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Alejandro Páez Varela

16/07/2018 - 12:07 am

Las semillas del cambio

Recuerdo que los panistas pedían “tiempo”. Y, obvio, lo recuerdo porque ahora viene el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha generado grandes expectativas y así lo dice la cantidad inédita de votos (30 millones) que se depositó en él, sobre todo en él, pero finalmente en Morena.

Apurar y, sobre todo, explicar el cambio. Foto: Cuartoscuro

Recuerdo como si fuera ayer (y es que casi fue ayer) cuando los panistas reclamaban si se les criticaba porque no aceleraban el cambio por el que México había votado. “No se puede cambiar todo en seis años”, decían una y otra vez. Y no, no se pudo cambiar casi nada. Ni en seis, ni en doce años. Y al final nos enteramos que no fue porque “no se podía”, sino porque no quisieron. Y pongo el ejemplo más patético –para mi gusto– de todos:

Carlos Romero Deschamps llevaba CUATRO años al frente del sindicato de Pemex cuando llegó Vicente Fox al poder. Había cometido el crimen de desviar mil millones de pesos (el “Pemex-Gate”) de los fondos obreros a la campaña del PRI en las elecciones de 2000. Fox lo perdonó, y no sólo eso: él y Felipe Calderón lo abrazaron y se tomaron la foto con él durante doce años. Cuando terminaron dos sexenios de panismo, Carlos Romero Deschamps llevaba 16 años como dirigente sindical: CUARTO con el PRI, y DOCE con el PAN. Todavía hoy, este sátrapa ha ejercido más años con el PAN que con el PRI: DIEZ con el PRI, DOCE con el PAN.

Entonces puedo decir que Romero Deschamps es una deformación heredada directamente por el PRIAN, esa (también) deformación que incluye los gobiernos de Fox, Calderón y Enrique Peña Nieto, y que nos heredó un país hecho, básicamente, pedazos.

Recuerdo que los panistas pedían “tiempo”. Y, obvio, lo recuerdo porque ahora viene el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha generado grandes expectativas y así lo dice la cantidad inédita de votos (30 millones) que se depositó en él, sobre todo en él, pero finalmente en Morena.

Sería un grave error que los mexicanos que votaron por él esperaran que AMLO resolviera todo de golpe. Claramente hay cosas que NO podrá resolver, aunque tenga la buena voluntad para hacerlo. Pongo un ejemplo de los muchos, patéticos, que hereda: los 43 de desaparecidos de Ayotzinapa. El Gobierno de Enrique Peña Nieto fue negligente y actuó como actúa un cómplice: ocultó pruebas y obstaculizó las investigaciones. Y desgraciadamente AMLO encontrará expedientes y pruebas mal hechas y manoseadas. Veo lejana la posibilidad de dar con los muchachos, incluso resolver su misteriosa desaparición. Aunque exista la voluntad.

También veo temas en las que AMLO podrá sembrar semillas de árboles que él y muchos de nosotros no cosecharemos. Por ejemplo, lo que planea con los jóvenes: becas, empleos, universidades, sacarlos de las manos de los malosos, darles entrenamiento y oportunidades. Allí, si bien nos va, habrá una cosecha importante en los siguientes dos o tres gobiernos.

Y veo asuntos que AMLO no pude obviar. Y creo que él lo sabe. En algunos está trabajando desde ya: ponerle en la madre (así: en la madre, como se merece) a la corrupción y a la impunidad, y transformar la burocracia obesa y corrompida en una máquina efectiva que sirva a los ciudadanos. Y hay otros temas importantes que requieren de su voluntad, simplemente –y asumir costo político de hacerlo–: disminuir el dispendio en publicidad oficial y no sólo eso: generar los mecanismos para que el reparto de ese gasto sea parejo; no sólo para Televisa, Azteca, OEM, El Universal, La Jornada y otros medios que fueron beneficiados con el reparto de los años de Peña.

Debe actuar, por supuesto, contra Romero Dechamps y otros sátrapas similares. Acabar con el fuero y con el descarado enriquecimiento de la clase política. Y ya no sigo con la lista que él la conoce, los mexicanos la intuimos y su equipo debe ayudar a que se ejecute con celeridad.

AMLO tiene en sus manos maneras de generar la percepción de cambio, como las tuvo el PAN. Y debe tener siempre en mente que los ciudadanos son (somos) a veces intransigentes: necesitará explicarles (explicarnos) el proceso de cambio. Decir: esto va para hoy, y zas, ejecutarlo: siembras alfalfa para el ganado y en tres meses hay rollos de forraje. Luego explicar claramente lo que tardará uno, dos o tres años, como la inseguridad, el crecimiento, el arribo del bienestar. Y debe poner letreros grandes en donde va sembrando semillas que no veremos dar frutos de inmediato. Decir: aquí quedó enterrada una nuez; la voy a regar, la veremos crecer pero el nogal da nueces hasta que tiene 25, 30 años.

El principal huachicolero de este país es Carlos Romero Deschamps. No puede durar 23 años en el sindicato de Pemex. Eso, creo, está claro. Y no lo digo yo: él, Andrés Manuel, lo ofreció. Hay que exigirlo y –me parece– hay que esperar a que llegue.

Y, bueno, sí, esperar a que a los dos años baje la inseguridad. Y que al menos a los tres años estén completamente auditadas las secretarías que deja Peña, y cumplimentadas las órdenes de aprehensión que deben salir, al nivel que sea. Sabemos que “no se puede cambiar todo en seis años”, pero hay cosas que sí puede hacer, y los ciudadanos lo esperan. El ejemplo del PAN no es ejemplo: es la guía de lo que no hay que hacer. López Obrador aspira a ser mejor que Fox o Calderón, y millones de ciudadanos esperan, también, que lo sea. Por bien del país. Por las generaciones que vienen.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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