Por Pablo Ramírez*

Existen diferentes modalidades de generación de electricidad a partir de fuentes renovables, normalmente cuando pensamos en la energía renovable pensamos en los grandes aerogeneradores o en los suelos tapizados por paneles solares, pero no son las únicas formas que existen. La generación distribuida es una modalidad que tiene por objetivo romper con la lógica de los grandes proyectos centralizados que generan una gran cantidad de electricidad, normalmente lejos de los centros de consumo, a partir de un generador privado o estatal que vende la energía, y desarrollar proyectos que generen electricidad en el mismo sitio donde se consume. En nuestro país se considera generación distribuida cuando el sistema de generación no rebasa los 500 KW. Un buen ejemplo de esto son los techos solares.

Esta modalidad de generación puede ser una herramienta muy efectiva para abordar problemáticas muy importantes en nuestro país: la inequidad en el acceso a la energía eléctrica y la pobreza energética, fomentar el ahorro y eficiencia en el consumo eléctrico, disminuir el presupuesto destinado al subsidio de las tarifas eléctricas y avanzar hacia una transición energética justa y sustentable que además nos acerque a la soberanía y democratización de la energía.

Según datos de la CEPAL, 11 millones de hogares se encuentran en algún grado de pobreza energética, es decir que no cuentan con los recursos suficientes para un consumo eléctrico adecuado que permita garantizar una vida digna y decorosa, principalmente en las regiones con temperaturas extremas, tanto de calor como de frío. Igualmente padecen pobreza energética los hogares en los que el ingreso no permite un abastecimiento eléctrico que cubra sus necesidades básicas, las cuales constan de las siguientes condiciones: cocción de alimentos, refrigeración, entretenimiento, iluminación, calentamiento de agua, aire acondicionado y ventilación.

El sistema eléctrico actual es ineficiente y caro en términos de generación eléctrica y representa una carga enorme a las finanzas del Estado. Para el 2016 los subsidios a las tarifas eléctricas alcanzaron los $130 mil millones de pesos, de los cuales el 73% fue dirigido al sector residencial. Si este dinero se destinara para instalar sistemas fotovoltaicos en los hogares que reciben subsidios, en menos de siete años se habría cubierto el 100 por ciento de hogares, lo que representaría prácticamente el total del sector residencial.

México tiene un enorme potencial de generación distribuida, de acuerdo a un análisis realizado por la Friedrich Ebert Stiftung en 2017, “estimaciones conservadoras al utilizar únicamente el 10% del espacio disponible en las 29 ciudades más pobladas del país, genera un potencial de 132.4TWh/año, considerando un factor de planta promedio de 0.18, lo que equivale a una tercera parte de la electricidad generada en 2016.

La actual política de confiabilidad de SENER pone en riesgo el acceso a este tipo de modalidades de generación al calificarlas como riesgosas para el sistema eléctrico.

Es imprescindible defender este tipo de modalidades de generación que fomentan la democratización de la energía, en acceso y en generación, que vuelven más resiliente nuestro sistema eléctrico y nuestras comunidades y que nos acercan a una soberanía energética verdadera, una que venga desde abajo, desde la autogestión comunitaria de los proyectos eléctricos, que abre espacios de participación efectiva a la ciudadanía en una transición energética respetuosa con los derechos humanos, los ecosistemas y cercana a la gente.

*Pablo Ramírez es Especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México

Greenpeace

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