Ernesto Cordero y Alonso Lujambio están dedicados en cuerpo y alma a ganar la candidatura presidencial por el PAN. El primero da entrevistas banqueteras sobre todos los temas (seguridad, impartición de justicia, etcétera) como si se tratara de un Primer Ministro de la administración federal, y el otro aparece en medios escogidos con entrevistas exclusivas. Saltan las preguntas: ¿Y sus carteras? ¿Quién está al frente de Hacienda y de la SEP? La pregunta no es al aire: es tan obvio que están dedicados a su candidatura que alguno de los precandidatos de oposición está pensando en acusarlos formalmente ante las autoridades electorales por actos anticipados de campaña. Nos dicen que en el partido amarillo les están armando un expediente para exigirle al IFE que los castigue.
Y fíjense lo que son las cosas: si usted toma cualquiera de las encuestas nacionales podrá preguntarse qué esperanzas arrojan estos dos precandidatos al PAN. Cordero y Lujambio están en la cola de las preferencias entre los precandidatos. Santiago Creel es el que sale mejor posicionado, seguido por Josefina Vázquez Mota. Es claro que estar dentro del gabinete de Calderón, o ser favorito del Presidente, no es garantía de absolutamente nada.

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En los siguientes días veremos un cambio en la estructura del movimiento de Javier Sicilia. Urgido de contingentes, desde la marcha en la Ciudad de México había aceptado, en contra de los planteamientos originales, que lo acompañaran grupos relacionados con la izquierda más radical, como son el SME, Comecon, los telefonistas, el Grupo de Acción Revolucionaria y otros salidos de la UNAM; también se permitió el ingreso de grupos izquierdistas locales como los de Ciudad Juárez. ¿El resultado? El Pacto Nacional firmado el viernes 12 de junio de 2011 parece un proyecto de nación que busca cambiar hasta el rumbo económico del país. En contraparte, las demandas de los deudos de la guerra quedaron relegadas.
Ahora, nos dicen, Sicilia y sus más cercanos iniciarán una depuración. El problema es que si sacan a los grupos radicales pueden debilitar el movimiento. Son los que más ruido y bulto hacen en las manifestaciones que encabeza el poeta. Se analiza cómo desmovilizarlos de la discusión cupular sin expulsarlos de las movilizaciones. ¿Aceptarán los grupos ser algo así como “acarreados”? Depende del discurso que se utilice. Y allí, nos dicen, un personaje importante es Emilio Álvarez Icaza.

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Jesús Ortega y su grupo político conocido como Los chuchos han tomado la decisión de apoyar la pre candidatura de Marcelo Ebrard. No hay sorpresa; son los principales opositores de Andrés Manuel López Obrador dentro de la izquierda y algo así se prefiguraba desde que juntos apoyaron las alianzas en el proceso electoral de 2010. Sin embargo, este gesto ha complicado la candidatura del DF: de facto, la suma de Ortega lo hace suponer como uno de los pre candidatos a la jefatura de gobierno. ¿Y Mario Delgado, el gallo de Ebrard? Porque Ortega no va por una senaduría: se dice que ésa está reservada como un “plan B” para el mismo Marcelo; es posible que si no logra la candidatura presidencial se le entregue un primer lugar de la lista de plurinominales para el Senado de la República. ¿Cuál fue el acuerdo de Ebrard con Los chuchos? ¿De qué tamaño es la factura del ex dirigente nacional del PRD?

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La multa por 12 mil millones de pesos que le impuso la Comisión Federal de Competencia, y la negativa para que se convierta en uno de los proveedores de televisión en México, se interpretó como una sola cosa: Felipe Calderón está enojado con Carlos Slim. Pero el hombre más rico del mundo ha dicho en una entrevista con The Financial Times que no está en pleito con el Presidente mexicano. O Slim es iluso –lo cual es muy difícil–, o está mintiendo. En los círculos cercanos a Los Pinos se dice que Calderón sí está muy enojado con él, y es imposible que el empresario, independientemente del doble castigo, no esté enterado. ¿Por qué entonces fue tan enfático en que “no se siente regañado” o distanciado? Quizás ya lo doblaron; quizás intenta la reconciliación antes que lavar la ropa fuera de casa y hacer del enojo una reconciliación irreversible.

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Redacción/SinEmbargo

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