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Antonio Salgado Borge

16/08/2019 - 12:05 am

La red evangélica contra la “cuarta transformación”

Para ver por qué esto es relevante, empecemos reconociendo que el caso mexicano no ha surgido en el vacío. El asenso político de los grupos evangélicos en el continente es un fenómeno perfectamente documentado. Quizás los casos más notables sean los de Brasil y Estados Unidos.

“El supuesto juarismo compartido entre AMLO y los grupos evangélicos nacionales”. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro

La creciente influencia política de la iglesia evangélica en México está fuera de duda. Todo parece indicar que esta tendencia continuará durante en el presente sexenio. Y es que a los conocidos indicadores de la cercanía de los dirigentes de estas iglesias y el actual Gobierno, es necesario sumar ahora las evidencias incluidas en un reportaje de Raúl Olmos, dado a conocer por la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad recientemente. [1]

Este reportaje, titulado “La Divina Cuarta Transformación”, está dividido en diez capítulos que buscan establecer vínculos entre las iglesias evangélicas en México o el mundo y el actual Gobierno y el sistema de partidos en nuestro país. Un punto débil del reportaje es que el peso de las evidencias ofrecidas varía radicalmente de acuerdo con el capítulo seleccionado.

Por ejemplo, uno de ellos habla del supuesto juarismo compartido entre AMLO y los grupos evangélicos nacionales, mientras que otros hablan de asuntos tan específicos como la inclusión en la Secretaria de Gobernación de un conocido gestor de estos grupos o la alianza de un grupo que criminaliza la homosexualidad con distintos legisladores.

Pero estas asimetrías no deben llevarnos a desestimar o minimizar la relevancia del aporte de este documento. Y es que un error común presente en algunos análisis sobre el crecimiento político evangélico en México es suponer que éste se debe exclusivamente a la llamada “cuarta transformación”. Sin embargo, esta idea cae por su propio peso cuando se considera el contexto global y se mira de cerca a otros actores o sus conexiones. En este sentido, la valiosa aportación fundamental del reportaje de Raúl Olmos es clara desde su introducción: la exhibición de “una operación…profunda que apuesta a imponer una agenda ultraconservadora, la cual involucra a un asesor religioso de Trump y a una poderosa alianza cristiana de EU que reclutan a políticos del PRI, PAN, PRD, PVEM, PES, Movimiento Ciudadano y Morena “para gobernar con la Biblia”.

Para ver por qué esto es relevante, empecemos reconociendo que el caso mexicano no ha surgido en el vacío. El asenso político de los grupos evangélicos en el continente es un fenómeno perfectamente documentado. Quizás los casos más notables sean los de Brasil y Estados Unidos. Alrededor de una cuarta parte de los individuos que viven en Brasil se identifica con las iglesias evangélicas. Este porcentaje ha venido creciendo desde hace décadas, y es previsible que esta tendencia no se detenga pronto. Cerca de 70 por ciento de los brasileños evangélicos votaron por el ex militar ultraconservador Jair Bolsonaro. Algo similar ocurre en Estados Unidos. Ahí, las personas evangélicas constituyen también una cuarta parte del electorado; en 2016, Donald Trump obtuvo alrededor de 85 por ciento de sus votos. Las
agendas promovidas por estos grupos están ahora siendo empujadas por los gobiernos de ambos países.

Una vez que se ha considerado lo anterior, es conveniente apreciar que los grupos evangélicos a lo largo del continente son unidos por dos factores principales:

(1) El primero es ideológico y hasta cierto punto esperable: una agenda antiderechos que incluye temas como su oposición al reconocimiento pleno de sus derechos a personas LGBTI hasta su lucha contra el feminismo o los derechos de las mujeres. En el fondo, el anhelo es la restauración plena de la cima de la cultura patriarcal occidental, que es percibida como un estado ideal al cuál debemos regresar. Desde luego, en países como México el camino de las iglesias evangélicas en este sentido se cruza con el de organizaciones ultraconservadoras relacionadas con la jerarquía de la iglesia católica -como el FNF- y que políticamente están principalmente vinculadas con la derecha.

(2) Pero es el segundo punto de unión entre los evangélicos del continente el que resulta verdaderamente preocupante. Es evidente que la existencia de fuerzas ultraconservadoras dentro del cristianismo no es nueva. Tampoco lo es la creciente penetración de las iglesias evangélicas en Latinoamérica, fenómeno que se ha dado gradual pero constantemente durante los últimos años. Lo que no tiene precedente es la sofisticación y alcance de una red global evangélica construida exclusivamente para ganar influencia política; una red que es alimentada en parte por el flujo de apoyo económico y humano desde Estados Unidos.

En este sentido, las creencias personales de uno o más políticos interfiriendo en sus decisiones o los ecos religiosos de sus discursos -asuntos de suyo problemáticos- palidecen cuando se considera las posibilidades que a una red como la descrita ofrecen lo marcos institucionales débiles o corruptos como el mexicano. El reportaje de Raúl Olmos muestra a la perfección como varios de nuestros políticos, sin distinción de partido, han participado, directa o indirectamente en estos esfuerzos. A ello tenemos que sumar las colaboraciones cercanas de líderes evangélicos con el actual Gobierno o su intención de hacerse de concesiones de telecomunicaciones -parte fundamental de su capacidad expansiva en otros países latinoamericanos.

Dada la magnitud de este fenómeno, y para no alejarnos de los tintes religiosos, lavarse las manos o apelar a la neutralidad como una virtud no pueden ser opciones sobre la mesa de un Gobierno que verdaderamente busque proteger los derechos humanos. ¡mucho menos de aquellos que se dicen de corte progresista o humanista! Les guste o no, AMLO y Morena tendrían que considerar que serían moralmente irresponsables si siguen caminando de la mano de estos grupos y pretendiendo que nada está pasando, y que sus acciones no fortalecerán el peso político del conservadurismo más duro.

O, por ponerlo de otra forma, AMLO y Morena tendrían reconocer que el avance de la red evangélica y de su agenda implicarían la bancarrota moral de un Gobierno que tiene como principales objetivos, al menos en teoría, garantizar la autodeterminación nacional y transformar la realidad de forma tal que no haya más opresión en México.

Facebook: Antonio Salgado Borge

Twitter: @asalgadoborge

Email: [email protected]

[1] https://contralacorrupcion.mx/divina4t/

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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