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María Rivera

16/10/2019 - 12:03 am

La infamia

PEN México seguirá trabajando en esa noble labor, contra la censura, la arbitrariedad y los abusos de poder de donde provengan.

PEN México seguirá trabajando en esa noble labor, contra la censura, la arbitrariedad y los abusos de poder de donde provengan. Foto: PEN México.

Primero que todo le pido una disculpa, amable lector, porque hace una semana no se publicó esta columna. Siempre he pensado que una columna de opinión tiene que escribirse contra viento y marea, en la salud y en la enfermedad y suspenderse sólo en casos de fuerza mayor. Ese fue el caso la semana pasada.

Déjeme le cuento que la razón tiene que ver con un tema que ha estado en la agenda pública del ámbito cultural y es la denuncia que PEN México, organización que presido, hizo esta semana sobre la actuación del PEN Internacional –organización con la que comparte valores fundacionales, pero de la cual no es sucursal– por haber violado su autonomía en una inaceptable y grotesca intervención de la directiva del organismo internacional.

Dicha directiva, encabezada por la escritora mexicana-estadounidense Jennifer Clement y ex presidente de PEN México, intentó tomar el control de nuestra organización desconociendo a sus autoridades a través de la fabricación de un caso, del todo improcedente, sobre nuestro pasado proceso electoral, sin tener facultades para ello. PEN México es una organización con personalidad jurídica propia y se rige por sus estatutos y las leyes mexicanas, no por “ordenanzas” del organismo internacional asentado en Londres. Más grotesco aun porque nuestro proceso electoral no fue impugnado por absolutamente ningún miembro de PEN México, vamos, ni por el mismo candidato perdedor en la única instancia legal para ello: nuestra asamblea –máximo órgano de gobierno-.

Como si de una colonia se tratara, la directiva de PEN Internacional, que debería velar por la libertad, la fraternidad y solidaridad entre escritores, violó flagrantemente nuestra autonomía, intentó imponer a sus autoridades a través de una medida autoritaria y antidemocrática, controlar nuestra organización y con ello limitar la independencia crítica e intelectual de escritores mexicanos. Su fracaso culminó en una vergonzosa represalia contra nuestro centro en forma de suspensión.

Por supuesto, la arbitrariedad y prepotencia ejercida sobre PEN México es inaceptable. Tal vez habría que recordarle a la directiva del organismo internacional que los centros PEN del mundo no son colonias de la organización internacional y que la designación de las autoridades de PEN México es facultad exclusiva de su asamblea, conformada por más de cuarenta escritores mexicanos.

Es una ironía de la historia que haya sido justamente un poder internacional el que haya intervenido groseramente en la institución que fundara Genaro Estrada a principios de los años veinte, contraviniendo todos sus principios vertidos en su famosa doctrina que defiende, entre otras cosas, la no intervención, pilar de la política exterior mexicana.

Vale la pena ocuparse del tema por lo que significa y exhibe de una organización internacional que, bajo la actual directiva, ha desfigurado los valores principales que le dan sustento –y a nuestra propia organización– y que son la libertad de pensamiento, de expresión, el combate a la censura, la libre expresión de las ideas, la defensa de escritores perseguidos.

Nada más alejado de ellos que las actuales directrices que lo guían, convertido en brazo faccioso de escritores, transformados en políticos al servicio de intereses personales. Y es que como si de un partido político se tratara, emulando las peores prácticas de estos organismos, PEN Internacional llevaba tiempo utilizando a PEN México como instrumento para avalar comunicados internacionales, sin su autorización, involucrando a los escritores mexicanos en contiendas políticas de otros países, como si la presidencia de Clement fuera un cacicazgo sobre el centro que dirigió hace algunos años. Estos hechos fueron denunciados por la ex presidente de PEN México, Magali Tercero, en diversos medios junto con algunos escritores mexicanos en enero de este año, originando la represalia que caería sobre el centro mexicano.

No sólo eso: PEN Internacional, la organización que lucha contra la censura, censuró a PEN México a través del rechazo de su resolución anual donde denunciaba el clima de descalificación de la prensa, defensores de derechos humanos e instituciones bajo el actual Gobierno de México. Aunque resulte asombroso, fuimos informados de que nuestra resolución no estaba bien “enfocada” y que “habían descubierto” que la situación no ameritaba nuestras denuncias. Esto ocurrió, como lo señalamos públicamente, tras el encuentro “Escribir el futuro en lenguas indígenas” que la organización internacional llevó a cabo, junto con el Gobierno de México y la Unesco, en Chiapas, en mayo pasado, con indígenas mexicanos, al margen de PEN México, en una clara política colonial de la organización internacional ejercida en nuestro país.

Finalmente, en días pasados, mientras se suspendía a PEN México a propuesta de la directiva de PEN Internacional en el Congreso de Manila, fue electa como vicepresidente internacional la escritora mexicana Elena Poniatowska.

Termino recordando aquí que durante los trágicos años que ha atravesado nuestro país, PEN México acentuó su defensa de los periodistas perseguidos y asesinados, así como de quienes han visto su libertad de expresión amenazada. Asimismo, ha denunciado la brutal violencia que afecta a ciudadanos, por igual, en un país que ha sido convertido en cementerio clandestino, donde madres recorren el país buscando a sus hijos, suceden masacres terribles.

En los últimos tres años, la cronista Magali Tercero, quien se ha dedicado a escribir sobre temas de violencia, lo dirigió dándole fuerza en la opinión pública y entre las organizaciones defensoras de derechos humanos. En mayo, convocó a elecciones para renovar su dirigencia. Tuve el honor de ser elegida como presidente. Acepté con la convicción personal de que estos tiempos requieren espacios independientes y críticos, libres de censura, y de propaganda; de que el escritor debe guardar una distancia con el poder político para preservar su libertad de conciencia y de que la lucha por la defensa de la libertad de expresión es, acaso, la única lucha que un escritor puede dar.

PEN México seguirá trabajando en esa noble labor, contra la censura, la arbitrariedad y los abusos de poder de donde provengan.

 

 

 

 

 

 

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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