Marwan: “Los artistas deben poseer cierta arrogancia para decir aquí estoy yo y este es mi mensaje”

14/09/2020 - 10:02 am

El intérprete y poeta nacido en Madrid en 1979 como Marwan Abu-Tahoun Recio, asegura que los artistas no deben de sentir pudor al momento de expresar algo, pues de esta manera podrán decirlo de manera natural y sin tapujos.

Por Javier Herrero

Madrid, 14 sep. (EFE).- En “El viejo boxeador”, Marwan reivindica levantarse pese a los golpes de la vida hasta dar con victorias como la de este disco, en el que critica los excesos verbales de las redes (“como los de Miguel Bosé”) y exhibe a la par una falta de pudor que, en su opinión, todo artista debiera poseer.

“Soy un exhibicionista y hago porno emocional como artista. Si un artista siente pudor no va acabar de expresar todo lo que puede. Yo creo que los artistas tenemos que poseer cierta arrogancia para decir ‘aquí estoy yo y este es mi mensaje’. Hacen falta más artistas arrogantes y menos que pasen por el aro”, opina en una entrevista con Efe.

El motivo es el citado nuevo álbum de este compositor, intérprete y poeta nacido en Madrid en 1979 como Marwan Abu-Tahoun Recio, hijo de un palestino y una española, que fue grabado en Sheffield (Inglaterra) para dotarlo de un poso anglosajón que, para él, “se nota muchísimo”.

“Está lleno de violines y arreglos de orquestación superdelicados; en España no se estila mucho hacer este tipo de disco”, afirma ante un combinado que no sabría si calificar como “popero, roquero o canción de autor”.

A este respecto, él mismo ironiza en uno de sus versos del estigma que sigue acompañando hoy en día a este tipo de música. “Todos tienen miedo a la palabra ‘cantautor’. Se asocia a luchas un poco trasnochadas ahora que parece no hay nada por lo que protestar, pero para mí la canción de autor está más vigente que nunca”, explica.

En “El viejo boxeador” (Sony Music), que vio la luz el pasado viernes y toma el relevo a “Mis paisajes interiores” (2017), ese estilo se traduce casi en la misma medida en momentos muy personales, como su reflexión sobre las relaciones tóxicas “La pareja interminable” o el relato de noches de desfogue “La chica del Jager”, y en otros de conciencia social, como en el arranque, marcado por otro tipo de desengaño, el social.

“Llevo un tiempo observando este mundo y pienso que no encajo del todo o que no quiero encajar del todo. Veo ese cacareo constante, esa incontinencia y agresión verbal, ese mirarse tanto en la pantalla”, analiza Marwan ante temas como “Cinco gramos de resentimiento”, en el que habla junto a su amigo Nach de los “haters”.

Él, que se presenta como “un viciado de las redes que comparte muchas cosas en ellas”, lamenta sin embargo que “a veces por encajar nos metamos en demasiadas peleas o que seamos muy sectarios”.

Imposible no preguntarle en este punto por cómo respondió por Twitter a los mensajes de Miguel Bosé en contra del uso de las mascarillas en esta pandemia o sobre sus ideas acerca de las vacunas. “Lleva meando fuera del tiesto demasiado tiempo”, escribió.

“No tengo nada contra él. De hecho me da penita porque me da la impresión de que su estado de salud no era muy bueno, pero en un momento de pandemia así, determinados mensajes pueden ser muy negativos. Ya estamos en una situación grave como para volverla crítica. A veces hay que cortar determinados mensajes en pos de los que está dando la comunidad científica”, defiende.

Él es de hecho uno de los personajes influyentes a los que el Gobierno ha pedido que intente trasladar cómo comportarnos durante estos momentos. ¿Pero no es una incongruencia pedirles opinión a unas celebridades y desechar las de otros?

“A los artistas y gente con cierta llegada se nos pide unas veces que nos mojemos y otras, que estemos calladitos ‘que solo somos cantautores o futbolistas’. En mi caso, si tengo cierto alcance para transmitir algunas cosas y hacer lo que creo que es el bien, que es protegerla, lo voy a hacer siempre”, argumenta.

Hijo de un refugiado, no olvida la situación de todas esas personas desplazadas de sus casas y por ellas canta “Seguiremos”, una “oda a la conexión de la humanidad”.

“El coronavirus ha hecho que aquellos que ya sufrían ahora estén en la peor situación posible, así que hago un llamamiento para ayudar a los más necesitados”, pide.

Como muestra de coherencia con su ideario, en la canción que da título al álbum, “El viejo boxeador”, canta que “quien se pone precio pierde su valor”. Frente a los recelos de quienes puedan pensar que es solo una frase bonita, él responde.

“Me han ofrecido hacer anuncios de bancos, de coches de lujo, locutar noticieros… En general son cosas que he rechazado porque no iban conmigo, con mi manera de ser ni con el mensaje que quiero transmitir. ¡Y estaban muy buen pagadas, así que he renunciado a mucha pasta!”, bromea.

En ese mismo corte, también canta que tiene “el corazón de un viejo boxeador que se cayó 1.000 veces y se levantó y entendió que eso era ser un campeón”, afirmación ante la que cabe preguntarle por el momento de su carrera del que está más orgulloso.

“Estoy orgulloso de todos, incluso de los momentos en que me he equivocado, ya fuese por pensar en pequeño o no tomar decisiones por el qué dirán. Pero el que más me enorgullece es este, porque he llevado a cabo un proceso de maduración y he publicado el disco que soñaba. Siento que los demás han sido un camino hasta esto, la coronación de todo hasta encontrar al artista que quería ser”, cuenta sin rubor.

En ese camino de búsqueda, y con el disco terminado una semana antes de declararse el estado de alarma, el encierro le ha servido además para ponerse “a lo bestia” con su vertiente de poeta y anuncia el lanzamiento en abril de un próximo libro con Planeta.

Además, en los próximos meses tiene previstos algunos conciertos sujetos a las restricciones habituales por la COVID-19, como el del 26 de octubre en la sala Barts de Barcelona, dentro del Arts On Stage, o el del 5 de diciembre en La Riviera de Madrid.

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