Puntos y Comas

A Lilly, de 14 años, le robaron sus fotos íntimas y cayeron en la Red. Carolin Philipps cuenta su dolor

15/11/2019 - 8:30 pm

El acoso provocado por la distribución de contenido íntimo en redes sociales es cada vez más frecuente en el mundo. La huella emocional y psicológica puede ser tan grave que algunas de las víctimas deciden quitarse la vida. En Sólo para Jannis, la autora alemana Carolin Philipps habla del tema.

Explicó que el libro está basado en la historia de una alumna suya, quien vivió días de horror en la escuela luego de que un compañero difundiera sus fotos en Facebook. “Nunca olvidaré cómo las siguientes semanas convirtieron a una niña alegre, en una niña asustada y desanimada que no quería salir”, relata la escritora, a propósito de su presentación en la FILIJ 39.

Ciudad de México, 15 de noviembre (SinEmbargo).- Las agresiones sexuales en Internet son cada vez más frecuentes alrededor del mundo y los daños a las víctimas tocan el ámbito laboral, social y familiar. En algunos casos, la huella emocional y psicológica es tan grave que las mujeres afectadas deciden quitarse la vida tras el acoso provocado por la distribución de contenido íntimo en plataformas como Facebook y Whatsapp. De este tema habla la autora alemana Carolin Philipps en Sólo para Jannis.

“Como en todos mis libros, éste tiene una historia real detrás. Una de mis alumnas se había peleado con un compañero de clase. Luego, en un viaje escolar, él le tomó una foto, a través de una ventana, mientras ella se bañaba, y la subió a Facebook. […] Nunca olvidaré cómo las siguientes semanas convirtieron a una niña alegre, en una niña asustada y desanimada que no quería salir de casa”, relata la escritora.

Añade que con este libro buscó mostrar a los jóvenes lo que podría suceder: “Creo que uno de los propósitos de la ficción es ayudar a promover la compasión, la empatía y el entendimiento. La empatía, el requisito previo para reflexionar, solo puede lograrse dejando que los lectores participen, permitiéndoles experimentar cada segundo del horror”, confiesa Carolin, y aclara que el final de la historia es esperanzador porque, como maestra y escritora para adolescentes, tienen una gran responsabilidad con ellos.

“La tarea de un maestro está más allá de la enseñanza. Debe preparar a sus alumnos para la vida”, apunta la novelista, que da clases en preparatoria y crea obras para niños y jóvenes desde 1989. A propósito de su presentación en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ 39), Caroline charló de su último libro para Puntos y Comas.

La novela comienza con un intento de suicidio, después de que Lilly, de catorce años, comparte con su novio varias fotografías donde aparece desnuda, y acaban a la vista de todos. A partir de ese momento, todo va de mal en peor. A los insultos y burlas de sus compañeros se unen las reacciones negativas de sus padres y profesores. Abrumada, Lilly cree no tener ninguna salida, pero al final se abre una puerta que le permitirá recuperar su seguridad.

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–Tu libro habla sobre el uso inadecuado de las redes sociales y los problemas que esto puede ocasionar. Pero más que un asunto de las plataformas digitales, ¿no es un problema de género?

–Sí y no. No, porque los chicos también se ven afectados y sí, porque el número de niñas afectadas es mucho mayor.

–Lily, la protagonista, tiene 14 años y vive el acoso, los insultos y las burlas de la gente que la rodea. El mismo escarmiento público lo puede vivir una mujer de 30 o 40 años. ¿Qué crees que cambie entre una experiencia y otra?

–No creo que sea de gran relevancia si la persona acosada tiene 14, 30 o 60 años, si es hombre o mujer. Las heridas y el horror experimentado son lo mismo. Tal vez las personas mayores puedan manejarlo más fácilmente, pero también lo dudo.

–La protagonista intenta quitarse la vida, pero al final encuentra una salida que le permite recuperar su seguridad. Lamentablemente este final no es el que sucede en muchos casos reales. ¿Hay esperanza para las mujeres que están pasando por esta situación?

–Sé que hay muchas mujeres que no ven otra salida que suicidarse. Pero escribo historias para adolescentes y es mi responsabilidad como escritora dejar esperanza al final de mis historias. El suicidio, incluso en la realidad, no tiene porqué ser el final. 

–Si vemos que una mujer o joven pasa por esto, pero la familia, profesores y compañeros de trabajo le dan la espalda, ¿qué podemos hacer para apoyarla?

–Tenemos que estar ahí para ellas, escucharlas, apoyarlas. Pero también deberíamos hablar con los maestros y hacerles notar que esta niña/mujer es una víctima de violencia y necesita ayuda. Y si se conoce al responsable, deberíamos asegurarnos de que sea castigado.

–Tu novela está catalogada como literatura juvenil. Siendo un problema grave que viven muchas mujeres, ¿por qué elegiste al público más joven? ¿Creaste esta historia de manera educativa, como una forma de prevención para las nuevas generaciones?

–Como en todos mis libros, este tiene una historia real detrás. Lara, una de mis alumnas, se había peleado con un compañero de clase. Luego en un viaje escolar, él le tomó una foto, a través de una ventana, mientras ella estaba en la ducha y la subió a Facebook.

Nunca olvidaré cómo las siguientes semanas convirtieron a una niña alegre, amante de la diversión, en una niña asustada y desanimada que no quería salir de casa y no se atrevía a ir al patio de la escuela, porque cuando veía a otros estudiantes riendo juntos, tenía miedo de que estuvieran mirando las fotografías. El niño, por supuesto, fue castigado, pero lo que había hecho era irreversible.

Escribí este libro para mostrar a los jóvenes, con una historia emocionante, lo que podría suceder. Puedes intentar crear empatía con hechos, figuras e historias llenas de ejemplos en las aulas. Pero la empatía, el requisito previo para repensar, solo puede lograrse dejando que los lectores participen en el horror, permitiéndoles experimentar cada segundo del horror que una foto en Internet significa para los afectados. 

–En México hay una lucha para que las mujeres se mantengan seguras en la red y la “Ley Olimpia” sanciona con cárcel la difusión de contenido sexual sin consentimiento. ¿Cómo es el marco legal y la lucha social en Alemania?

–La organización de derechos humanos ha examinado la situación legal en 31 países europeos. Por lo tanto, solo 8 estados han definido las llamadas “definiciones basadas en el consentimiento” de violación en sus leyes. En Alemania, Irlanda, Reino Unido, Bélgica, Chipre, Islandia, Luxemburgo y Suecia se considera violación cuando las personas tienen relaciones sexuales y una de ellas dijo “no”.

En Alemania, el derecho penal sexual se reformó en 2016. Desde entonces, una persona debe usar palabras o gestos para expresar que no quiere tener relaciones sexuales. La pasividad es un acuerdo silencioso que todavía está mal en sí mismo. 

–La difusión de fotografías íntimas y la llamada “porno venganza” son formas de violencia hacia las mujer. El feminismo busca eliminar estas prácticas. ¿Te consideras feminista?

–Supongo que sí. En muchos de mis libros, elijo temas en los que las niñas o mujeres están en desventaja o son maltratadas.

–Como maestra de preparatoria, ¿tocas este tipo de temas con tus alumnos?

–¡Sí, por supuesto que lo hago! La tarea de un maestro está más allá de la enseñanza del conocimiento. Debe preparar a sus alumnos para la vida.

–¿La literatura para jóvenes tiene la capacidad de formar mejores adultos?

–Hace algunas semanas, un amigo mío dijo: Si quieres lograr algo, puedes hacerlo mejor en Twitter o Instagram que con una historia escrita. Yo creo que no. Creo que uno de los propósitos de la ficción es ayudar a promover la compasión, la empatía y el entendimiento entre los lectores.

Las historias pueden fomentar la empatía y la comprensión de problemas o mundos ajenos, transmitiendo así nuevos conocimientos y lecciones complicadas de plasmar de forma lúdica. Cuando se envía un tema de este tipo, hará que los lectores jóvenes piensen y empaticen, pero sin sentir que tienen que aprender algo. El escritor tiene que hacerles sentir lo que es experimentar esos problemas.

Carolin Philipps nació en Alemania, donde estudió historia y letras inglesas. En el 2000, la UNESCO le otorgó una mención especial del Premio por la Tolerancia y la Paz por su novela Milchkaffee und streuselkuchen. Y en 2005 Enigma asiático (FCE, 2008) fue incluido en la lista de recomendaciones por el jurado del Premio Lese-Ossi de Literatura Juvenil. Varias de sus obras han sido traducidas a múltiples idiomas.

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