. Me contó que su captora a quien identificó como “Mamá Mine” la liberó porque siempre la veía deprimida con ganas de ver a su mamá. Después de años de secuestro, un día, le dijo: “prepara tus cosas. Te voy a llevar a Monterrey”. Y la dejó en la Central de Autobuses, donde la menor, convertida en adolescente, tomó un taxi, rumbo a su casa. Cuando llegó, Mónica su madre, le preguntó: ¿Quién eres?… Después de unos minutos de silencio le dijo: “Soy Diana, tu hija”. El momento era festivo y su mamá emocionada me dijo: “La reconocí por el lunar en la cara, la abracé y me puse a chillar”.

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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