Vacío sin causa

16/02/2014 - 12:00 am

Quizá nadie lo sepa, ni le interesa. Pero esa sonrisa robótica y la curiosidad por saber que sigue, provocan un vacío anónimo que se hace presente con mayor frecuencia y obliga a trazar sobre mi cabeza un signo de interrogación extra grande.

Puedo vivir en un cuadro de Pierre Serrat como el de  “Tarde de domingo” con el parque como sede a la contemplación de la nada en compañía de perros y niños correteando la felicidad, mientras llega el fragmento del día, en el cual la soledad apuñala una tristeza sin causa.

Parece que se congelan las razones de existir. El entusiasmo se lo llevaron los dinosaurios con todo y su extinción hace casi sesenta y cinco millones de años. ¡Que gran hurto! Según Viktor Frankl, el ser humano tiende a buscar sentido a la vida y averigua como llenarlo de contenido, quizá ahí este el problema y habría que buscar con lupa ese fondo.

Ningún hallazgo. El oxígeno de la sonrisa se esfumó sin aviso, ni los motivos exagerados siembran la felicidad.

Una epidemia vino a visitarme y su principal síntoma es una somnolencia de la adrenalina. Aburrimiento sin bostezos,  un decaimiento a la manecilla del corazón, donde los estremecimientos se minimizan a un punto.

Me siento miserable cuando la buena fortuna me acecha y una flecha de noessuficiente se clava en mi pecho. Cualquier mortal reconocería la estupidez ante ese desencuentro de fatalidades y casualidades absurdas del sinsentido.

¿Hacinamiento del pesimismo? Tal vez. Precipitar los malos augurios es protegerse de las tempestades y la compleja humanidad, pero, ¿cómo prevenir la irrupción de ese vacío anónimo a pesar de tenerlo todo?

Tiempo, cosa de tiempo, como si fueran cólicos del alma buscando un no sé qué ausente. Quizá hasta este punto nadie lo sepa ni le interesa. Su indiferencia y mi invisibilidad me hacen darme cuenta de cuan no existo, pese a que los latidos aseguren lo contrario.

En este vacío sin causa no hay lágrimas, solo una roca que pesa y mucho, pero ignoro de qué manera se coló en mi anatomía como si fuera un órgano más que se encarga de hacerle sombra a las inquietudes que probablemente le traerían.

¿La obsesión de encontrarse solo en un universo infinito, rompe la brújula de la quietud saltarina?

Pero esa sonrisa robótica y la curiosidad por saber que sigue persiste, espero algún día confrontar ese misterio y despedirme de ese vacío sin causa.

@taciturnafeliz

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