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Susan Crowley

15/05/2020 - 12:03 am

Gabriel Orozco, pensar fuera de caja

Una salida a este entrampamiento podría ser una mayor disposición de Frausto a replantear el diálogo perdido con el gremio y hablar de lo que está ocurriendo, transparentar lo que ha terminado por ser una lamentable falta de información.

El artista plástico Gabriel Orozco.
“Gabriel Orozco es uno de esos personajes que podrían ser considerados como un ‘genio’”. Foto: Antonio Cruz, Cuartoscuro

Sacar a los presidentes de Los Pinos y devolverlo a la comunidad es una tarea admirable, más aún cuando se trata de un ambicioso proyecto para convertir el pulmón de la ciudad en un espacio ecológico, cultural y lúdico de referencia para el futuro. El propio Andrés Manuel López Obrador quiso convertirlo en un proyecto emblemático de su administración. Sin embargo, en las últimas semanas amenaza tornarse en un dolor de cabeza de proporciones épicas para su Gobierno y en un Warterloo para Alejandra Frausto, Secretaria de Cultura.

Son dos los factores catárticos en el explosivo cóctel que se está fraguando en el bosque de Chapultepec. Por un lado, los cuestionamientos dirigidos al responsable de la obra, el afamado y polémico artista Gabriel Orozco y, por otro, los enormes presupuestos que reclama el proyecto que, en opinión de muchos, ha adquirido una proporción faraónica en el contexto de la crisis y los consiguientes recortes franciscanos que ha impuesto el Gobierno.

Gabriel Orozco es uno de esos personajes que podrían ser considerados como un “genio”. Sí, yo se que ese epítome suena desmesurado, pero si tratamos de definir los atributos que hoy en día requiere un genio, tal vez no resulte desproporcionado. Con una presencia arrasadora, no hay un lugar en el que aparezca sin que atraiga la atención, Orozco ha hecho de su nombre una marca de calidad y de su cuerpo de obra un objeto que reúne un todo: desde el odio, hasta la admiración. Y más allá de las pasiones, un proceso que ha permitido el estudio de la historia del arte contemporáneo mexicano a partir de los años noventa. El artista es un punto de partida para su generación y para las que han seguido. De incuestionable talento, ha construido una personalidad en torno a su proyecto artístico que termina por ser consubstancial a éste. Guste o no su trabajo, es uno de los más cotizados del mundo dentro del rango de artistas vivos. El valor de su obra es directamente proporcional al valor de su nombre. Lo pueden tachar de oportunista, de que supo estar en el lugar indicado en el momento indicado, de que ha usado al mundo del arte, de que se ha posicionado más allá de su talento, de que juega con la ignorancia y la pretensión del mercado del arte y de los coleccionistas. Podemos, inútilmente, seguir enumerando las críticas, pero lejos de desvirtuar su proyecto, debemos reconocer que lo han envuelto en un aura que, peligrosamente, lo está llevando al nivel de leyenda contemporánea.

En ese sentido, se entiende el deseo del Presidente de recurrir a una autoridad emblemática para darle prestigio mundial a su sueño: Orozco es un referente internacional sin haber dejado de abrevar en lo nacional. Su arte es mexicano, sin duda; deslindar su rostro, personalidad y obra de México sería imposible. Aunque lo realice en Japón, Indonesia, Nueva York o Francia, una especie de allure que sólo puede ser nacional lo envuelve. Pero una de sus cualidades es que supo renombrar los detalles, las cosas insignificantes y características de nuestra realidad sumergida. Sin la pretensión de denunciar, se metió al México profundo con un dejo de ironía y comprensión, una especie de ahí están las cosas que son, y que a veces no importan, pero son las que llenan de sentido una imagen. Las fotografió y al mismo tiempo tomó todo tipo de objetos y los transformó en arte; con ello construyó un lenguaje cambiante, juguetón, insolente las más de las veces. Con desenfado y una absoluta seguridad de que el azar es su fiel escudero, ha construido un lenguaje que pone punto y aparte a la manera de vernos.

Con esa personalidad no es extraño que su nombramiento como responsable del más importante proyecto cultural de la 4T haya provocado tsunamis entre la comunidad. Incluso los que le reconocen sus méritos artísticos cuestionan la falta de credenciales en el terreno urbanístico o arquitectónico para encabezar un proyecto social, no necesariamente artístico. Quizá no sea del todo justo este reclamo, su consistente interés en temas ecológicos y arquitectónicos lo convierten en un artista que sabe ver más allá de un lienzo. Sin embargo, es cierto que su compromiso como artista ha sido esencialmente con su obra que no es lo mismo que estar al frente de un proyecto, como este, que se debe a la sociedad.

Y, por lo demás, tampoco es que su personalidad ayude. A muchos les parece arrogante y necio, una característica común en grandes artistas. Difícilmente lo veo haciendo un consenso, ¿dónde estaría un creador de su nivel si hubiera sometido su trabajo a la opinión popular? Nada de eso, él tiene una idea y la lleva a cabo. Punto. Orozco no está para formar equipos en los que la democracia impere. No, él, como cualquier gran artista tiene gente a su servicio para llegar a dónde quiere. ¿Quién sabe a dónde quiere llegar Gabriel Orozco? Sólo él. ¿Pero cuándo un artista ha trabajado de otra manera? Lo que es real es que Gabriel Orozco ha puesto su nombre, firma y alma, en el proceso de crear su obra de arte: El Centro Cultural Bosque de Chapultepec. Orozco es obsesivo, se nota en cada una de las series que ha expuesto a lo largo de su carrera. Ahora tiene la obsesión de llevar este proyecto hasta el final. Hay algo en mí que quiere que así sea porque la historia del arte es de los necios, de los empecinados que en medio de la fatalidad saben ver lo que sigue y lo logran.

Pero como esto es política y no un lienzo en el que uno hace lo que se le da la gana, entran una serie de factores que están complicando la ecuación. El primero es la realidad del país, el segundo es Alejandra Frausto que está echándose encima a la comunidad por esta y otras razones. Son muchos artistas y trabajadores de cultura manifestando constantemente la falta de apoyo y de presencia de una secretaria que, si bien tuvo las mejores intenciones al principio y organizó mesas, foros y demás tipos de encuentros, hoy vive en un encierro casi permanente.

Una salida a este entrampamiento podría ser una mayor disposición de Frausto a replantear el diálogo perdido con el gremio y hablar de lo que está ocurriendo, transparentar lo que ha terminado por ser una lamentable falta de información.

La otra objeción es más difícil de subsanar. El proyecto contempla un presupuesto total de 10 mil millones de pesos (mil 668 millones etiquetados sólo en este año), lo cual en el marco de una administración que pregona la austeridad, ha provocado una encendida discusión en las redes sociales. La pandemia y la crisis económica resultante no han hecho sino intensificar los cuestionamientos.

Al margen de los méritos que tenga o no el responsable del proyecto, la pregunta de fondo es si la “transfiguración” del Bosque de Chapultepec justifica esas absurdas cantidades. Ya está en entredicho la obsesión presidencial de sacar adelante sus obras consentidas (Tren Maya, refinería Dos Bocas, aeropuerto Santa Lucía) para además incluir un proyecto cultural que, a diferencia de los otros, ni siquiera puede justificarse por ser generador intensivo de mano de obra.

Gabriel Orozco conoce a México, lo ha plasmado en su trabajo, sabe que el artista es un ser individual por naturaleza. Ahora forma parte del sueño de la 4T. Tal vez debería negociar consigo mismo y con el gremio y ajustar el megaproyecto a la realidad, o al menos a la nueva realidad. Por ahora se ha convertido en un plan que económica y políticamente va a pasar una factura innecesaria para el gobierno y para él. Hace años Gabriel Orozco impactó al mundo del arte con una caja de zapatos vacía, hoy en cambio es urgente que piense fuera de la caja.

www.susancrowley.com.mx

@Suscrowley.com

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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