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María Rivera

14/08/2019 - 12:03 am

No, señoras

Sí, señora Sheinbaum, las mujeres no debieron causar daños al patrimonio de la ciudad, pero hay que recordar que la ciudad le causa, diariamente, un daño inconmensurable a miles de niñas y mujeres.

No, señora Procuradora Godoy, no podemos sostener ningún diálogo con respeto ni “en condiciones de paz”, porque no estamos estamos en paz. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro.

Las imágenes son imbatibles. La estación de Policía y una cabeza de cerdo en picota. Los vidrios pintados, con letras rojas, las puertas hechas añicos. Hubo una manifestación donde participaron mujeres que están muy enojadas, sí tienen rabia, mucha. No, lo escribí mal, seré precisa: tenemos mucha rabia, todas. Estamos enojadas. No podemos salir a la calle sin correr el riesgo de ser violentadas. No podemos andar solas en las calles en la noche porque corremos el riesgo de ser violadas, no podemos ser niñas y salir al parque o ir a la tienda solas sin correr el riesgo de que un hombre abuse sexualmente de nosotras, tal vez nos asesine. Tampoco podemos tener seis años y estar en nuestras casas, porque puede llegar un hombre, violarnos y matarnos. Tampoco podemos tener 11 años y tomar una combi sin aparecer violadas y asesinadas. No, no podemos ir a trabajar sintiéndonos seguras, si tenemos que tomar un transporte a las cinco de la mañana, caminar hasta la parada, puede ser que no regresemos. No podemos dejar a nuestras hijas con tranquilidad tomar el metro de la Ciudad de México porque tal vez las secuestren y las desaparezcan en una red de trata. No podemos cruzar un bajo puente porque puede haber un hombre con un cuchillo que nos arrastrará para violarnos, en plena vía pública, porque perra, hija de puta, te lo mereces. No podemos tomar un taxi con la seguridad de que no saldrá de la parte posterior un hombre para robarnos y que, al final, nos violarán ambos. No podemos caminar una cuadra con tranquilidad en la colonia, un domingo por la tarde, porque saldrá un tipo, nos jalará hacia dentro de un edificio y nos intentará violar. No podemos tener 11 años y caminar por un parque solitario porque irán pasando unos trabajadores que nos violarán, también, tumultuariamente, nos dejarán cicatrices imborrables en el pecho.  No podemos tener hijas de cinco años y estar seguras de que no llegará un hombre, a la calle a donde juegan, para secuestrarlas, violarlas y aventar su cuerpo. No podemos estar seguras de que nuestros cuerpos no acabarán en un canal, descomponiéndose o que no seremos secuestradas cuando trabajábamos para defender los derechos humanos. No, señora Procuradora Godoy, no podemos sostener ningún diálogo con respeto ni “en condiciones de paz” porque no estamos estamos en paz, no vivimos en paz, no conocemos la paz. Explíqueme, ¿cuáles son esas “condiciones de paz”? ¿Se refiere a qué momento pacífico: antes o después o mientras que cuatro empleados de la ciudad, quienes están contratados para cuidarnos, nos violan?, ¿qué clase de diálogo quiere usted tener cuando la aberración llega al grado de que policías, uniformados, en patrullas, responsabilidad de las autoridades que elegimos, violan a una joven porque iba caminando sola, en la noche, cuando se suponía que debían cuidarla, a una cuadra de su casa? ¿Eso es lo que usted entiende por “condiciones de paz”, tiene usted alguna idea del terrible miedo que padecemos las mujeres y más aun, la terrible rabia e impotencia que dejan esas heridas sociales, porque eso son?, ¿qué diálogo entablaremos cuando los delitos quedan en la impunidad y los agresores libres?

Creo que no entiende nada, señora Godoy. No entendió la bomba de brillantina rosa que le pintó el pelo al Secretario de Seguridad Pública, no entendió el mensaje, ¿sabe cuál es? A mí me parece una preciosa metáfora, señora Procuradora, porque es un oxímoron: una declaración de guerra no violenta a nivel de los significados. Ojalá que así como se derramó la brillantina rosa sobre el jefe de la Policía, así incorporaran la causa de la justicia con las mujeres. Porque que no, las mujeres no rompieron una puerta, ni pusieron una cabeza de cerdo en las oficinas de su policía, ni le rociaron la cabeza con brillantina rosa porque quisieran “provocar” que las violentaran, para seguir en su línea discursiva misógina.  Porque dígame, por favor, ¿además de no tener derecho a no ser violentadas, tampoco tenemos derecho a exigir justicia?, ¿nos pueden violar en la vía pública pero no podemos expresar nuestra rabia en el espacio público?, ¿no tenemos derecho a expresar que nuestra situación es extrema, que vivimos en un país feminicida e impune y que estamos hartas?, ¿sabe cuál es la fortaleza de las mujeres, con la que no podrán aunque aperturen carpetas? Que ya dijimos “ni una más” y “si nos tocan a una nos tocan a todas”. Lo dijeron las jóvenes que protestaron ese día, pero lo decimos también las que no estuvimos. Lo decimos desde nuestras casas, nuestras cocinas, nuestros trabajos, nuestra indignación compartida. No toleraremos que funcionarios públicos violen a nuestras jóvenes, a nuestras hijas, a nuestras madres, a nuestras hermanas, a nuestras amigas, a cualquier mujer, como nosotras, sencillamente por serlo, porque pueden, porque la sociedad lo ha tolerado, se ha mostrado sorda a nuestra exigencia de justicia.

Tampoco la escuchó usted, Claudia. Su mensaje de Twitter debería darle vergüenza viniendo de una mujer que militó alguna vez en las filas de la izquierda antes de adoptar los peores modos del poder priista masculino, lo subrayo, que escamotea la verdad. Tal como usted hace en su mensaje cuando llama a la violación de la joven a manos de sus policías, “sobre lo que se demanda”. No, señora Jefa de Gobierno, dígalo con todas sus palabras: lidie con la verdad. Lo que se demanda es justicia ante una violación cometida por policías, y se la demandan a usted. No es un grito de provocación, aunque usted piense que exigir justicia ante una situación totalmente injusta y aberrante lo sea. Y no sé si lo vea, pero no hay ninguna justicia donde policías violan mujeres en patrullas. Policías y patrullas que son, en última instancia, responsabilidad suya. La verdad, no le sienta nada bien asumir responsabilidades. No le acomoda: culpa a las víctimas, descalifica su demanda de justicia y se atreve a decir que “no fabricarán culpables”. Pues, ¿dónde vive usted, señora Sheinbaum?, ¿qué lógica tiene para asentar primero que “no fabricarán culpables” y después “tampoco habrá impunidad”?, ¿no le parece que están invertidos los términos?, ¿no le parece que debió decir algo, aunque fuera trillado, como “no habrá impunidad para los policías, los llevaremos ante la justicia”?

Sí, señora Sheinbaum, las mujeres no debieron causar daños al patrimonio de la ciudad, pero hay que recordar que la ciudad le causa, diariamente, un daño inconmensurable a miles de niñas y mujeres que debido a la corrupción en cuerpos policiacos, de procuración de justicia, de servicios, son violentadas cotidianamente en la vía pública, un daño infinitamente mayor y ante el cual debiéramos de demandar a la ciudad,  y no, señora Jefa de Gobierno, no estamos provocándola, estamos muy enojadas y le estamos exigiendo justicia para la joven que fue violada por sus policías y después revictimizada por sus filtraciones. Pero no solamente, también le exigimos que garantice la seguridad e integridad de las mujeres que viven en la ciudad que usted gobierna. Es una exigencia básica de parte de la ciudadanía, ¿no le parece? Hágalo, porque nosotras se lo seguiremos exigiendo hasta el último día de su mandato. Llámelo provocación, o como guste.

 

 

 

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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