Jóvenes de diferentes partes del mundo han seguido el ejemplo de la activista sueca Greta Thunberg, para reclamar medidas contra la crisis climática, a veces el obstáculo más grande es que están ubicados en zonas rurales y los medios no les ponen tanta atención, pero ellos se apoyan en las redes sociales.
Madrid, 16 de febrero (ElDiario.es).- En una aldea remota al norte de Norfolk (Reino Unido), Amelia Bradbury, de nueve años, lleva meses manifestándose sola a las puertas de su escuela cada viernes. Al igual que cientos de miles de jóvenes a lo largo del planeta, sigue el ejemplo de Greta Thunberg y se moviliza reclamando medidas concretas contra la crisis climática. Pero allí, lejos de las manifestaciones en las grandes ciudades, ella tiene que hacerlo en solitario. “La primera vez estaba bastante asustada, porque nadie quería protestar conmigo”, dice Bradbury. “Lo hago porque me preocupa. Quiero que la gente escuche. Hay que cambiar las cosas”.
Sostiene un cartel hecho a mano en el que se lee “Me movilizo por la naturaleza”. Lo que mantiene esa motivación es una intensa pasión por la vida salvaje y las actividades al aire libre. Los fines de semana es voluntaria junto a toda su familia en una organización de defensa de la fauna, la Norfolk Wildlife Trust. Le encanta observar pájaros.
No obstante, a veces, manifestarse sola se vuelve complejo. “En el frío, cuando hiela, es bastante difícil”, explica. Algunas de sus amigas de la escuela han mostrado interés en sumarse. Son sus padres quienes dudan. No es fácil lanzar un movimiento en soledad.
Week 21 #ClimateStrike #FridaysForFuture @Fridays4future @GretaThunberg
Day 62 #SaveCongoRainforest #twotreesaweek @vanessa_vash @TheRiseUpMovem1 pic.twitter.com/1pSjEDHn9f
— MulindwaMoses (@mulindwa_guy) February 14, 2020
Aunque hay jóvenes de todas las condiciones sociales manifestándose en solitario, en muchas ocasiones son aquellas que viven en entornos rurales quienes más pelean por visibilizarse. Tanto a ellos como a sus causas. Holly Gillibrand, de 14 años, lleva más de un año protestando en Fort William (Escocia). “En las ciudades y lugares con más habitantes es más fácil conseguir que los medios hagan caso. Es una cuestión, obviamente, de cantidad. Viene más gente”. Pero, añade, “los medios tienden a olvidarse de quienes viven en el medio rural de Escocia, por ejemplo. Aquí tenemos una perspectiva propia sobre los temas y nuestras voces merecen tanto eco ahí fuera como el resto”.
Las redes sociales han proporcionado esa plataforma que necesitaban para amplificar el mensaje. En noviembre, el padre de Amelia Bradbury subió un video de ella en Twitter después de que el primer ministro Boris Johnson anunciara que no acudiría al debate de candidatos sobre el clima celebrado justo antes de las elecciones. “Mañana voy a estar de pie bajo la lluvia y usted no podía dignarse a participar en un debate con otros candidatos en un estudio con calefacción, ¿qué tan patético puedes llegar a ser?”, dijo la pequeña activista.
Shame on you @BorisJohnson, I wanted to know what you think about the environment, why should anyone vote for such a coward #SchoolStrike4Nature@sianberry @jeremycorbyn @NicolaSturgeon @joswinson @Adamprice @CarolineLucas@NorwichXr @XRebellionUK @ChrisGPackham @HollyWildChild pic.twitter.com/PbZ2kYMQ5W
— Amelia ???️ (@WildlifeMimi) November 28, 2019
Más de mil usuarios lo compartieron y el presentador del debate, Chris Packman, le dedicó elogios. “Fue una locura pero estoy orgullosa porque demostró que la gente recibe la información y que le importan estas cosas”, señala.
UN PUNTO DE ENCUENTRO EN TWITTER
Fue el poder de las redes sociales lo que inspiró a Anna Kernahan, de 17 años, Grade Maddrell, de 14 y Helen Jackson, de 21, a lanzar “Solo But Not Alone”, que viene a significar “En solitario no significa solas”. Se trata de una cuenta en Twitter que difunde las historias de quienes se manifiestan en solitario.
“La gente puede decir ‘no estás sola’, pero cuando estás ahí fuera, no hay nadie contigo y el mundo pasa de largo ante ti, es difícil sentir que no estás sola”, indica Anna Kernahan, que se manifiesta sola en Belfast. Lo hace cada viernes desde las 12 del mediodía hasta las 15 horas. Hace los deberes o lee. Aunque trata de que se le sumen amigas, no lo ha logrado. Pero cuenta con un apoyo importante: Greta Thunberg. “Cuando ella me retuitea, el teléfono se vuelve loco de la cantidad de likes que llegan”, dice.
Climate strike week 24- six month anniversary of Fridays for future strikes in Northern Ireland. Still alone. Maybe by the one year anniversary there’ll be two people? Please?#ClimateActNow #ClimateCrisis #ClimateStrike #Fridays4Future #FridaysForFuture #climatebreakdown #Greta pic.twitter.com/bsBiUQSpGW
— Anna Kernahan (@AnnaKernahan) February 15, 2020
A las semanas de crear “Solo But Not Alone” a finales de 2019, el trío ya tenía cientos de seguidores y asciende a cientos el número de personas que se manifiestan en solitario por todo el planeta que ha conseguido identificar y mostrar.
Ha servido para que pudieran conectar con jóvenes como Mulindwa Moses, un activista de 23 años que vive en Uganda y se manifiesta en solitario junto a una carretera. Ha llegado a hacerlo 55 días seguidos. Ahora lo hace solo los viernes y sábados y en apoyo de la campaña para salvar a selva del Congo y otra para salvar árboles.
Today we feature Flo, @Timekid_Story. They are 15 and come from Austria.
They started striking on March 22nd, 2019.
Despite struggling with their mental health, Flo digital strikes every week (and sometimes joins in person strikes too!) with various different signs. pic.twitter.com/QXCrcVUBeV— Solo But Not Alone (@solo_not_alone) February 15, 2020
Lo que inspiró a Moses para pasar a la acción fue conocer y compartir con personas que habían perdido familiares en deslizamientos de tierra e inundaciones vinculadas con la crisis climática. “No se publican artículos sobre el clima y la crisis ecológica y eso ha mantenido a la población en un estado de ignorancia que ha permitido que los líderes se beneficien y no hagan nada”, indica.
Moses, que vive en Kampala, la capital de Uganda, se manifiesta solo. Pero no porque viva en una zona aislada, sino por la falta de tolerancia de su país hacia el activismo climático. “Ser activista climático en Uganda es muy complicado. No puedes manifestarte en grupos grandes para sensibilizar, porque el Gobierno no lo permite. He perdido amigos que me dicen que no pueden seguir relacionándose conmigo porque estoy al lado de la carretera con un cartel y me paso la mayor parte del tiempo plantando árboles”.
Pero como otros jóvenes que protestan sin compañía, esa soledad se lleva mejor por el apoyo que recibe de otros activistas en las redes sociales. “Lo que realmente queremos es asegurarnos de que aunque sea una sola persona la que se manifiesta, su voz se oiga a buen volumen”, puntualiza Anna Kernahan.