Todos los días son de ceniza

16/03/2014 - 12:00 am

Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás

El ser humano tiene la soberbia creencia de que es eterno y vive como si jamás fuera a hacer turn off, cuando día a día anda en la cuenta regresiva tras la muerte. Una cruz inconsciente lo persigue y le recuerda que su único equipaje al otro cosmos, serán las cualidades del alma, si es que alguna vez las tuvo.

Todos los días son de ceniza. El reflejo del espejo nos impone en la frente el polvo de palmas quemadas al momento de que los ojos orbitan frente al vidrio que dibuja las imperfecciones y lleva a la penitencia los excesos cometidos y por los cuales, suplica ser un prófugo de la conciencia y carga solo consigo lo que haya hecho por Dios.

Parte del ritual diario es buscar la amistad con ese ser omnipotente y convertir los juegos de la mala vida en lecciones sin premios ni castigos, solo reconocimientos.

Los sacrificios están a la orden del día. La bondad se respira , porque todos los días son de ceniza y cada feligrés ora para estar más cerca de Dios, pero más de sus deseos por los que suplica y finge el arrepentimiento bajo el escudo del conductismo, siempre en espera de algo.

Todos los días son de ceniza. Las voces en off lo confirman cada que surgen preguntas acerca del rumbo por inclinarse hacia la vida definitiva en el techo azul. Una oración se pronuncia, aunque no se crea en un solo dios o santo, pero se forza a cumplir una penitencia con tal de ver por arte de magia una petición concedida.

Los orantes se arrepienten. Creen en el evangelio de una realidad rosa y pura con disposición a ser obedecida hasta el martes de carnaval donde las tentaciones de la carne están por vencer y necesitan ser consumidas antes de expirar y desperdiciar esos arrebatos que la naturaleza nos ofrece con tan solo abrir la ventana en un arranque de desesperación tras el sacrificio, mientras el ojo observa como los excesos aniquilan parte de la psique humana sin importar que y a quien solo someterse sin saberse.

Todos los días son de ceniza pero se olvida y la humanidad cree que su corazón jamás dejará de latir, como si ese perdón compensará todos los pecados por cometerse aún en contra de su voluntad.

La fila es larga para los terroristas del evangelio posando frente a imágenes divinas con un do de pecho apenas creíble unos segundos y al siguiente correr hacia el fango de los impulsos a la primera tentación fuera de una sucursal de Dios.

Todos los días son de ceniza pero pocos son los que lo saben al tomar conciencia de la trampa más obvia e ignorada: castigo y recompensa: Tú me obedeces, yo te concedo la gracia para la voluntad que deseas, solo sigue mis órdenes y verás que a la primera bendición, eres parte del club porque ningún día pasan por alto las penitencias por la vida eterna.

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