Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Palabra de piedra, palabra mítica

15/07/2017 - 12:03 am

Si hubo una Edad de Piedra y tras del metal hubo una Edad de Papel, la nuestra, que lejos de caducar como sus predecesoras se desdobla y pugna por remontarse a la más antigua inaugurando, fiel a la naturaleza circular del tiempo, es la Edad de Papel de Piedra. (Orlando González Esteva)

Por Laura de la Torre

Ciudad de México, 15 de julio (SinEmbargo).-Hay quienes encuentran en la palabra un espacio de salvación y ejercen el prodigioso oficio de redimir el mundo por la letra. Así, ésta restaura, en términos estéticos, una desavenencia en la realidad habitada.

El escritor Orlando González Esteva atestigua una de aquellas fallas que decidió propagarse en el lenguaje: ¿qué sucede cuando se rompe la relación entre una palabra y lo que nombra? Esta pregunta surge a partir del inconveniente lingüístico que se desata con la existencia del papel de piedra, también conocido como papel mineral, que es suave y ligero y tiene diversos usos en el ámbito industrial. Por eso también es protagonista de una paradoja semántica, pues desde su reciente nacimiento, apenas creado a finales del siglo pasado, fue despojado de su sentido primigenio: “encarna la tragedia de la criatura destinada a ser toda levedad y hallarse incapacitada, por causa de su propia constitución, para actuar de acuerdo consigo misma”.

Orlando nos ofrece, en La Edad de Papel (Artes de México, 2016), un testimonio poético sobre cómo los ámbitos humanos se ven comprometidos si buscáramos restaurar dicha problemática. Fotografía de Abelardo Morell. Foto: RAM

Ante el hallazgo, Orlando nos ofrece, en La Edad de Papel (Artes de México, 2016), un testimonio poético sobre cómo los ámbitos humanos se ven comprometidos si buscáramos restaurar dicha problemática: entender a cabalidad que un papel es de piedra. Entonces nuestra convivencia habitual con el papel, que “entre los materiales creados por el hombre, milagrea”, se trastoca:

“La invención del papel de piedra debería provocar asombro, si no por el papel mismo, sí por su nombre, que reconcilia lo más ligero con lo más pesado, lo más delicado con lo más burdo. Pero nadie celebra el hallazgo, ignorando que en el nombre, y no en la presunta utilidad del producto, reside el mayor mérito”.

Podría pensarse que en la obra existen dos niveles de significación. Primero partimos del conocimiento habitual del papel y el campo semántico creado en torno a él. Tengamos en mente desde el barco de papel hasta el confeti, desde el origami hasta el papel cebolla, desde las piñatas hasta el “papel” interpretado en las obras de teatro. El segundo nivel interviene cuando lo anterior adquiere un significado adicional. Volvamos: el barco de papel de piedra, la lluvia del confeti de piedra, la flexibilidad del origami de piedra, el papel de piedra de cebolla… Como una parodia, la reflexión sobre lo que conocemos aporta nuevos sentidos a la obra. Así, el lenguaje ya no se erige a partir de un convencionalismo usual, ni como un esquema anquilosado, sino que manifiesta un anhelo de vitalidad y una vuelta hacia su destino original.

Fotografía de Abelardo Morell. Foto: RAM

“Los aviones de papel de piedra representarán una amenaza pública, noqueando a alumnos y profesores y convirtiendo el cielo nocturno de la pizarra escolar en un espacio donde cada estrella engendrada por una colisión colapsará y constituirá un agujero negro capaz de succionar barras de tiza, deshilachar borradores y poner en ridículo la caligrafía más esmerada. Las cometas de papel de piedra no llegarán lejos”.

En La Edad de Papel, el poder de la palabra es que rememora su naturaleza; es arquetipo y por eso resignifica, pues es portadora de una visión de mundo que incide en la vida. Bajo este parámetro, la palabra es elemento fundacional y acto creativo: “Los libros de poesía de papel de piedra concederán la razón a los hombres de ciencia de la Edad Media que, en busca del origen de la demencia, dieron con estructuras minerales lesivas al cerebro, producidas por la propia masa encefálica”. Así, Orlando González Esteva opera en los espacios más inesperados para reconstruir la realidad habitual y dejar al descubierto la incomprensión del mundo convencional.

La Edad de Papel, Artes de México, 2016, está disponible en esta página. Una sección de Artes de México para SinEmbargo.

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