ENTREVISTA | Rafael Pérez Gay, editor, escritor y las puertas y ventanas que se abren

16/09/2014 - 12:01 am
Rafael Pérez Gay posa con cara de sorpresa en las oficinas de Cal y Arena. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
Rafael Pérez Gay posa con cara de sorpresa en las oficinas de Cal y Arena. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

Ciudad de México, 16 de septiembre (SinEmbargo).- “Siempre supe que el tema central de mis libros tenía que ser mi madre. Nunca lo planeé, simplemente un día dije: tengo que escribir esto que estoy pensando y eso está en Nos acompañan los muertos. Sí tengo que, y lo voy a hacer, la historia de mi madre, que es una historia que transita paralela a este libro. Aprendí de ella la solidaridad, la melancolía, el silencio y la paciencia”, dijo el escritor mexicano Rafael Pérez Gay.

Fue en el ciclo dirigido por su amiga y colega Josefina Estrada, Hoja de vida, donde el ganador del Premio Mazatlán de Literatura 2014 por el libro El cerebro de mi hermano, habló de su literatura reciente con tintes autobiográficos.

“La verdad es que yo no sabía que iba a hacer los libros que iba a hacer. Creo que ningún escritor lo sabe. Pero en algún momento del año 2007 supe que tenía que escribir la historia de unos viejos fantásticos que no les dolía nada hasta los 86 años de edad. Pero a partir de entonces empezaron a caer pedazo tras pedazo y sus cinco hijos tuvimos que atenderlos”, expresó el escritor.

Los tiempos actuales, luego de haber enterrado en 2013 a su famoso hermano, el también escritor José María Pérez Gay y de haber superado él mismo una grave enfermedad, son los de la hiperactividad y de hacer una cosa tras otra, “a sabiendas de que el tiempo que queda es menos que antes”.

Así lo expresa con su cordialidad habitual frente a SinEmbargo, en una entrevista mañanera llevada a cabo en la nueva sala de estar de Cal y Arena, la editorial que dirige junto a su esposa, también incansable, Delia Juárez.

Fue un diálogo buscado desde hace tiempo, hasta que finalmente se concretó merced a la buena disposición de Rafael Pérez Gay para encontrar un hueco en su abultada agenda y poder hablar de Rubem Fonseca, la estrella literaria que publica en español desde hace 25 años y del recientemente premiado con el FIL de Literatura en Lenguas Romances, el italiano Claudio Magris.

Del célebre autor de El Danubio tiene Cal y Arena un libro muy especial, sólo publicado en México con el título El tallo en la piedra, un conjunto de textos recopilados y traducidos por María Teresa Meneses, con la supervisión del propio Magris.

Son muchas razones y casi todas literarias para que Rafael se cargue de responsabilidades, siempre asistido en la editorial por los buenos oficios de su jefa de prensa, Lucirene Castellanos, y timonee una vida donde todo parece optimismo de editor y muy bien escondidas inseguridades de autor, porque “el que dice lo contrario, miente”.

LA JUVENTUD ETERNA

“Después de una enfermedad uno tiende a querer ganar tiempo, pero hay que tener cuidado con eso. Pasa también que hay puertas y ventanas que se abren de pronto y hay que entrar”, explica “Rafa” para justificar una actividad que lo ha alejado un poco de los afectos.

Al menos hay uno muy cercano que usó este espacio de SinEmbargo para hacer saber cuánto lo extraña. Nos referimos al novelista Guillermo Fadanelli, quien en una entrevista reciente dijo aquello de “no sé si Pérez Gay sigue nadando. Será porque le llevan la piscina a su casa, tan ocupado como anda”, dejó caer con cierto resentimiento de amigo el autor de El hombre nacido en Danzig.

“Fadanelli es uno de mis dos o tres mejores amigos y ciertamente tengo más cosas que hacer, por lo tanto menos tiempo para atender a los afectos. Lo cual no está bien, los amigos son lo primero, lo segundo el whisky y lo tercero el trabajo. He cambiado el orden de las cosas, pero pronto lo recuperaré”, admite.

“Estoy leyendo además la novela de Guillermo y le dije que nos viéramos para poder decirle que su carnaval filosófico me gusta mucho”, agrega.

–Acabo de leer también una novela de otro amigo tuyo, Luis Muñoz Oliveira, Resaca…me gustó mucho

–También me gustó mucho. Va muy bien Luis. Está muy bien hecha, está bien escrita. Yo había leído Bloody Mary, que además presenté, y era una primera novela, con buenas partes, con episodios que suben y bajan, pero Resaca está muy bien. Ha sido un muy buen año para la novela en México. Aparte de las que nombramos me gustó la de Héctor Manjarrez (París desaparece), está la de Hugo Hiriart (El águila y el gusano), viene la de Héctor Aguilar Camín…

–Sabes que el brasileño Rubem Fonseca genera en muchos lectores sentimientos encontrado, por su incorrección política

–Bueno, es un hombre que escribe sin parar desde hace 25 años y si lees el reciente Amalgama, descubres a un autor todavía con cosas que decir. Claro, siendo un narrador tan viejo (89 años), recurre a sus obsesiones, formatos y géneros, pero escribe con la vitalidad un joven. Nosotros lo introdujimos en México hace 25 años; publicamos incluso antes de un libro algunos de sus cuentos en la revista Nexos, traducidos por Eric Nepomuceno. En un viaje que hizo Héctor Aguilar a Brasil, trajo Agosto y Grandes emociones y pensamientos imperfectos, que le gustaron mucho. A partir de ahí nos convertimos en sus editores y yo personalmente a lo largo de todo este tiempo le seguí la pista y no permití que ninguno de sus libros se nos fuera. Fonseca se ha convertido en un escritor de culto entre nosotros. Ciertamente es un escritor políticamente incorrecto. Si rasgas bien sus novelas, sin embargo, trae una crítica muy fuerte al orden social brasileño. Su primer libro fue Los prisioneros, luego llegó Lucía McCartney y después salió lo que considero un punto de inflexión en su literatura, El caso Morel, donde está la semilla todo Fonseca: la sexualidad desbordada y desdichada, la violencia como una forma triste de relación entre las personas, el suspenso en términos narrativos y un modo absolutamente pesimista de ver la vida y el mundo. Y luego está el humor, a veces negro, a veces humor sencillo desbordado.

Con el libro autobiográfico "El cerebro de mi hermano" ganó el Mazatlán de Literatura. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
Con el libro autobiográfico “El cerebro de mi hermano” ganó el Mazatlán de Literatura. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

–¿Esa incorrección política le quitó reconocimientos a la hora de los premios importantes?

–Bueno, en Brasil es un tiro. Es “el” escritor. Tanto así que el escritor Gustavo Pacheco, agregado cultural de la embajada de Brasil, dice que todos los escritores que vienen detrás de él, que son todos, deben romper la barrera de su influencia. Ahora bien, creo que Rubem Fonseca debió ser en algún momento un serio candidato al Nobel, pero es muy difícil que la academia sueca premie a un cuentista cuyos temas son el crimen, los bajos fondos, la corrupción, el suicidio entre comillas o no de Getulio Vargas…él ha querido ser ese escritor. Otra cosa que tiene es que no da entrevistas. Ahora se ha vuelto un poco más accesible, pero en general todo lo que tiene que decir está en sus libros y por tanto se ha permitido construir tramas donde reflexiona acerca del acto de escribir, acerca de la entrevista periodística, de la figura pública de un escritor, etcétera. En Pasado negro, título que a él no le gusta porque no tiene nada que ver con el original (Bufo & Spallanzani), el protagonista es un escritor de nombre Gustavo Flavio, gran admirador de Flaubert, y entonces ahí Fonseca va haciendo toda clase de reflexiones acerca de la literatura. También hay un personaje llamado Rufus, que es una especie de álter ego, a través del cual Fonseca se permite autoentrevistarse en el sentido más literal del término.

–¿Cómo es Rubem Fonseca en el trato cotidiano?

–Contra lo que pudiera pensarse es un gran conversador, un tipo muy cercano. Tiene 88 años, es muy delgado y ágil para su edad. Lo conocimos en 1992, era un Fonseca de 67 años. Mi hermano dirigía entonces el Canal 22 y me pidió que lo contactara para que firmara una autorización que les permitiera proyectar la serie en 18 capítulos de Agosto, muy buena por cierto. Vino a México invitado por la UAM y lo llevamos a comer al Bellinghausen, muy de tradición aquí. Pedimos gusanos de maguey. Los probó y dijo: – Están buenos, pero sería mejor que fueran de vaca muerta porque estaríamos más cerca del origen.

–A lo largo de estos años, no habrá sido fácil retenerlo

–Una de las cosas a agradecerle a Rubem Fonseca es que cuando nos pelearon algunos de sus libros él eligió ser leal con Cal y Arena. Una de sus discípulas, la escritora Paula Parisot, ha realizado para nosotros una antología de nuevos narradores brasileños y  a través de ella estamos buscando nuevos valores de lo que creo es una de las literaturas más potentes en el mundo.

–Y de pronto, tienes un libro de Claudio Magris, lo cual como editor tampoco está nada mal

–No, nada mal, por cierto. Hace unos años, María Teresa Meneses nos hizo un libro sólo para México y la verdad es que no sé si no lo supe manejar o por razones del mercado, lo cierto es que no fue recibido como se merece. El tallo en la piedra no existe en ningún otro lugar, ni siquiera existe en italiano. Es un libro armado especialmente por María Teresa y aprobado especialmente por Claudio Magris.

UNA ANÉCDOTA DE EDITOR

Luego de la entrevista que le hiciéramos en las instalaciones de Cal y Arena a Rafael Pérez Gay, nos fuimos (Antonio Cruz, el reportero gráfico y esta cronista) a entrevistar a los historiadores Alejandro Rosas y Sandra Molina. Cuando llegamos, encontramos al autor de 365 días para conocer la historia de México, hablando por teléfono con su editor, quien le reclamaba un texto. Ya adivinaron quién estaba al otro lado de la línea telefónica.

–¿Qué hace falta para ser un buen editor?

–Bueno, la idea de una editorial propia es una maravilla y la realización es algo mucho más complicado. Mi impresión es que México vive hoy un momento muy alto en este aspecto, porque surgió un grupo de editores muy talentoso y muy notable. Siempre nombro a Guillermo Quijas, de editorial Almadía, siempre nombro a Sexto Piso, pero detrás de ellas hay muchas otras como Arlequín, Ediciones Sin Nombre, Tumbona…hay un movimiento editorial notable en nuestro país. Ha reaparecido, luego de que los consorcios editoriales del extranjero se adueñaran del mercado local. Ahora bien, no sé qué hace falta para ser un buen editor. Si lo supiera lo pondría en acción todos los días, pero tengo algunas ideas al respecto. Por lo pronto, los consorcios se adueñaron del mercado local gracias al dinero, es decir, comprando. Primera premisa para ser un buen editor: comprar. Es bueno sacar la chequera y dar el adelanto 1, el adelanto 2, etc., pero aparte de eso, hay que tener dos o tres ideas y serles fiel a ellas. No puedes editar todo, comprar a lo loco. Hace falta también tener buen gusto. Sexto Piso, por ejemplo, acaba de publicar El robo de la Mona Lisa (de Darian Leader), no es un libro nuevo, pero es buenísimo y ya lo tenemos en español en nuestro mercado. La apuesta nuestra es la colección Los Imprescindibles. Llevamos 25 años, sin ningún apoyo del Estado, haciendo esos libros de 800 páginas (el reciente es José Vasconcelos, con selección y prólogo de José Joaquín Blanco). Eso es una apuesta editorial y cultural. El editor tiene que tratar de establecer un canon y formar parte del espacio público.

Dinero, persistencia y buen gusto, las cosas que hacen falta para ser un buen editor. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
Dinero, persistencia y buen gusto, las cosas que hacen falta para ser un buen editor. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

–¿La persistencia ocupa un lugar importante?

–Absolutamente. La persistencia también es esa forma de no perder la paciencia. No quiero a 25 autores brasileños mañana. Tengo una antología, tengo a Rubem Fonseca, tengo a Paula Parisot, pronto tendré a Ignacio de Loyola Brandao con un libro extraordinario titulado La vena bailarina, que es la historia de su aneurisma. Un libro magnífico. Además de la persistencia, es importante tener la idea de que el gusto es algo que no se forma en dos meses. El gusto tarda en adquirirse, en desarrollarse. El caso de Magris es un ejemplo de ello. Publicamos El tallo en la piedra en 2007 y ahora Magris ha surgido con enorme fuerza por el premio FIL. Eso demuestra que hay varios editores –está el caso de Sexto Piso, que publicará un nuevo libro de él, con traducción por cierto de María Teresa Meneses- que ya sabíamos de la existencia de Claudio Magris. La autobiografía de su editor es su catálogo, suele decir Jorge Herralde y estoy de acuerdo. Como toda autobiografía, hay momentos luminosos y otros oscuros.

Una obra importante a la que se sumará su próxima novela Foto: CONACULTA
Una obra importante a la que se sumará su próxima novela Foto: CONACULTA

RAFA, EL ESCRITOR

Como escritor, Rafael Pérez Gay ha construido una obra pequeña en número pero de gran contenido y aceptación.

En El cerebro de mi hermano, con el que ganó el Mazatlán de Literatura, rinde homenaje al intelectual José María Pérez Gay, su hermano mayor fallecido en mayo de 2013 a causa de una enfermedad degenerativa.

“Es un libro que no hubiera querido escribir, pero hay momentos que uno debe enfrentar en la vida y en la literatura. Sabía que debía hacer este texto así, rápido, como viniera”, dijo Rafael cuando lo entrevistamos el año pasado en la FIL.

Se trata del segundo libro de memorias del escritor nacido en 1957 en ciudad de México, luego de que en 2009 diera a conocer Nos acompañan los muertos, donde describe el deterioro físico y posterior desaparición de sus progenitores.

Ha publicado cuento: Me perderé contigo, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer y El corazón es un gitano, la novela Esta vez para siempre, los libros de periodismo Cargos de conciencia, Diatriba de la vida cotidiana, Sonido local, No estamos para nadie, además de un tomo antológico sobre la obra y la vida de Manuel Gutiérrez Nájera.

–Como autor siempre pareces muy seguro de ti, pero tendrás tus inseguridades, como todos…

–(risas) ¡Claro! El escritor que te diga lo contrario, miente. No me acuerdo quién aseguraba tener historias para los próximos 15 años. ¡Eres riquísimo!, le decíamos. Me siento bien. Estoy terminando la novela que interrumpí para escribir El cerebro de mi hermano, una secuela absolutamente indeseada de Nos acompañan los muertos. La novela nueva no tiene título todavía, quizás se llame Se ven fantasmas, pero no lo sé. Espero poner en ella algunas de las destrezas que he aprendido a lo largo de estos años y quitar los defectos que me han acompañado en mi vida de escritor. He puesto un conocimiento que he ido acopiando durante mucho tiempo que es el fin del siglo XIX y la generación de escritores modernistas como personajes de novelas, acompañados por la historia de un investigador que está haciendo la novela sobre el siglo XIX, que trata de dolor y de muerte cuando se entera de que tiene un cáncer. Todo se afantasma entonces con la enfermedad.

–¿Sales de tu zona de confort?

–Sí. Esta novela tiene lo que los españoles llaman “autoficción”, pero ya hay una sub-trama muy clara en donde trato de construir una historia de la ciudad de México con personajes literarios.

–Al principio de la nota dijiste los amigos, el whisky, etcétera, pero la verdad es que lo importante son tus hijos

–Es verdad. Fernanda está en Montreal desde hace un año y medio, para hacer una maestría en neurociencia. Mis amigos se ríen de mí porque dicen que lo que quiero es ser neurólogo o científico y les digo que sí, que eso es lo que quiero.

–¿Y Alonso?

–Terminó Comunicación en la UAM Xochimilco y su tesis fue sobre novela negra. Hizo un corto de 15 minutos basado en el cuento “La continuidad de los parques”, de Julio Cortázar y le quedó bastante bien.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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